jueves, junio 08, 2006

In Memoriam: Paul Avrich, historiador de los derrotados

La muerte del “Uncle Paul” como lo llamaban sus alumnos y admiradores, ha sido una pérdida irreparable para la historia de los movimientos revolucionarios y en especial para el anarco-comunismo. Un historiador materialista, de fino instinto, que privilegiaba las fuentes primarias y el testimonio oral, que componía sus obras (por cierto, pocas) con una distancia militante que destacaba la heterodoxia y su valor crítico. La mañana del 17 de febrero de 2006 falleció a los 74 años en New York, la ciudad que lo vio nacer en el seno una familia emigrante, ruso-judía, procedente de Odessa. Lo aquejaba el Mal de Alzheimer, que lo venció después de una dura lucha. Justo a Paul, el ataque a su memoria se parecía a la venganza de la ceguera de Borges: sus historias son justamente la revalorización revolucionaria de la memoria. Gracias a la muerte de Stalin y al viaje de Kruschev a los EE.UU. en 1959, logró viajar en un intercambio estudiantil a la URSS para preparar su tesis de disertación, cuyo título fue The Russian Revolution and the Factory Committees (1961). En Rusia descubrió rápidamente dos cosas: primero que mientras estuviera la “Nomenklatura” en el poder no se podría conocer la verdad histórica; en segundo lugar surgió del pasado la resistencia de los trabajadores al dominio de los bolcheviques, y, en especial, el hecho maldito de Lenin y Trotsky, la rebelión de Kronstadt en 1921. En su limitado trabajo en los controlados archivos rusos descubrió el importante rol de los anarco-comunistas en la revolución rusa y en la guerra civil, silenciados en las historias oficiales, tanto en el Este como en Occidente. A su regreso ingresó como profesor en el Queen’s College CUNY, y resultado de su trabajo de campo, publicó “The Russians Anarchists”(1967), en español publicado por Alianza Editorial (en bolsillo, 1974), un modelo de lo que se podía esperar de su estilo y método. Sucinto, compacto, agradable a la lectura (esa simplicidad típica de los textos anarquistas, como decía Emma Goldman) pero en especial con un “uso” científico de las fuentes primarias en su idioma original (Avrich dominaba todos los idiomas europeos además del ruso y el yídish), un libro que rescataba para lector una historia marginada, olvidada, despreciada. También desarrollaba el papel positivo del anarquismo en la revolución del ’17 así como la tensión entre sus dos almas: la “organizacional” y la “espontánea”, así como la dimensión de la acción directa y la violencia. Su siguiente trabajo es el que ilustra la nota: "Kronstadt 1921"(1970), editado en español por la editorial Proyección (Grupo Gestor Tupac) de Buenos Aires en 1973, que es la primera destrucción del mito leninista (y trotskista) que la revuelta era un centro de la contrarrevolución. Por el contrario, Avrich demuestra la rebelión fue la última trinchera de las masas contra la centralización burocrática, la dictadura del partido único y la liquidación de la república soviética. Paradójicamente utilizando archivos soviéticos capturados por el ejército alemán en la invasión nazi (Operación "Barbarossa"), vueltos a re-capturar por los americanos y testimonios recogidos en la URSS, la investigación demuele uno a uno los ejes de la propaganda leninista sobre la rebelión, analiza el "Comunismo de Guerra", la situación en Petrogrado, el programa de los rebeldes y la amplia y descarnada represión. Los párrafos finales de su investigación nos permite vislumbrar su fecunda idea que todo hecho histórico destila un juicio moral: "La Revolución devoró a quienes la hicieron, uno por uno... pero los mártires de Kronstadt sobrevivieron, entronizados en la memoria del pueblo como los hijos inocentes de la Revolución". Escrupulosamente documentado es su siguiente trabajo, bien conocido en los círculos de cultura anarquista, "Russian Rebels 1600-1800" (1972), un estudio de cuatro grandes rebeldes populares (Bolotnikov, Razin, Bulavin, Pugachev) continuando su interés por la herencia de la tradición revolucionaria rusa en la modernidad (interés que le tomaría la mitad de su vida) y rescatando del lodo de la historia a los perdedores. Inmediatamente, como eco de su trabajo juvenil y como perspectiva de Kronstadt, edita "Anarchists in the Russian Revolution" (1973) que completa y clausura la primera fase de su trabajo como historiador popular. Es una colección de documentos de fuentes primarias con un delicado aparato editorial de notas y comentarios, que permiten por primera vez escuchar la voz silenciada de los anarco-comunistas rusos: desde los sofisticados "anarco-futuristas" a la resolución de los marineros del "Petropavlovsk". Por primera vez se demuestra la importancia de los anarquistas en la revolución de 1917 (ya destacada por Lenin). La segunda mitad de su vida lo dedicará a un proyecto (inconcluso) de