"Spinoza dopo Marx: apuntes de lectura"
Por Nicolás González Varela
Existió una época en Occidente en
que uno podía ser condenado a muerte por ser spinozista. Y no se trataba de un
malentendido ni una alegoría. Ya en 1717 Buddeus denomina a Bento de Spinoza
como el atheorum nostra aetate princeps
(“el gran jefe de los ateos de nuestros tiempos”). Alrededor de 1744 un
profesor de Pisa, llamado Tommaso Vincenzo Moniglia, resumía en un libro en el
que atacaba los llamados “filósofos fatalistas”, que la erosión del altar, el
trono y los privilegios se debía a una corriente diabólica llamada Spinosismo. Otro escritor, Daniele
Concina, llamaba a las ideas derivadas de Spinoza de questa mostruosa divinita spinosiana. Bayle en su difundido Dictionnaire historique et critique,
escrito entre 1647 y 1706, afirmaba que Spinoza era el primer ateo sistemático:
“Il a été un athée de système, et d’une méthode toute nouvelle, quoique le fond
de sa doctrine lui fût commun avec plusieurs autres philosophes anciens et
modernes, européens et orientaux”; incluso llamaba a uno de sus libros más
políticos, precisamente el Tractatus
theologicus-politicus de “livre pernicieux et détestable”. Y no era
exageración: el Tractatus será
colocado en el Index Librorum
Prohibitorum et Expurgatorum de la Inquisición como “libro prohibido” el 3
de febrero de 1679. Incluso en el tardío año de 1816, realizando una revisión
del estado de Europa, un contrailustrado llamado Antonio Valsecchi razonaba que
las causas intelectuales de la Gran Revolución francesa no se encontraban en
Rousseau o Voltaire sino en las obras de “Tommaso Hobbes d’Ingilterra, e
Benedetto Spinosa di Olanda.” No hay duda que Spinoza fue el bogeyman de la Ilustración radical
europea, y pocos historiadores de la filosofía o comentadores enfatizan este
hecho: su nombre era sinónimo de sedición y cuestionamiento a los poderes
espirituales y terrenales. Su figura se unía a otros dos teóricos que destruían
toda moral, toda religión, toda tradición: Maquiavelo, los libertinos y Hobbes.
Entre 1650 y 1750 Spinoza, el escritor de la hideous hypotesis (Hume), era el autor más subversivo y no tenía
parangón en cuanto a su trascendencia revolucionaria materialista, atea,
libertina y democrática. Sus enseñanzas desembocarían en los libertines
érudites, en La
Mettrie y Diderot e influenciarían a Hegel y a sus epígonos de izquierda: los
jóvenes hegelianos, entre ellos a Moritz Hess y a una joven promesa filosófica:
un renano llamado Karl Heinrich Marx. Es tentador comparar dos pensadores
radicales, democráticos y materialistas como Spinoza y Marx. Un estudio de la
recepción de Spinoza en Marx puede ser una tarea no meramente arqueológica sino
actual y esencial para entender la filosofía política de Marx, los alcances
éticos y políticos de su proyecto. En este intento corremos varios peligros: en
primer lugar sobredeterminar la formación del Marx filósofo exclusivamente por
su contacto absoluto e irreversible con Hegel y el hegelianismo, como lo ha
hecho la tradición de esa ciencia formidable llamada Marxología y muchos
biógrafos;[1]
otro peligro es al revés: desde Spinoza tratar de completar el aparente torso
incompleto de la obra teórica de Marx, forzando a Spinoza hasta el límite de la
interpretación y de una situación hermeneútica;[2]
en tercer lugar olvidar que si Hegel fue la encrucijada en el desarrollo y
maduración del pensamiento de Marx, ya el mismo Hegel produjo una suerte de
spinozismo hegeliano, al integrarlo, no sólo dentro de su historia de la
filosofía, sino que la filosofía hegeliana ya contiene elementos esenciales de
Spinoza.[3]
La paradoja puede formularse así: Marx, un joven hegeliano, un hegeliano de
izquierda, se apropiará de la filosofía
de Spinoza de una manera anti-hegeliana. La lectura de Spinoza es, al mismo
tiempo, reconocimiento de Hegel y su parricidio. Pero antes debemos
preguntarnos: ¿En qué condiciones político-filosóficas recibió el joven Marx al
santo y repudiado Spinoza? El “Moro” de Trier lee críticamente al “Marrano de
la Razón” de Amstel. Tal la compleja ecuación, tal el enigma. Entre los mismos
especialistas spinozianos la cuestión del montaje del Hefte de 1841 queda pendiente y entre los marxólogos hay hipótesis
incompletas, o peor: malentendidos y silencios. Si existe continuidad en la
línea Spinoza-Marx, ella existe exclusivamente como negación de la negación,
dentro de la amplia Kritik a Hegel.
