miércoles, mayo 31, 2006

El Huevo, la Bola de Billar y el Ciego: Sade político


En 1938, el pintor-fotógrafo Man Ray, realizó un retrato imaginario en óleo sobre Donatien Alphons François, Marquis de Sade. Más adelante le dedicará un busto llamativo en bronce que simbolizaba al Santo de los surrealistas ("Sade, el ente más libre que jamás haya vivido sobre la Tierra"). El interés de Man Ray sobre Sade coincidía con el "renaissance" de la obra del "Divin Marquis" por la Avantgarde francesa (un precursor fue el libro exultante de Apollinaire de 1909). El escritor Maurice Heine, vecino de Man Ray en la rue Campagne Premiere, fue el que re-lanzó a Sade luego de adquirir en 1929 los manuscritos de "Les 120 journées de Sodome"(con litografías de Collot) y lanzar una edición limitada de 396 ejemplares para los suscriptores de la mística "Societé du Roman Philosophique". También recordamos los textos de exaltación sadiana de Paul Eluard y Rene Char. El óleo de Ray nos muestra a Sade de perfil tallado sobre los muros de piedra de la institución (mezcla de André Bretón y Benjamin Franklin), mientras detrás se desarrolla el asalto e incendio de La Bastilla. El “pequeño bastión” fue un "emblema de la razón" del 1789 y Sade, tallado en las piedras que los curiosos se llevaban de recuerdo (como pasó con el Muro de Berlín) recordaba que se admiraba lo que hacía falta condenar: "La cólera brutal amontonaba las ruinas, y bajo esta cólera se ocultaba la inteligencia que, entre estas ruinas, ponía los cimientos del nuevo edificio" A partir de la edición de Heine, Sade fue popularizado y sobreinterpretado en su papel de pensador político por previsores teléologos retrospectivos de las ideas. Fue considerado, sucesivamente y acumulativamente, adelantado en éticas, precoz socialista autogestionario, semiólogo del gesto, antecesor de Nietzsche y Freud, Santo Padre del placer del texto, gozne entre Fourier y Loyola, libertino precursor de un revolucionarismo multidimensional, fundador de la unidad entre soberanía política y moral. La falsedad de la historia de los Sagrados "Bueyes Gordos" (una historia intelectual con precursores canónicos, en ordenado y pulido serial cronológico, cada uno con su etiqueta que resume la imprescindible contribución a la disciplina) nunca es tan patética como en el "Sade Político". En su obra lo político carece de autonomía significativa y surge montado (subsumido) en el tema de más éxito editorial del siglo XVIII: el problema de la utopía. Ochenta títulos nuevos, basados en el tema utópico, aparecen en Francia entre 1700-1789 (según Goulemot). Respuesta espasmódica a procesos de largo plazo que destruían las formas políticas que dominaban la edad del clasicismo, reflejo paradójico dominado por la premisa absolutista a lo Jean Bodin: el centro del Poder que ilustra y refuerza. El paradigma clásico será para Sade "La Histoire des Séverambes"(1677) de Denis Vairasse D'Alais (máximo representante del comunismo utópico francés); "La Découverte australe par un homme volant..." de Nicolas-Edme Restif de la Bretonne, "L'Isle inconnue..." de Guillaume Grivel (un fisiócrata tardío).

El tema interrumpe, entre líneas y codificado (por supuesto: la censura) en las páginas de "Aline et Valcour. Ou le roman philosophique" de 1795. Para el propio Sade su novela filosófica más ambiciosa, un producto de “muchos años de insomnio”. Sobre una base de breve argumento novelesco, en el capítulo IV de la primera parte, “Histoire de Zamé”, el relator Sainville se encuentra en la isla de Tamoe, en el Océano Pacífico (situada entre los 25º y 26º de latitud sur). Descubierta por los franceses durante el reinado de Luis XIV, allí el clima es sano, estable y templado y un sabio-filósofo Zamé, un francés que se instaló allí enamorado de una indígena, transformó la isla en un estado próspero y, en especial, ordenado. Zamé (vagamente inspirado en el tirano ilustrado de Platón) propondrá su sistema de gobierno como ideal político para Europa. La legitimación del origen del estado "sadiano" es típica de las filosofías naturalistas desde Hobbes: la ciencia de la política, a través de la figura del legislador estatal, nada tiene que dictar, sólo precisa saber con más certeza qué es lo que en verdad perturba al estado y establecer el equilibrio roto por medio de la ley develada. la voluntad organizadora de la racionalidad natural es, paradoja en las visiones de un Sade anarco-libertario, un Estado extraordinariamente poderoso, ampliado, que diseña a través del absolutismo ilustrado (ya no monárquico) las formas adecuadas del intercambio comunitario y de las instituciones. El espacio privado lo es en tanto transparencia legítima de la totalización y de la síntesis que produce la forma-estado dirigida por Zamé. El estado es el único propietario de todos los bienes, se encargq de criar a los niños y todos visten de igual manera ("un fino lienzo, gris para los ancianos, verde para los de mediana edad, rosa para los jóvenes). El estado entrega a cada pareja una casa y reparte las tierras equitativamente: no existe lujos, por lo que los habitantes son iguales. A esta altura, Sade se ve molesto e incómodo en su contradictorio cuello de socialista autogestionario. Esta utopía despótico-ilustrada es construida por el sabio Zamé en tanto su constitución se deduce de la naturaleza humana individualista y siempre perenne. El mundo de la naturaleza son hombres impulsados egoístamente hacia la virtud y el vicio: supongamos, diserta Zamé-Sade, un huevo colocado sobre el tapete de una mesa de billar y dos bolas arrojadas por un ciego; "la una en su recorrido evita al huevo; la otra lo rompe". ¿Es falta del ciego que ha lanzado la bola destructora del huevo? El ciego es la naturaleza, el hombre es la bola de billar y el huevo roto el vicio cometido... El origen de nuestras pasiones, de nuestras desviaciones (¡ni hablar de la plebe!) depende únicamente de nuestra constitución física. Todo es naturaleza (Sade utiliza a fondo el materialismo de D'Holbach) y no somos más que el ciego instrumento de sus caprichos. Por lo tanto la maquinaria institucional/constitucional no debe basarse en una supuesta potencialidad hacia el progreso o el bien de la naturaleza humana (como sostenía los jacobinos) sino en la racionalidad egocéntrica intrínseca de los hombres, eminentemente falible, volátil y, por ello, concluye Zamé-Sade, muy peligrosa para dejarla a sus anchas. ¿Ciudadanos?... sí, pero muy cerca de ser súbditos, pues: ¿cómo interpelar con las reglas de la razón estatal a imprevisibles bolas de billar?... Sólo queda la esperanza del modelo Zamé, al estilo de las utopías jacobitas (por Jacobo I) inglesas, donde el fénix del orden civil, con su poder concentrado de política y burocracia (en Tamoé hay sólo dos edificios de gobierno: el palacio del Jefe y la administración pública) que intenta, con el mecanismo equilibrador de la ley, utilizar las pasiones egoístas, completas y continuas del "homo oeconomicus", para transformarlas en virtud pública.
Utopía nacida del seno de una familia descendiente de Templarios, llena de obispos, camarlengos pontificios, capitanes de galeras papales, coroneles de caballería, el Sade "político" se yergue como una conjugación, en logos y praxis, encarnada en la persona de un aristócrata nobiliario girondino, "homme de lettres", signado por la decadencia de un regimen y un modo de producción y la conflictiva aparición del capitalismo. Salvada su vida libertina, curiosamente, por el guillotinamiento de Robespierre, Saint-Just, Couthon et altri el 10 de Termidor (o lo que es lo mismo: salvado por la contrarrevolución), pudo concluir en la "Histoire de Juliette" (1797) por boca del príncipe de Francaville, que: "...al gobierno corresponde regular la población, debe tener en sus manos todos los medios para exterminarla si la teme, y para aumentarla si lo considera conveniente..." El fantasma del bonapartismo ya estaba aquí y para quedarse. El Sade "político" es un caso claro de cómo las creencias nacidas de la pasión sirven mal a la pasión. De su obra se puede decir que ha tenido, en su postrera valoración en la filosofía práctica, el beneficio del prejuicio. Pero este problema ya no es del "Divin Marquis" sino enteramente de nuestro tiempo...

