jueves, mayo 11, 2006

Desventuras de la Criptografía: entre Beckham y Lenin

A David Beckham (sí, ese, el "British Soccer Megastar") le han robado en los últimos seis meses no una, sino dos cuatroporcuatro BMW, el modelo X-5, blindada con un precio de 100.000 € la unidad. Beckham posee una colección de camionetas que incluye Hummer H-2, Bentley Arnage y Lincoln Navigator, entre otras. La culpa es de la criptografía, no tanto mala como muy simple, que utiliza el sistema de control y seguridad de la camioneta basado en un código de 40 bits (simple-secure server, la conocida SSL), el sistema RFID, sencillo de quebrar por adolescentes universitarios del Este, con una laptop y un "reader". Los expertos sugieren 128 bits para estar seguros y de 1024 en agencias de seguridad y áreas sensibles. Pero la mala criptografía también cruza la captura del mayor prófugo en la historia de Occidente, "Zio Binu", Tio Berny, Bernardo Provenzano, el cerebro de la "Cosa Nostra", bautizado con un mote tenebroso en sus tiempos de Killer: "U Trattori" (Tractor), con página web propia. Su caida se debió a su sistema de comunicaciones clandestino, la encriptación ingenua de los famosos "pizzini" (notitas)... En la requisa de la choza-guarida donde malvivía, se le encontró un "zubbu", símbolo patriarcal, báculo de poder, un bastón que se usa para densar la ricotta, una "lupara", una máquina de escribir herrumbada, un rosario de madera, el Antiguo y Nuevo Testamento, profusamente anotados (curioso: Provenzano era el cerebro político: Napoleón tenía en su biblioteca las biblias en el anaquel "Política"), 10.000 euros en los calzones, la imagen del Padre Pío (Francisco Forgione) y panfletos electorales de Cuffaro, el presidente berlusconiano de Sicilia. La criptografia de Provenzano daba pena (¿o daban pena los policías que debían encontrarlo?): el código se basaba en que a la posición de cada letra en el alfabeto italiano se le sumaba un tres. Asi: a=4; b=5... pero aparte utilizaba mensajes con números, expresiones inconexas (algunas bíblicas) y subterfugios semánticos: "Te mando 5.000 por el trabajo de T". El método de "cifra de sustitución" era el mismo... ¡que César utilizó en la Guerra de las Galias! La criptografía, esta vez inteligente, decidió la naturaleza de una joven tendencia dentro del partido socialdemócrata ruso (POSDR), que debido a la autocrática censura del zar se vió obligado a dominar el arte de la escritura secreta. Un aspecto poco conocido de Lenin es su actividad como criptógrafo y maestro de la literatura ilegal, militante encubierto. Krupskaya, su esposa oficial, nos dice en sus memorias: "Vladimir Illitch era el que mejor sabía trabajar desde el punto de vista conspirativo... nos enseñaba a escribir en los libros por medio de procedimientos químicos, por medio de puntos, emplear signos convencionales...". Como contaba Valerio Probo de César, los bolcheviques empezaron a utilizar la mismas técnicas de comunicación secreta en 1904 que usaban los romanos: cifras de sustitución y códigos. El más popular entre los militantes era esconder un mensaje con signos estenográficos escribiendo en el interior de un libro banal con tinta invisible o jugo de limón, o con referencias a número de página, línea y letra, con lectura oblicua. Lenin dio un paso más: creó un lenguaje esopiano revolucionario utilizando la tradición anarquista (leer las memorias de Kropotkin) y populista (Narodnaya Volya) en trabajo ilegal. Tomó un código común en las cárceles zaristas (y luego usado en las cárceles bolcheviques y stalinistas) llamado "Polybius Square" (invento del famoso historiador), que sustituía letras por números: así "bomba" sería: 12 34 32 12 11. Los niveles de encriptado fueron profundizándose, de tal manera que se le sumaban hasta tres niveles más. El uso intensivo y trágico del alfabeto cuadrado aparece en la conocida novela sobre las purgas stalinistas de Koestler, "Darkness at Noon". Con este método usaron libros inocentes o clásicos (desde una biografía de Spinoza a un libro de poesía de Nekrasov) para pasar correspondencia, artículos y mensajes urgentes. Incluso un menchevique, el economicista Akimov (uno de los perros de paja en el "¿Qué Hacer?"), publicó en Ginebra en 1902 un libro titulado "Sobre códigos" donde resumía en detalle los métodos de cifrado, estimulando en los jóvenes militantes el arte del encriptado. Otros recuerdos de una militante que ayudaba con la correspondencia en Suiza, L. A. Fotieva, relata su trabajo gris codificando y desencriptando parte de los textos y re-escribiéndolos con métodos químicos, alfabeto cuadrado y varias palabras-clave, incluidos en avisos clasificados y cartas de lectores en periódicos legales. Lenin era un publicista preciosista, tal su ansia por los métodos de cifrado, como bien se devela en su definición de la teoría revolucionaria: el marxismo sin palabras apropiadas es nada.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

precio de 100.000 euros, el Antiguo y Nuevo Testamento, jugo de limón, cartas de lectores...
sin palabras apropiadas es nada.

[Todo está en el texto. ¿Quién descifra el código?]

12:31 p.m.  

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