¿Si se quiere encontrar un antepasado filosófico a Marx, en este punto, más que
a Hegel, es necesario dirigirse a Spinoza? Lo podemos hacer, como ejercicio
anómalo de historia de la Filosofía, pero precisamente para comprobar que estos
dudosos criterios determinantes hacen desaparecer al Marx real, ciegan su
evolución concreta. Una “marcha atrás”, un nostalgia hermenéutica para arrancar
un sólido punto de partida marxiano, punto que debe buscarse en el propio
pensamiento de Marx, en realidad descubre un falso refugio que esconde la
impotencia de hacer frente al rico material que nos invita a ser dominado,
sintetizado y unificado en profundidad. No hay que buscar la salvación en las
torsiones textuales, los fórceps terminológicos,
acoplamientos caprichosos, que solo exhiben una huida y más pobreza. Entre
Baruch, el “hebreo virtuoso”, y Marx pueden encontrarse semejanzas, analogías,
líneas generales que cruzan ambos pensamientos. Un ejemplo se encuentra en la Ética, su libro más respetable desde el
punto de vista académico: allí Spinoza define al dinero como “compendio de
todas las cosas” (IV, capítulo XXVIII), en el cual se desarrolla la servidumbre
humana: “Pero el dinero ha llegado a ser un compendio de todas las cosas, de
donde resulta que su imagen suele ocupar el alma del vulgo con la mayor
intensidad”, expresión que tomada a la ligera, literalmente y sin más recuerda
la definición del dinero del Marx maduro en Das
Kapital como “equivalente general” en el proceso de intercambio de
mercancías. Pero es evidente para cualquier lector de Spinoza que en su
filosofía práctica, inclusive en su libro más ambicioso, la Ética, existe un enorme déficit, un
vacío teórico tanto en el análisis de las relaciones sociales como en el de la
estructura económica para que podamos hablar de algún tipo de encuentro o
incluso de influencia predecesora. Marx ciertamente ha leído a Spinoza y podemos, sin olvidar al propio Marx, servirnos de Spinoza para leer desde otra
perspectiva a Marx y volver a investigar a Spinoza después de Marx. Los estudios de los años 1970’s en especial en
Francia e Italia se ha impuesto, sobre la idea demasiado simplista de un
Spinoza “materialista y ateo” (habría que explicar primero qué tipo de ateísmo
y qué tipo de materialismo) un esquema intrepretativo, un clima exegético, que
puede definirse como idealista y panteísta: la tradición althusseriana en
Francia y las importantes contribuciones de Emilia Giancotti en lengua
italiana, que ha influenciado a Negri, pueden sintetizarse en la idea que
podemos utilizar a Spinoza para leer
mejor a Marx. Althusser decía con razón que a Spinoza, “hay que leerlo, y
saber que existe: que existe aún hoy. Para reconocerlo, hay que conocerlo al
menos un poco…”, pero al mismo tiempo que reconocía su grandeza, Althusser
buscaba en Spinoza una alternativa genealógica tanto al Dia Mat como al Existencialismo de corte filomarxista, es decir:
Spinoza como una suerte de Odiseo, luchando entre Escila y Caribdis, y que
permitiría ir más allá de Marx, o al menos, completar el parricidio filosófico
de Marx con respecto a Hegel. Spinoza prima
Marx. Althusser, un reo confeso del Spinozisme
desde mucho antes de conocer a Marx, ve en Spinoza un fulcro, el definitivo,
para leer de manera correcta (no-hegeliana) Das
Kapital, llegando a considerar a la filosofía spinoziana como “la mayor
revolución filosófica de todos los tiempos.” Leer a Spinoza, significa en clave
althusseriana, apropiarse de la “única tradición materialista” en Occidente.