martes, mayo 30, 2006

El Otro Zinoviev: negación interna y negación externa

El pasado 10 de mayo falleció, en Moscú, Alexandr Alexandrovich Zinoviev, de profesión maestro de lógica, literato de vocación y sociólogo involuntario del "tardo stalinismo". Mal conocido en lengua española (sólo se han traducido "Cumbres Abismales", en 1979 y "La Caída del Imperio del Mal. Ensayo sobre la tragedia de Rusia" en 1999, espero no equivocar el dato), ya olvidado por sus contemporáneos, en los años finales tuvo un rebrote en una búsqueda proustiana de los tiempos perdidos de Lenin y Stalin. Según muchos, ha creado un género literario nuevo, donde se entremezclan la ferocidad de Swift, el burlesque de Rabelais, las paradojas lógicas de Carroll y la intuición sociológica de Simmel. Un crítico de la prestigiosa "New York Review of Books" aseguró, anunciando la edición en francés de 1976, que en los siglos venideros sería leído y admirado por millones, y sus textos están en la tradición de Hobbes, Voltaire, Swift, George Orwell... Un marxista analítico famoso definió su trabajo con esta interesante transposición: Zinoviev hizo por el estalinismo contemporáneo lo mismo que Marx por el capitalismo de su tiempo. De la misma manera que Marx se esfuerza por demostrar la irracionalidad capitalista, Zinoviev nos hace entrar en el universo alucinante y trastocado del Capitalismo de Estado y la Dictadura Burocrática del Partido Único. "Comprende l'irrationnel", tal la tarea de Zinoviev, y el objeto irracional es la sociedad rusa desde 1921; el método seguido será el de la lógica formal y el de una contra-dialéctica que pueda enfrentar a la ideología oficial de la "Nomenklatura", a la "Dia-Mat". Zinoviev nació en 1932; en 1939 fue expulsado del "Komsomol" por criticar el culto a Stalin; dedicó su tesis doctoral a estudiar el método en "Das Kapital" de Marx, más adelante estudió lógica polivalente, intentando formalizar la lógica dialéctica oficial. Abandonó todo esto desencantado. Se doctoró con una tesis sobre "El método para ascender de lo abstracto a lo concreto", muy en la línea revisionista del deshielo. En unos recuerdos de 1978 escribe: "Desde mi juventud fui 'anti-stalinista' y hasta el fallecimiento de Stalin consideré que la labor más importante de mi vida era hacer propaganda anti-stalinista. Después de la muerte de Stalin ingresé al PCUS con el propósito de luchar legalmente contra el estalinismo. Pero pronto pude observar que de esa tarea se ocupaban los propios stalinistas..." !Stalinismo anti-estalinista¡ Empezó un tortuoso camino hacia la disidencia: "En junio de 1976 me dí de baja del partido, dejé de cotizar y devolví el carnet. Fui expulsado del partido en noviembre o diciembre de 1976". Lo despidieron del Instituto de Filosofía y aprovechando un viaje a un congreso internacional, pudo viajar a Alemania y se quedó allí, viviendo a caballo entre Münich y Zürich. Apoyándose en sus conocimientos de lógica y dialéctica, Zinoviev se ha valido de la distinción entre "negación interna" y "negación externa" para esclarecer ciertos aspectos tragicómicos de la sociedad stalinista y, por derivación, una crítica a la política y al estado. En su obra más conocida, "Cumbres Abismales" ("Ziyaintshie Vysoty"), se describe una ciudad imaginaria llamada Ibansk (Iván, jugando con el significado del nombre más popular y el verbo "joder"). La obra puede ser considerada dentro de un subgénero de "Kritik" a lo político, una suerte de "psicología política", donde pueden incluirse escritores: Joseph Heller, Jaroslav Hasek, Franz Kafka; sociólogos heréticos, como Paul Veyne, o clásicos de la política, como Tocqueville. La descripción alucinante de gobernantes-gobernados en la ex-URSS se basa en una ideología dominante basada en la confusión sistemática entre las dos negaciones, la interna y la externa, es decir, entre "N (no-P)" y "no-NP". Esta distinción fue hecha famosa por Kant, en un libro psico-filosófico, oscuro y ambiguo: "Versuch den Begriff der negativen Grössen in die Weltweisheit einzuführen" (1763). Allí Kant introduce la distinción entre las dos negaciones con algunos ejemplos: 1) la negación externa del movimiento es el reposo; la interna es el movimiento en sentido opuesto; 2) la negación externa de la fortuna es la pobreza; la interna es el "endettement"; 3) la negación externa del placer es la indiferencia; la interna el displacer; 4) la negación externa de la atención es la indiferencia; la interna es la abstracción; 5) la negación externa del deseo es la indiferencia; la interna es el "degoût". Por ejemplo: Zinoviev informa que luego de la muerte de Stalin hubo un período muy breve durante el cual no era obligatorio citarlo, antes que se cerrara la breve brecha de aire fresco haciéndose obligatorio no hacerlo. Otro ejemplo: la oposición de los disidentes desea ser perseguida puesto que la persecución ('qua' negación interna) es también una forma de 'reconocimiento'. Otra: un libro stalinista cualquiera que castiga severamente la pintura decadente de Occidente queda inmediatamente agotado, puesto que difícilmente se pueda criticar las artes plásticas burguesas sin reproducir las obras. El gobierno capitalista de estado se encuentra en un brete: ya que no puede ignorar a los disidentes sin aparentar al mismo tiempo que está admitiendo que los disidentes tienen algo de razón, como, por otra parte, no puede reprimir con severidad sin al mismo tiempo llamar la atención sobre las ideas y reclamos de los resistentes al régimen. La paradójica idea general que fundamenta esta concepción zinovieviana es que no se puede producir, por 'negación interna', un estado que se caracteriza por la 'negación externa', tanto como tampoco es posible producir 'oscuridad' con la luz de una lámpara. Zinoviev ha descubierto la verdadera lógica de impotencia del Poder, más allá de la propiedad formal de los medios de producción. Un régimen cualquiera intenta producir en sí mismo, y en sus súbditos, comportamientos y situaciones que son esencialmente 'subproductos'. Hay 'estados' de la sociedad que bien pueden producirse u ocurrir por derivación o por accidente, y se resisten a cualquier tentativa de producirlos deliberadamente desde una autoridad central. La imposibilidad tiende a ser inherente al actor más que en el estado que éste intenta realizar (estados de las cosas inaccesibles e ineludibles para el régimen). Si un régimen se propone objetivos que son inherentemente inaccesibles, su situación se convierte en ineludible. Hay tambien casos de regimenes políticos que cualquiera sea su objetivo resulta inaccesible 'para ellos' porque son el tipo de actores incapaces de eludir o escapar a su propia situación (Un Rey Midas inverso). Con palabras de Elster: hay agentes políticos que son incapaces de producir 'situaciones' que sin embargo se producen por accidente, no porque su situación sea ineludible o porque la situación sea inherentemente inaccesible, sino simplemente porque la índole del régimen es tal que carece de legitimidad para producirlos. En esta tendencia, los regímenes políticos son al mismo tiempo omnipotentes e impotentes: omnipotente en su poder para destruir y para bloquear la espontaneidad, la acción y al creatividad; es impotente por su incapacidad para construir y para crear (Tocqueville: "la centralización del estado sobresale por lo que impide, no por lo que hace"). El principio fundamental de la 'forma-estado' la sintetiza Zinoviev así: "quienes desean producir un cambio nunca cambian nada, mientras los cambios sólo tienen lugar cuando son ejecutados por personas que no tenían ninguna intención de hacerlo". Dicho en una frase memorable: "las instituciones soviéticas no plantean soluciones a los problemas, sino que son el resultado de la búsqueda de soluciones". En una juicio paradójico, Tocqueville observaba que todos los grandes logros de la democracia liberal (hablaba de la norteamericana) se realizan "sin ella y fuera de ella". Marx (y Zinoviev) se contentan con verificar que una institución, un régimen está justificado por aquello que se logra 'contra ella y debido a ella'. Zinoviev, quien creía desnudar la anatomía del capitalismo de estado y el dominio del partido único, con su fino escalpelo de lógico tocó el nervio del estado y cómo combatirlo. La esencia de la opresión, decía, se encuentra en el hecho de que incluso la tentativa de suprimirla sólo puede lograrse de manera opresiva...