producir una historia comprensiva del anarquismo en América, comenzando por "An American Anarchist: The Life of Voltairine De Cleyre" (1978), la rebelde exquisita (Goldman la reconocía como "la más brillante anarquista que halla existido en América") libro dedicado a otro gran historiador del comunismo libertario, Max Nettlau. Este libro es, al mismo tiempo, un testimonio de su fracaso: Avrich abandonará su ambicioso fresco histórico, debido a la complejidad del movimiento anarco-comunista, la riqueza de sus protagonistas y la diversidad de sus orígenes. El resto de su vida se lo dedicará a sumergirse en este universo heterogéneo, creativo, en esta tradición viva y diversa del anarquismo. Su metodología es reconsiderar no sólo la ideología sino la vida desnuda misma de sus protagonistas. De Cleyre es un modelo: la excelsa introducción nos presenta la vida real de una mujer desbordante, póstuma, angustiada. Es a través de esta dialéctica negativa entre su vida y la naturaleza multifacética de sus ideas, como "su" vida constituye un capítulo de la historia del anarquismo. Sobre esta historia trunca Avrich nos dejará dos joyas: "The Modern School" (1980), el movimiento educativo basado en las enseñanzas del anarquista español Ferrer, libro nominado al Premio Pulitzer; la segunda es otra de sus "opera magna": "The Haymarket Tragedy" (1984), dedicada a Joseph Labadie. Utilizando fuentes originales nos recrea un cuadro inolvidable de los "Mártires de Chicago" y del anarco-comunismo teórico y práctico. Este es "el" libro sobre Chicago, pero también "el " libro más completo sobre las luchas sociales a fines del siglo XIX y sobre la cultura cotidiana de las clases trabajadoras. "Anarchist Portraits" (1988), es un "reader" de ensayos con diferentes objetivos. Elegantes "vignettes" que desde Rusia nos presentan a Bakunin, Nechaev, el príncipe Kropotkin, al guerrillero Makhno, al militante-historiador Volin, hasta llegar a los EE.UU. donde desfilan Tucker, Sacco, Vanzetti, un "sketch" del inolvidable Alexander Berkman, el mexicano Flores Magón, incluso personajes de la periferia (el anarquismo brasileño o australiano). El ensayo "Sacco and Vanzetti: The Italian Anarchist Background" será el "forerunner" de su próximo libro: "Sacco and Vanzetti. The Anarchist Background" (1991). Examinando la más crítica coyuntura de la izquierda en América a través de de su estilo biográfico, que salta de la existencia individual (el inmigrante pobre, la precariedad) a la coherencia con las ideas anarquistas, le permite remarcas las características humanas excepcionales de los militantes así como sus inconsistencias, limitaciones y defectos. Finalmente "Anarchist Voices: an Oral History of Anarchism in America" (1996; en español editado por la F.A.L. en 2004) esencialmente un "reading" que reúne un invalorable material recopilado por Avrich, en especial entrevistas y testimonios orales (escorias de sus obras): desde los pioneros, pasando por la figura cenital de Emma Goldman, Sacco y Vanzetti, los proyectos de escuelas reformistas, las colonias experimentales... generosamente anotado por Avrich (incluso corrigiendo gentilmente errores de los testigos y entrevistados). En este libro puede entenderse que el anarquismo no es la pura teoría, los libros y pamphlets, sino que es mucho más, como cualquier ideología encarnada: son sus actitudes diarias, son las conductas éticas, sus formas de organización, sus tomas de posición en acontecimientos históricos, son sus hombres y mujeres. Hemos de pedir que alguna generosa universidad del Norte edite las obras completas de Avrich (en especial su largo trabajo sobre Berkman inédito), para que el lector no especializado se deleite con este historiador en el sentido griego de la palabra: descubridor, iluminador, desmitificador. Otra anécdota viene en nuestra ayuda: cuando comenzó sus estudios académicos, un jovencísimo Avrich (hijo de inmigrantes, sin fortuna) fue castigado por su tutor como irremediablemente "perdido" al dedicarse a personajes y sucesos sin importancia en la historia oficial. Como Avrich sabía intimamente, una época se juzga no sólo por lo que produce; también y aún más por lo que valora y sobre todo por lo que revalora de su pasado...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La pucha che... casi que 'memociono'. En serio. Siempre es bueno recordar y citar y repensar los aportes de todos aquellos que forman parte del pensamiento revolucionario tanto por sus actos como por sus ideas. Avrich habrá sido el historiador de los derrotados... Ya veremos ;) Por lo pronto nos toca a los que quedamos, ir al rescate de sus investigaciones para de algún modo comprometernos con la realidad pensándola, actuándola y sintiéndola.
Saludos cumpa.

3:15 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hello. And Bye.

9:45 a.m.  

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