Rápidamente Althusser considera que en primer lugar en Spinoza se encuentra una
teoría del conocimiento que va de lo abstracto a lo concreto (tal como Marx lo
practica en los Grundrisse); en
segundo lugar Spinoza es la anticipación de su propia teoría de la “causalidad
estructural”: la causalidad de Deu sive
natura inmanente en el Mundo, sería la más clara formulación de su famosos
principio del “Proceso sin sujeto” y de la necesidad de articulación de lo real
(relación spinoziana entre series y connexio); finalmente Althusser
considera a Spinoza el primer teórico de la Ideología (por su elaboración de la
necesidad de la ilusión en la relación entre estado&pueblo), que definirá
incluso los modos de producción ideológicos (realidad imaginaria, inversión
interna, ilusión del sujeto). A partir de aquí, Spinoza aparece como la
auténtica Némesis de Hegel, antagonista materialista y filósofo antidialéctico par excellence, teórico avant la lettre del proceso sin sujeto,
o sea, del propio estructuralismo marxista de Althusser. Salir de la trampa del
Estructuralismo burgués y del Dia Mat
stalinista usando a Spinoza, tal la empresa althusseriana, significa renunciar in toto a la Dialéctica y expurgar de
Marx todo residuo hegeliano. En el mismo sentido van las intrepretaciones, con
variaciones menores, de la escuela althusseriana (Macherey, Negri, Balibar,
etc.), que ven a Spinoza como el filósofo de la inmanencia absoluta, una
posibilidad de renovar los fundamentos del Iusnaturalismo (el derecho natural),
en radical oposición y enfrentamiento con la genealogía trascendente que
comenzaría en Hobbes. Spinoza es la real y solitaria alternativa a Hegel,
Spinoza es el camino nunca recorrido de la filosofía occidental. Spinoza no es
un “momento” a superar, nada de aufgehoben
como lo explicaba Hegel en su Historia de la Filosofía, sino que su pensamiento
es un camino bloqueado, jamás recorrido en Occidente. De una parte habría una
tradición “perversa” de la Modernidad burguesa (Hobbes-Rousseau-Hegel); y una
de crítica al pensamiento de la trascendencia alternativo
(Maquiavelo-Spinoza-Marx deshegelianizado). La oposición spinoziana potentia versus podestas nos permite,
como dice Emilia Giancotti, proceder a una lectura puramente conflictual (ya no
dialéctica, ya no en clave hegeliana) de la contradicción entre Arbeitskraft (fuerza de trabajo) y las
relaciones de producción (Verhältnisseproduktion). Spinoza habrá empezado a
desarrollar una Ontología de la relación (parafraseando a Balibar), una teoría
general de la comunicación, de la cual podrían derivarse diversas formas de
vida racional, imaginativa y política. Aunque la tradición interpretativa
inaugurada por Althusser ha tenido mucho de positivo sobre el árido terreno,
banal terreno diría, del Postmodernismo francés e italiano, pero son evidentes
sus esquematismos, su falta de precisión filosófica, en algunos casos su
forzadas categorías y sus presupuestos ideológicos. Althusser había refundido a Spinoza hasta
convertirlo en el predecesor “materialista&inmanentista” de Marx y de él
mismo. Spinoza (y Descartes su maestro) generalmente etiquetados, con rapidez e
imprecisión, como “materialistas”, aunque habría que llamarlos, con más
acierto, como “naturalistas”, uno dualista; el otro, Spinoza, que intentó
construir un sistema inmanentista (el gran centro de atracción para la
tradición althusseriana). Spinoza no dejó se ser un cartesiano crítico, con
todo lo que implica. La supervivencia, inesperada y fantasmagórica, de la
oposición metafísica entre la extensión y el pensamiento, hacen muy
problemático que pueda ser calificado como “materialista”, ya que sigue
existiendo la oposición entre Ser (pensamiento) y no-Ser (cuerpo), cuestión que
en un auténtico Materialismo carece de sentido. No hay dudas que Spinoza
intentó renovar al Naturalismo de un forma novedosa con aportes de antiguos
filósofos materialista antiguos (Epicuro, Demócrito, por ejemplo), que después,
en feliz coincidencia, también atraerían el interés del joven Marx. En
Althusser, su idea materialista (no dialéctica) se basa en la imposiblidad de
salir de la relación y conexión infraestructura económica y superestructura
(jurídica, política, etc.), si mantenemos esta feliz tópica, es imposible caer
en el “delirio idealista”. El materialismo spinozista, como ya dijimos, tiene
esa carencia fundamental, ya que se encuentra ausente todo análisis social o