miércoles, mayo 24, 2006

Sevillano y Rojo: el joven Borges

"Yo me sentía sevillano..." confesaba un viejo y sincero Borges. La familia Borges se trasladó, llegado el invierno de 1919, de Mallorca (vivieron en la aldea de Valldemosa), vía ferrocarril de Barcelona. Habían viajado a España, como Robert Graves en la misma época, porque era "hermosa y barata". Tenía muchos buenos recuerdos de la antigua Hispalis; Madrid le pareció una ciudad provinciana insoportable. En la capital el joven Borges, un "rojinegro", admirador de la revolución rusa (entonces no se la reducía a "bolchevique" como en el mito moderno), seguía orgullosamente hablando con acento andaluz (bueno: el acento argentino y el andaluz se parecen). Los biógrafos coinciden en una cosa: su padre siempre promovió en el vástago un "anarquismo literario" y que en febrero de 1917 adhirió con entusiasmo y pasión a la caída del Zar y al octubre rojo. Borges devoró la obra de Max Stirner (según Feuerbach, "el escritor más genial y libre que he conocido"), simpatizando con la corriente anarco-sindicalista, que participó ampliamente en la revolución. Stirner lo llevó a Schopenhauer y acto seguido a Nietzsche. Quizá el destino de "El Único y su Propiedad", nos explique algunos comportamientos equívocos o la metamorfosis ideológica del último Borges. Marx escribió un furibundo "Anti-Stirner": "Sankt Max", Stirner, era críticado como parte de la ideologia alemana y como representante del individualismo abstracto de los jóvenes hegelianos. A la abstracta antítesis entre "humano" y "único", el joven Marx le contraponía la antítesis concreta e histórica de emancipación. No se trata de que "Yo" me desarrolle sino de liberarse de un modo determinado de desarrollo: el de la sociedad clasista. Por lo tanto sólo los individuos que se desarrollan en un plano universal, unidos orgánicamente (organización), ya no los "Únicos" stirnerianos que se "utilizan", se "devoran" o "consuman" mutuamente, pueden aspirar a emanciparse del dominio de las relaciones y la casualidad, al desarrollo de todas las facultades humanas.El problema de descender del mundo de los pensamientos al mundo real, dirá Marx, se convierte así en el problema de descender del lenguaje a la vida. Borges era un stirneriano vergonzante. Como Nietzsche, ocultó la influencia de Stirner por motivos idénticos: habría quedado desacreditado para siempre entre las personas formadas de todo el mundo si hubiera dejado notar algún tipo de simpatía por un burdo y desconsiderado Stirner, que hace alarde de un desnudo egoísmo y anarquismo, un individualismo extremo, que lo hizo un leproso en la historia del pensamiento. Nada hay en su autobiografía, ni en sus hagiógrafos, nada en sus constantes autointerpretaciones de su obra y vida sobre la huella de la obra "más audaz y consecuente desde Hobbes" (Nietzsche). La primera estación genética fue su estadía en Suiza. Ginebra (esa ciudad "hecha de garúas") era un epicentro de la emigración revolucionaria de mediados del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX (en realidad mucho antes: desde el Edicto de Nantes). El erudito puede constatar una increíble coincidencia: la familia Borges vivió en la Rue Malagnou; en la misma calle, más al sur, en el Nº 29, vivió exiliado Lenin en 1895. La casa pertenecía a un "émigré", Shujt, cuya hija era ahijada de Ulianov. Un compañero de militancia, V. D. Bonch-Bruévich (el mismo que decidió la construcción del mausoleo), describe así el ambiente cultural ginebrino en el '900: "Herzen, Bakunin, los partidarios de Karakózov, los populistas, los anarquistas, los adeptos a 'Tierra y Libertad', los de 'La Voluntad del Pueblo', los socialdemócratas y, finalmente, los bolcheviques, viviamos tranquilamente en los libres cantones de la República Suiza". Existe un bajorrelieve en la Torre de la place du Molard que representa al espíritu calvinista de tolerancia, con forma de una mujer que tiende la mano a un exiliado ("Geneve, Cité de Refuge"). En esa ciudad de refugiados políglotas (protestantes, garibaldinos, carbonarios, polacos independentistas, demócratas alemanes del '48, comuneros parisinos...), de cafetines sociales (en el famoso 'Café Treiber' se cantó por primera vez las estrofas de la 'Internacional'), de imprentas socialistas (en una pequeña tipografía cooperativa se imprimieron los materiales de la Iº Internacional), casas editoriales radicales (en la estrecha Rue de Lancy se editaba en ruso las obras de Marx y Engels) y bibliotecas públicas bien dotadas ("Ginebra tenía siempre a mano una biblioteca cómoda", Lenin dixit) Borges abrazó apasionadamente los ideales anarco-comunistas. Este Borges llegaba de Ginebra "ebrio de Whitman, pertrechado de Max Stirner, secuente de Romain Rolland" (De Torre, 1925), declaraba mejor poeta alemán de la época al izquierdo-expresionista Johannes Becher, "quien supo rimar la gesta de la guerra y la revolución, compañero de Liebknecht, desde las barricadas de Berlín nos tiende sus poemas" (la revista "Die Aktion" , cuyos poemas tradujo Borges, era totalmente anarquizante) y al poco tiempo de instalarse en el victoriano "Hotel Cecil Oriente Sevilla" (Plaza Nueva), confiesa en sus "Cartas del Fervor": "he hecho aquí algunos amigos, unos tipos muy amables, poetas ultraístas... y con ellos mucho he noctambulado,... he vaciado copas, inspeccionado bailes de prostitutas, comido 'churros', jugado e incluso ganado en la ruleta, y anteayer por la noche he visto el amanecer que se abría en una tormenta de luz sobre el Guadalquivir y transformaba los vidrios del pequeño café donde estábamos en raras y espléndidas vidrieras de púrpura y azul pálido..." Sevilla tenía una intensa y politizada vida literaria, muchas vanguardias, revistas, "un generoso estilo de vida oral, esa atmósfera de reuniones literarias y de cafés, donde la literatura aparecía viva de una manera llamativa; una atmósfera que nunca había existido en Argentina..." rememoraba Borges. Una de las aventuras era apedrear la casa de Luis Montoto, cronista y poeta oficialista, hoy avenida. La característica más original de la historia de España contemporánea y de Andalucía, en particular, quizá resida en el extraordinario desarrollo del anarcosindicalismo, desde los principios de su difusión (1868) hasta finales de la guerra civil (1939). Cuando Borges pisa el barrio de Santa Cruz, los afiliados de la CNT sólo en la región catalana (incluida Mallorca) ascienden a 400.000; el congreso de Madrid (1919) representa ya a 800.000 sindicados; en 1920 serán un millón. En Sevilla confirmó su pasión política y literaria: publicó su primer poema y conoció a quien consideró su primer maestro: Rafael Cansinos-Assens. El Borges que llegó a la Argentina repudió silenciosamente su pasado "anarco-comunista" y su fervor soviético se ensombreció con la represión del motín popular de Kronstadt. Su evolución política equívoca quizá lleve oculta, como un gusano enroscado, las propias contradicciones de "Sankt Max" y explica su lenta evolución hacia un anarquismo aristocrático (al estilo, salvando las diferencias, de Jünger). Pero detengamonos en el tiempo y disfrutemos de este sevillano por adopción: el poema anarco "Rusia" (con ilustraciones de su hermana) fue publicado en la revista sevillana "Grecia", uniendo la técnica ultraísta (metáforas plásticas, concisión, imagenes creadas), con ritmos whitmanianos y el fervoroso anarcomunismo:

"Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres
y el sol crucificado en los ponientes
se pluraliza en la vocinglería
de las torres del Kremlin
El mar vendrá nadando a esos ejércitos
que envolverán sus torsos
en todas las praderas del continente
En el cuerno salvaje de un arco iris
clamaremos su gesta
bayonetas
que portan en la punta las mañanas"

domingo, mayo 21, 2006

Spinoza y el Pescador Rebelde

Spinoza (Espinosa) fue un pensador holandés de origen judeo-español (sefardies) cuya filosofía puede reducirse a la expresión escolar "panteísta". Russell (del que sus alumnos decían que podía ser candidato a Dios) en su autorizada "Historia de la Filosofía Occidental" (gracias RBA) afirma que, de todos los grandes filósofos, el más querible es él. Borges se refiere muchas veces al "Dios de Spinoza": "una sustancia infinita, infinitamente dotada de infinitos atributos. Ese concepto es extraño a otras teologías, es propio de Spinoza". En algunos cuentos menciona argumentos "more geometrico" e incluso le dedica dos poemas y una conferencia. En la "Encyclopedie" de los iluministas franceses, su filosofía es calificada con la de Hobbes de "monstruoso sistema" ("le système pernicieux"). Pero el Spinoza que aquí queremos es el filósofo político, casi el militante de base. El joven Marx en 1841 rellenó uno de sus famosos cuadernos con un estudio del "Tractatus theologicus-politicus" y reconocía que Spinoza había develado la axiología de la alienación política. Según testimonios cuando hablaba era como el filósofo neoplatónico Proclo, cuya elocuencia era tal que emitía una especie de resplandor. Puesto de moda por obra y gracia de Deleuze y más tarde el último Toni Negri, la actualidad de su pensamiento está patente por la enorme bibliografía (más de 3000 títulos desde 1971), revistas, asociaciones de amigos, congresos y demás, nos ha descubierto un Spinoza metafísico, monista, materialista, comprometido con su tiempo, que había escrito una Ética y que dentro de esta ética, como via regia a la libertad y la felicidad, desempeña un rol decisivo la "vida civil" y la forma del estado. A primera vista a nuestros profesores con caspa les resulta sorprendente el espacio que Baruch le dedicó a la política: un cálculo por folios nos daría más de un tercio del total. Allí está, curioso y solitario personaje, en un país extranjero, un sefardí expulsado al mismo tiempo de su "nación" y de su etnia (excomulgado), sin profesión pública (pulía lentes), sin casa propia, con su proletario pequeño cuarto de lectura, sin mujer e hijos, con pocos amigos, pero que protesta con peligrosa energía contra quienes denigran la condición humana, contra los poderosos y vibra de entusiasmo ante la idea de un anónimo pescador napolitano liderando la rebelión popular del siglo. Tanto fue su entusiasmo que como un "AntiHobbes" anotó: "homo homini Deus" (E., IV, 35). Nuestra reflexión parte de una anécdota... Toda anécdota existencial puede ser entendida como experiencias axiomáticas que pueden inducir o constituir efectivamente la convicción en que se base toda una filosofía práctica. Cuenta un conocido: "en un álbum de retratos suyo encontré, en la cuarta página, a un pescador dibujado en camisa con una red de pescar sobre su hombro derecho, exactamente como en los cuadros históricos se representa al notable líder rebelde napolitano Masaniello. El señor Henryk van der Spyk, su último casero, decía de él que se parecía al mismo Spinoza hasta en los más mínimos detalles y que sin duda él mismo se había tomado como modelo". El objeto de devoción era Tommaso Aniello d'Amalfi (detto "Masaniello"), uno de los líderes de las insurrecciones napolitanas en 1647-1648, levantamientos espontáneos, de masas, urbanos y potencialmente derivables a una lucha mortal entre ricos y pobres. Nápoles, un virreinato español, se había transformado en un Behemoth urbano, descontrolado en su densidad demográfica, un crisol de clases diferentes y sede de instituciones de un gobierno despótico. Y en el medio del descontento de la multitud, la Guerra de los Treinta Años. Los protagonistas más destacados de estos tumultos fueron las clases afectadas por la política fiscal estatal (baronaggio), los trabajadores y los marginados, pero nunca alcanzaron una convergencia revolucionaria decisiva. El motín fue el más agudo de su época, tanto en su caracter antifeudal, antiestatal y autónomo, y fueron "los diez días que conmovieron al mundo" barroco. Masaniello deviene el primer día un orador furioso, un gran tribuno, que conjuga la protesta con formas horizontales de organización, con una representatividad social insuperable, un antipolítico consumado, que desarma el mecanismo del gobierno vicerreal: mediación aristocrática, lúmpenes y provocadores paramilitares, estructuras populistas, ritos de honor y religión. Su brevísima "Reppubblica" popular, que reclamaba derecho iguales, reforma fiscal y representación de la plebe en las cámaras de gobierno, enfrentada al modelo barroco, es una contradicción en carne viva, que culminará con su asesinato. ¿Spinoza se veía como un Masaniello holandés?... seguramente. Las huellas de la lucha de ricos y pobres halla eco entre líneas: "La verdadera felicidad, la beatitud, consiste sólo en el goce del bien y no en la satisfacción de que disfruta un hombre porque goza de él con exclusión de todos los demás hombres. Si alguno se juzga feliz porque tiene privilegios de que están privados sus semejantes y porque se vio más favorecido de la fortuna, ignora la verdadera felicidad". El programa mínimo de los insurrectos: el fin del estado es la felicidad colectiva y la democracia es la forma más cercana al estado de naturaleza del ser humano. Las huellas del pescador subversivo se encuentran a lo largo de su obra, como cuando nos descubre su admiración oculta: "los hombres de conciencia clara no temen a la muerte ni piden clemencia como los criminales, pues sus espíritus no se ven atormentados por los remordimientos que produce la comisión de hechos vergonzantes; consideran un mérito, no un castigo, morir por una noble causa, y un honor morir por la libertad. Y puesto que dan sus vidas por una causa que es incomprensible para los holgazanes y los idiotas, odiosa para los sediciosos y querida por los buenos, ¿qué les enseña a los hombres su muerte? Sólo emularles, o al menos a reverenciarles".

sábado, mayo 20, 2006

El rodeo de los poderosos

En una entrevista reciente, el presidente de Argentina, Néstor Kirchner (su nariz pronunciada, remolino en la coronilla, ojos saltones, estrabismo, le valieron los apodos de Flaco, Cara con Mango, Tordo, Cuervo, hasta estabilizarse en Lupín/Lupo) confesó extasiado que lo más deseaba después de su paso por la política era retirarse a su asiática residencia en El Calafate y disfrutar de la vida contemplativa. Curioso: Menem, el ante-anterior presidente, también peronista, confesaba el mismo deseo, salvo por un cambio geográfico: su paz de estadista sería en otra región, en el Norte, en su impresionante refugio de Anillaco. También lo confiesa George W. Bush Jr. en Crawford, Texas. El anhelo de los herederos de Perón nos recuerda aquel relato que Michel Eyquem de Montaigne repetía sobre el famoso rey Pirro (no confundir con el amigo y poeta Piro), el mismo que desafió a Roma e inventó la "victoria pírrica", que sigue buscándose con fascinación. Contaba la leyenda que su consejero Kyneas escuchó con atención sus planes de conquistar la Magna Grecia, Italia, luego España y las Galias, para finalmente apropiarse de toda África. El sabio consejero le preguntó que haría después de ese triunfo absoluto, a lo que Pirro respondió lo mismo que el presidente Kirchner: un retiro en un lugar en el mundo. Acto seguido Kyneas le preguntó: "Oh, Pirro: ¿por qué entonces no desea hacer y dejar de hacer lo que, en cualquier caso, piensa hacer y dejar de hacer al final de tan grandes ambiciones?" La intución era fantástica: el consejo de seguir el camino más corto entre determinación y consumación comprende la idea de racionalidad perfecta en su estado más puro. El caso límite de una conquista sangrienta y temeraria del mundo o la perpetuación fáustica en el poder parece un inútil y costoso rodeo para alcanzar la siesta en Epiro o en Santa Cruz, un capricho extravagante para lograr, con las mayores dificultades y el dolor ajeno, algo que el rey Pirro o Kirchner podrían obtener con mucha facilidad. Incluso para una abdicación eventual ni siquiera tendrían que bajar su suntuoso nivel de vida. Pero: ¿tiene la sagacidad filosófica del consejero Kyneas algo que ver con la sabiduría de la naturaleza de los hombres poderosos?, ¿puede un hombre ebrio de poder e influencia gozar de un retiro sin haberse privado hasta el límite de este placer patológico? Arrastrar consigo, por una orbe entera o por cuatro años más, a millones de infelices teniendo la expectativa de un descanso imperial y glorioso es, sin dudas, el retiro absoluto. El otro punto ya es político: ¿puede irse al retiro un rey o un caudillo populista en tanto haya alguien en el mundo que lo pueda perturbar, aún cuando no se pueda saber si existe ese alguien que quiera hacerlo? Un autócrata, un cruel gobernante, un mandatario corrupto puede ser perturbado por todos aquellos que tengan poder para ello y el único medio de neutralizar ese miedo a las turbulencias, que pueden oscurecer la epifanía del retiro absoluto, es vencerlos siempre, antes y a todos. Por supuesto: una utopía reaccionaria y la demostración de una impotencia del poder. Porque el poderoso es omnipotente en su poder para destruir y bloquear la acción; pero impotente por su incapacidad de construir y crear, de salvarse del viejo topo de la historia. Y este no es el mal menor al que pueden exponernos nuestros Pirros posmodernos. Dejemos nuestros poderosos y su añoranzas de un retiro seguro y absoluta con unas palabras de Montaigne sobre los políticos, reyezuelos y demás farsantes: "¿Por qué la gente respeta el atavío y la apariencia más que el hombre?... a ese Emperador, cuya pompa te deslumbra en público... míralo detrás del telón, y no verás más que a un hombre corriente... las almas de los emperadores y los zapateros están fundidas en el mismo molde... sentados sobre el más elevado trono del mundo, seguimos sentados sobre nuestro culo (nostre cul)".

martes, mayo 16, 2006

"Romantisme" y Republicanismo: Victor Marie Hugo

Borges no lo trató bien, tenía de él opiniones ambivalentes, nunca habló de su obra salvo en alguna entrevista poco conocida. Solía recordar que Macedonio Fernández cuando se le nombraba a Hugo respondía: "No me vengas con ese gallego insoportable. El lector se ha ido y él sigue hablando". Pero en un cuento importante, "El Otro", en un lugar clave cita el verso: "L'hydre-univers tordant son corps écaillé dástres" de "Les contemplations". Lo cierto es que en mayo, el 22, se conmemora tantos años de la muerte del arquetipo del sacerdote poético de la Modernidad. Su padre fue un personaje digno de "Cuento Militar: El duelo" de Joseph Conrad: Joseph Leopold Sigisbert Hugo, dit "Brutus", apodado así por su fervor republicano-napoleónico radical. Sus primeras armas fueron contra la contrarrevolución de los chuanes durante la Revolución Francesa. Víctor vino al mundo en Besançon, un pueblito de la Alsacia que había sido español, mientras su padre combatía bandidos, contrabandistas y desertores. Según su progenitor, Víctor fue concebido "en el medio del aire", en uno de los más altos picos de los Vosgos. Curiosidad sin paralelo: hoy pude uno viajar al monte Donon y encontrar entre nubes el lugar exacto de su concepción, una piedra marca el acontecimiento: "En este lugar, el 5 de Floreal, del 9 año, Víctor Hugo fue concebido". La vida de la familia, como el teniente Feraud (el deslumbrante Keitel en la adaptación fílmica), siguió la parábola del auge, triunfo y caída de Napoleón: Córcega, Elba, del Rhin a Nápoles, hasta llegar a España, donde encabezó la toma de Ávila y se le encomendó "pacificar" la provincia de Guadalajara y de la capital, Madrid. "Brutus" se destacó como un gran comandante contra-insurgente enfrentando la novedosa guerrilla española (incluidas "Intifadas"). Ya había derrotado a otro guerrillero pero calabrés: el famoso y operetístico "Fra Diavolo". Víctor pasa su infancia en la tumultuosa península: en Burgos con nueve años quedará impactado con la catedral de estilo gótico mientras los infantes franceses practicaban el tiro con mosquete sobre la tumba del Cid Campeador. En Madrid aprenderá los rudimentos de un raro deporte traído por los ingleses de Wellington con mucho futuro: el fútbol. En medio de un escándalo amoroso-político (la madre de Víctor tenía un amante, el general de Lahorie, que le enseñará latín a Víctor, su ahijado, y será fusilado por conspirador en 1812) José Bonaparte impone al ahora general Hugo que traiga a sus hijos a París, donde comenzará la educación en el convento de las "Feuillantines". Allí se sumergirá en traducciones de Tácito y en recitar a Horacio. Comienza, en sus "Notebooks", a garapatear elegías, baladas, aleluyas, odas a la monarquía ("Digne fils du plus grand des rois...") y cantos gregorianos, que a criterio de su mejor biógrafo, Robb, son graffittis escritos en las letrinas de la historia. Como Arouet sus inicios fueron de elogiador de príncipes. En 1817, quince años, recibe una mención especial en el concurso anual de poesía de la Académie y en 1820, plena restauración monárquica, Luis XVIII lo premia con una suma generosa por su real lírica. Hugo, monárquico por herencia materna, es llamado el "enfant sublime" de la Francia católica y reaccionaria por Chautebriand y los salones literarios de Paris. Con 18 años cumplidos tiene juventud, poder y poesía. Luego de su casamiento comienza una rebeldía interior, una metamorfósis que el biógrafo entiende como una inflexión de las implicaciones revolucionarias de su arte sobre su forma, sobre su pluma reaccionaria. Como el joven Marx, el "enfant sublime" cede su lugar al "enfant terrible", su primera disidencia fue literaria-política, como la de Marx fue filosófica-política: la evolución de Hugo fue su rebelión contra la tradición de la poesía oficial y el teatro clásico. Su prefacio de "Cromwell" (1827) y la representación de "Hernani" (1830), por cierto ambientada en Zaragoza en 1512, fueron acciones revolucionarias, como lo fue la "Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel" (1843) de Marx. El verdadero Hugo surge junto a la decadencia de una categoría problemática, el romanticismo, según Robb un "epistemological bucket", un agujero negro en el que un número indeterminado de definiciones pueden ser arrojadas. La palabra "romantisme" aparece por primera vez durante la coronación de Napoleón en 1804. De acuerdo con su propia definición, la de Hugo, el romanticismo "es" el liberalismo político en forma literaria, el complemento de la libertad en la sociedad civil. Tanto la poesía como la política práctica tienen la misma divisa: tolerancia y libertad. La máquina de guerra de Hugo es "Hernani", el más grande golpe cultural del siglo e icono del penetrante "Stil Nuovo": íntimo, idiomático, entre irónico y trágico, entre apasionado y cómico, heroico, sí, pero también prosaico burgués. En otras palabras: el canon moderno. Pero el romanticismo no sólo es la hostil rebelión y resistencia dominada por la exaltación de lo subjetivo y lo excepcional, sino la mutación sin retorno de una prole ilustrada monárquica que ya no se acomoda a la nueva sociedad del capital, sino intentando sobrepasarla. Hugo es paradigmático como nacimiento de esa "Élite de jeunes hommes, intelligente, logique, conséquente, vraimente libérale" que vive en la frontera ideológica. El escritor profesional, el editor mercantil, el periodista de oficio, la opinión pública burguesa (la Öffentlichkeit"), la nueva burguesía con capital cultural como "Nueva Clase" y como vocación profética humanitaria. La libertad romántica, tendencialmente republicana y socialista, acuñada por Hugo, Vigny y Saint-Beuve, reviste al intelectual ya irremediablemente laico de un poder sin límites, de un control sobre la "Gran Tradición" y sus medios de trabajo, de una libre circulación de las mercancías culturales y la apropiación privada de una renta cultural que es histórica y estatal. Se re-descubre al Pueblo como cliente, "le public", se establece la teoría del justo medio en política partidaria (su lema: "Dans les lettres, comme dans la société, point d'etiquette, point d'anarchie: Ni talons rouges, ni bonnets rouges"), y la forma-dinero pasa, sin más, a la conciencia intelectual, o como dice Hugo: "El genio romántico se asemeja al cuño que imprime la regia esfigie, lo mismo sobre las monedas de cobre que en las onzas de oro". Aquí el dinero metálico se transforma en la quintaesenciada (si me permiten) imagen idolátrica del espíritu, base de la invertida dialectica burguesa entre "Warenform und Denkform". El caso Hugo abre la vasta cuestión de la coronación del escritor como profesional, el arte como nueva credencial y mecanismo de distinción social, el "genio" como un nuevo sello ministerial y burocrático, en suma: el origen de una nueva clase, que junto al político profesional acompaña la estabilización del mundo burgués. Hugo siguió madurando y radicálizandose; según su propia descripción: "soy liberal, socialista, dedicado al Pueblo, sin embargo, no republicano, aún poseído de una cantidad de prejuicios contra la Revolución, pero execrando el estado de sitio, las deportaciones sin juicio previo y a Cavaignac con su falsa república militar". A partir de entonces se dedicó a solucionar los tres problemas del siglo: "la degradación del hombre por el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas". Y así lo hizo: Hugo se adhiere al socialismo activo y combativo; escribe su novela más popular: "Les Miserables". La quinta parte es el fresco más impresionante y memorable que se haya escrito del capitalismo urbano del siglo XIX. Allí está: como tribuno del Pueblo en la plaza de los Vosgos (imagen). Combate la pena de muerte; defiende desde su cargo de senador a los insurrectos de la Comuna de 1871 (entre ellos a Louise Michel, la autora de las famosas memorias), es expulsado de Francia y estará veinte años en el exilio político. Su retorno y su sepelio serán acontecimientos populares como nunca los hubo en Francia y movilizaciones republicano-socialistas. Sobre Hugo tenemos curiosidades y casualidades: estudió en Madrid en los escolapios del Colegio de San Antón, en la calle Hortezuela, experiencia que nunca olvidó, junto con un joven mestizo latinoamericano, José de San Martín, futuro masón y libertador de Argentina, Chile y Perú; y también con Marx: del famoso golpe militar del 18 brumario existen solo dos textos: "El 18 brumario de Luis Bonaparte" y el de Hugo, "Napoleon, le petit". Además, en un homenaje indirecto, Marx llamaba a Napoleón III "el Quasimodo de la Revolución Francesa" y citaba a Hugo en su prefacio a la segunda edición de 1869. Sobre la puerta de su biblioteca del exilio, en las islas del Canal de la Mancha, Jersey, Hugo había fijado el siguiente norma cotidiana:
"Levantarse a las seis, cenar a la diez
comer a las seis, acostarse a las diez
haces que vivas hasta diez veces diez"

jueves, mayo 11, 2006

Desventuras de la Criptografía: entre Beckham y Lenin

A David Beckham (sí, ese, el "British Soccer Megastar") le han robado en los últimos seis meses no una, sino dos cuatroporcuatro BMW, el modelo X-5, blindada con un precio de 100.000 € la unidad. Beckham posee una colección de camionetas que incluye Hummer H-2, Bentley Arnage y Lincoln Navigator, entre otras. La culpa es de la criptografía, no tanto mala como muy simple, que utiliza el sistema de control y seguridad de la camioneta basado en un código de 40 bits (simple-secure server, la conocida SSL), el sistema RFID, sencillo de quebrar por adolescentes universitarios del Este, con una laptop y un "reader". Los expertos sugieren 128 bits para estar seguros y de 1024 en agencias de seguridad y áreas sensibles. Pero la mala criptografía también cruza la captura del mayor prófugo en la historia de Occidente, "Zio Binu", Tio Berny, Bernardo Provenzano, el cerebro de la "Cosa Nostra", bautizado con un mote tenebroso en sus tiempos de Killer: "U Trattori" (Tractor), con página web propia. Su caida se debió a su sistema de comunicaciones clandestino, la encriptación ingenua de los famosos "pizzini" (notitas)... En la requisa de la choza-guarida donde malvivía, se le encontró un "zubbu", símbolo patriarcal, báculo de poder, un bastón que se usa para densar la ricotta, una "lupara", una máquina de escribir herrumbada, un rosario de madera, el Antiguo y Nuevo Testamento, profusamente anotados (curioso: Provenzano era el cerebro político: Napoleón tenía en su biblioteca las biblias en el anaquel "Política"), 10.000 euros en los calzones, la imagen del Padre Pío (Francisco Forgione) y panfletos electorales de Cuffaro, el presidente berlusconiano de Sicilia. La criptografia de Provenzano daba pena (¿o daban pena los policías que debían encontrarlo?): el código se basaba en que a la posición de cada letra en el alfabeto italiano se le sumaba un tres. Asi: a=4; b=5... pero aparte utilizaba mensajes con números, expresiones inconexas (algunas bíblicas) y subterfugios semánticos: "Te mando 5.000 por el trabajo de T". El método de "cifra de sustitución" era el mismo... ¡que César utilizó en la Guerra de las Galias! La criptografía, esta vez inteligente, decidió la naturaleza de una joven tendencia dentro del partido socialdemócrata ruso (POSDR), que debido a la autocrática censura del zar se vió obligado a dominar el arte de la escritura secreta. Un aspecto poco conocido de Lenin es su actividad como criptógrafo y maestro de la literatura ilegal, militante encubierto. Krupskaya, su esposa oficial, nos dice en sus memorias: "Vladimir Illitch era el que mejor sabía trabajar desde el punto de vista conspirativo... nos enseñaba a escribir en los libros por medio de procedimientos químicos, por medio de puntos, emplear signos convencionales...". Como contaba Valerio Probo de César, los bolcheviques empezaron a utilizar la mismas técnicas de comunicación secreta en 1904 que usaban los romanos: cifras de sustitución y códigos. El más popular entre los militantes era esconder un mensaje con signos estenográficos escribiendo en el interior de un libro banal con tinta invisible o jugo de limón, o con referencias a número de página, línea y letra, con lectura oblicua. Lenin dio un paso más: creó un lenguaje esopiano revolucionario utilizando la tradición anarquista (leer las memorias de Kropotkin) y populista (Narodnaya Volya) en trabajo ilegal. Tomó un código común en las cárceles zaristas (y luego usado en las cárceles bolcheviques y stalinistas) llamado "Polybius Square" (invento del famoso historiador), que sustituía letras por números: así "bomba" sería: 12 34 32 12 11. Los niveles de encriptado fueron profundizándose, de tal manera que se le sumaban hasta tres niveles más. El uso intensivo y trágico del alfabeto cuadrado aparece en la conocida novela sobre las purgas stalinistas de Koestler, "Darkness at Noon". Con este método usaron libros inocentes o clásicos (desde una biografía de Spinoza a un libro de poesía de Nekrasov) para pasar correspondencia, artículos y mensajes urgentes. Incluso un menchevique, el economicista Akimov (uno de los perros de paja en el "¿Qué Hacer?"), publicó en Ginebra en 1902 un libro titulado "Sobre códigos" donde resumía en detalle los métodos de cifrado, estimulando en los jóvenes militantes el arte del encriptado. Otros recuerdos de una militante que ayudaba con la correspondencia en Suiza, L. A. Fotieva, relata su trabajo gris codificando y desencriptando parte de los textos y re-escribiéndolos con métodos químicos, alfabeto cuadrado y varias palabras-clave, incluidos en avisos clasificados y cartas de lectores en periódicos legales. Lenin era un publicista preciosista, tal su ansia por los métodos de cifrado, como bien se devela en su definición de la teoría revolucionaria: el marxismo sin palabras apropiadas es nada.

martes, mayo 09, 2006

Miseria de la Blogósfera

Humano, demasiado humano el bloggeador para no caer en la insoportable levedad del ser. Autorreflexión: se cumple un mes de esta bitácora, más filosófica que periodística; más política que autobiográfica. La blogósfera también tiene su propia "inmaculada concepción", su autorreferencialidad, su autismo, su falsa comunicación (para un bloggero no hay nada peor que comunicarse con otro bloggero, o sea: el infierno es el otro bloggero). El blog sufre las mismas inclemencias que el vapuleado periodismo escrito, salvo que ahora la ilusión es ser pequeño propietario. Este simple gráfico tiene toda la potencia de la verdad, de la "aletheia" de la que hablaban los filósofos presócraticos: desocultamiento de la condición primordial, según Heráclito, el oscuro. Lo cierto es que hay una progresión geométrica de las visitas del autor a chequear sus "stats" y una estabilización, meseta y lenta decadencia de su tráfico real: sus lectores. La bitácora es un apéndice narcisista irremediable... ¿es pecado del instrumento o la ideología espontánea del autor? Además de la patología llamada "mónada virtual", donde el blog sólo existe en un canal de ida sin vuelta (y si no chequear la olímpica indiferencia por los "feedback" de los posts en la mayoría). Como la mónada el blog es puro apetito (de información generalista en la mayoría o "linkear" a diestra y siniestra) y percepción, son como espejos indestructibles del universo binario. Y es que aunque se entienda al blog como una "Tertulia de Bar", según el amigo Juan Varela, es una tertulia monológica, donde la revolución del "ida-y-vuelta" es autolimitada. Y no sólo eso: sufre de la misma patología que el periodismo más craso y raso: el "Culto al Acontecimiento" como le llamaba Lenin a la prensa burguesa. La novedad llamativa, el fulgurante brillo curioso que nos permita quebrar la maldita lógica del blog. Kraus diría de los blogs: no tener una idea y poder expresarla, como un periodista. Los bloggeros escriben porque no tienen nada que decir, y tienen algo que decir porque escriben: ¿tendrá este final krausiano la blogósfera? ¿podrá apestar al mundo con cierto talento?...

miércoles, mayo 03, 2006

"Fréres des tranchées" y la teoría de los juegos

Primera Guerra Mundial o la "Gran Guerra". Fines de 1914. Un frente de ochocientos kilómetros atravesaba Bélgica y Francia marcado por horribles matanzas. Un oficial británico, de inspección por las trincheras, se sorprende al observar que los alemanes iban y venían tranquilamente, a tiro de fusil, tras sus propias líneas y a nadie parecía importarle. ¡Fraternización con el enemigo!... ¡Alta traición!... los infantes rasos, rangos bajos y proletarios, el candoroso suelo popular y clasista de las maquinarias bélicas, espontáneamente había desarrollado una política no-oficial de "vivir y dejar vivir" en una contienda interimperialista. Un sistema de confraternización éndemico durante toda la guerra de trincheras, ahora recordado por un film francés, "Joyeux Noël", de Christian Caron, un libro del prestigioso historiador Marc Ferro, otro en alemán de Michael Jürgs, uno más en inglés de Brown y Seton y un documental del agudo director Gaumnitz, aunque reconocemos en nuestra memoria el estudio de 1980 basado en cartas, diarios y reminiscencias de un sociólogo británico, Ashworth y un pionero videoclip de Paul McCartney en los '80. ¿Y la anécdota verídica relatada por Robert von Ranke Graves en su autobiografía "Goodbye to All That"? Lo cierto es que floreció la estrategia de cooperación a pesar de la represión, de la propaganda y de los esfuerzos de los aristócratas oficiales de alta graduación de todos los ejercitos implicados: la fraternidad de abajo se impuso donde menos se la esperaba. Hubo de todo: partidos de fútbol, intercambio de arbolitos de navidad, cantos de ópera, encargo de víveres, visitas recíprocas, etc. Incluso la hora de 8 a 9 de la mañana estaba considerada como consagrada a "asuntos particulares" por lo que ciertos lugares estaban marcados con banderolas como fuera del alcance de los tiradores de ambos bandos. O no atacarse con mal tiempo o nunca bombardear el suministro de raciones. Se calcula que un 30% de todos los turnos de trinchera practicaron la desobediencia más humana. Los casos de fraternización y desobediencia militar fueron comunes en la guerra de la independencia española (ingleses, españoles y franceses) y en la Guerra de los Boer. El fénomeno "Live and Let Live" fue duramente reprimido (se castigaron batallones completos), silenciado en las historias oficiales pero rescatado por un grupo de pensadores neoconservadores que habían desarrollado la "Game Theory" y para la cual la realidad de una cooperación sin amistad y sin una autoridad central era una paradoja. La base filosófica de los "neocons" era el "homo economicus", una antropología hobbesiana, donde el hombre es un ser racional, instrumental, egoísta, amoral, que optimiza en función de sus oportunidades su utilidad máxima. Como los creadores pretendían que esta teoría podía explicar y predecir toda conducta humana posible, incluso refundar la misma teoría económica, los zaparrastrosos soldados cooperando por razones éticas o humanitarias en el pueblito de Saint Vlaast negaba su hipótesis antropológica. Para los teóricos, la cooperación entre enemigos mortales caía dentro del llamado "dilema del prisionero iterativo", donde existe la proyección de futuro, es decir: para el jugador es racional cooperar ahora para asegurarse cooperación en el futuro próximo. A diferencia del individualismo metodológico de la teoría (los buenos siempre pierden y la supervivencia del más apto), los soldados de origen popular comprendían perfectamente su situación como grupo y se esforzaban activamente por hacerla lo menos ingrata, lo menos inhumana posible. Comprendían no sólo las consecuencias de sus actos o de una orden injusta, sino aplicaban estrategias basadas en la reflexión colectiva y en la experiencia social. Aprendieron que la cooperación tenía que basarse en la fraternidad y la reciprocidad, que existía una identidad subyacente más fuerte que la ideología nacional. La evolución de la estrategia revolucionó sus propias conciencias y la carga ideológica nacionalista, hasta tal punto que conmovió los cimientos de autoridad del Alto Mando y los políticos. La ética desarrollada, que trastornaba el hombre amoral de la economía política, quedó ilustrada por este incidente relatado por otro oficial británico: "Estaba tomando el té... cuando oímos un gran griterío. Nos encontramos con nuestros hombres y los alemanes en pie sobre sus respectivos parapetos. Súbitamente cayó una salva de artillería que no causó daño. Ambos bandos se parapetaron y nuestros hombres empezaron a maldecir... de pronto un valiente alemán se irguió y gritó: 'lo sentimos mucho; esperamos que nadie haya sido herido. No es culpa nuestra, es esa maldita artillería prusiana'". Así es como defenestraron desde la práctica la formalización de matemáticos, economistas y filósofos. Actualmente existe una "Association Noël '14" que se dedica a publicitar los sucesos, además de convocar todos los años un partido de fútbol en uno de los puntos de fraternización y proyectar un "Monument des Fraternités" a concretarse este año en Neuville-Saint-Vaast, muy cerca de un cementerio con 44.833 tumbas de soldados; la asociación la integran, además de Carion y otros notables de la cultura, el director de cine Bertrand Tavernier. Los años pasaron; los cuerpos y mentes se endurecieron; cuando las fraternizaciones y el "Live and let Live" reaparezcan en el frente occidental bajo la forma de motines y notablemente en la Rusia zarista en 1917, su lógica habrá perdido toda inocencia... Los hombres ya no sólo querrán evitar la absurda matanza, ya no sólo pedirán la paz sino la misma Revolución. Intentarán asaltar el cielo...

lunes, mayo 01, 2006

José Martí: a Sangre Fría

La reconstrucción del "working progress" de la novela "A sangre fría" en el film "Capote" más el clásico olvidado "In Cold Blood" del maestro Brook, en la cual colaboró el mismísimo truhán, Truman Streckfus Persons García Capote, fallecido en 1984, nos permiten avizorar el abismo de la creación periodística-literaria y la deontología práctica del periodista. Hoy es un día de conmemoración, el del proletariado explotado y militante como le llamaba Clara Zetkin, una de las primeras feministas. Pero esta fecha nos permite reflexionar sobre otro expediente "In-Cold-Blood", que aunque no llegó al formato libro, recogió las reflexiones y la íntimidad extrema de los Mártires de Chicago. El 11 de noviembre de 1887 se consumaría el crimen legal contra Engel, Spies, Parsons y Fischer, quienes serían ahorcados. Entre los periodistas se encontraba José Martí, padre de la patria cubana, el mismo que firmó una necrológica de la muerte de Marx señalando que "como se puso del lado de los débiles, merece honor". Martí cuya investigación de los días finales de los inocentes miltantes fue publicada en el diario "La Nación" de Buenos Aires el 1º de enero de 1888. El cubano fue corresponsal del diario entre 1882 a 1891; su primer artículo fue sobre el loco Charles Guiteau, el asesino del presidente estadounidense Garfield, que murió en la horca clamando: "¡Glory, Glory!". Martí nos introduce en el drama político-judicial que se desenvuelve en torno a la penitenciaría y el estado psíquico, heroico, de los condenados: "Y ya entrada la noche y todo oscuro en el corredor de la cárcel pintada de cal verdosa... oíanse los últimos martillazos del carpintero en el cadalso". Así comienza su reportaje, extenso, en el cual no deja vericueto por investigar. Bajo su microscopio desfilan todos los "dramatis personae": el verdugo ("Oh, las cuerdas de la horca son buenas: ya las probó el Alcalde"), el alcalde y los guardias, los presos despiertos, lúcidos, pintados como esos locos ebrios de Dios en los desiertos de Siria y Egipto, varoniles e íntegros ("Risas, tabaco, brandy y humo que ahoga en sus celdas a los reos despiertos"), a Engel exigiendo vino de Oporto y recitando de memoria, arrebatado por el éxtasis, el poema de Heine, el amigo íntimo de Marx, "El tejedor de Silesia"; Fischer explicándole a un guarda semianalfabeto como su muerte se justifica ("creo que mi muerte ayudará a la causa con que me desposé desde que comencé mi vida..."); Spies escribiendo cartas sin parar exigiendo una copa de vino del Rhin; Fischer cantando "La Marsellesa" con la cara vuelta al cielo; Parsons argumentando en voz baja ("argumenta, sacude el puño alzado y la palabra alborotada..."). El final indecoroso fue antes del mediodía: una seña y la trampa cede, los cuatros cuerpos caen a la vez en el aire, y la voz que resuena, nos dice Martí, es la de Spies: "La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora". Engel le sigue: "¡Viva la Anarquía!"... La verdad del sistema estaba en boca del gobernador Oglesby, quien ante las dudas sobre la validez del proceso judicial, señaló: "Los colgaremos igualmente. Son hombres demasiado sacrificados, demasiado inteligentes y demasiado peligrosos para nuestros privilegios". Mordaza de carne violácea que sellaba para siempre aquellos labios culpables de haber hablado de justicia y verdad...