económico, sin hablar de su credo minimum,
Spinoza seguía siendo un “ebrio de Dios” como le llamaba Novalis, o pensemos
por un momento que la acusación que más la dolía a Spinoza era precismente que
se le calificara de ateo. Su idea puede ser antiidealista, pero es muy
problemático calificarla de materialista. No es casualidad que Althusser
reflexionara señalando que seguramente un marxista no puede llevar a cabo el rodeo
antihegeliano por Spinoza sin arrepentirse, “pues la aventura es peligrosa y
hágase lo que se haga siempre le faltará a Spinoza lo que Hegel dio a Marx: la
Contradicción.” ¿Se puede pensar el Materialismo de Marx sin el método
dialéctico? No lo puedo imaginar. El intento, una fuga teórica del
Estructuralismo, de “buscar argumentos para el Materialismo” que propugnaba
Althusser puede llegar al límite en el que la interpretatio desfigure no solo a Spinoza sino al propio Marx. La
exégesis de Negri se encuentra firmemente asentada en la tradición
althusseriana, de la que ya hablamos, pero abreva en la profundidad filológica
de Giancotti, gran estudiosa italiana de Spinoza. Su libro L'anomalia salvaggia… fue inmediatamente traducido al francés y
editado con ¡tres prólogos!, uno del althusseriano Macherey, otro del filósofo
posmoderno Deleuze y finalmente del estudioso spinozista Matheron. Aunque
Negri, otra paradoja, no se centra en el Tractatus
theologico-politicus, sino en el inconcluso Tractatus politicus, que Marx jamás comenta. La clave de su lectura
es la idea que en Spinoza se encuentran en realidad dos Spinozas: uno inicial,
inferior, panteísta, ascético-calvinista (incluso neoplatónico y utópico, hasta
¡en exceso dialéctico!) y un Spinoza más complejo y avanzado, de un naturalismo
materialista, anti-teleológico, que es precursor ad litteram del propio Marx, y que no habría podido cristalizarse
debido a las insuficiencias en el desarrollo de las fuerzas productivas. El
segundo Spinoza sería absolutamente indispensable para recupera a Marx de su
empantanamiento en la hipoteca hegeliana… Esta “ruptura epistemológica” estaría
en la interrupción de su Etica,
durante el cual escribió el Tractatus…
y obra a la cual volvió de alguna manera “más materialista”, y contradiciendo in mente al anterior Spinoza. Por
supuesto Negri es incapaz de demostrar este côupure
althusseriano con seriedad filológica, como muchos críticos han señalado
“dramatiza” una tensión que no existe, lo mismo que le sucedió a su maestro con
el joven Marx. Por cierto, nada más pseudohegeliano que estas ideas de
“ruptura” y en-sí-y-para-sí! Negri piensa a Spinoza ¡tal como lo había
interpretado el mismo Hegel! Muchos analistas, no sin razón, han definido al
último Negri como un híbrido ideológico entre un “jovenhegelianismo” y el
Posmodernismo. En cuanto al eje político materialista que Negri encuentra en la
oposición de Spinoza entre potentia
versus potestas, el acento termina,
injustificademante, en hacer reacaer a Spinoza en posiciones cuasianarquistas,
del lado exclusivamente de la potentia.
Recordemos que la idea de Spinoza de la democracia, al igual que sus propuestas
de formas de gobierno monárquicas, se inclina hacia la Aristocracia. De hecho
él limita el alcance de la Democracia de tal manera (excluyendo en el póstumo Tractatus politicus a trabajadores
manuales y mujeres en general, además de tolaerar la institución d ela
Esclavitud) que es sólo por un tecnicismo que no es una Aristocracia. Para
Spinoza, que es mucho más complejo que lo que piensan sus comentadores
posmodernos, la Democracia se diferencia de la Aristocracia (el reconoce tres
formas básicas de gobierno) sólo en el método de selección de su elite
gobernante, no en el tipo de política llevadas a cabo en ella. En este sentdo Spinoza
es un realista. Lo que es muy importante como aporte negativo para la futura
crítica materialista a la Democracia burguesa (la forma republicana) que hará
Marx.
¿Cuál es el significado de Spinoza
en la teoría y en la praxis de un joven Marx? El documento más importante de
esta apropiación es el Hefte Spinoza,
escrito en Berlín entre marzo y abril de 1841.[4]
En un primer momento, en esa formidable ciencia llamada Marxologie se pensó, deducciones entresacadas de consejos a Marx de
Bruno Bauer, que lecturas y extractos fueron realizados en vista a un eventual
examen oral que debían pasar todos los candidatos al doctorado en la
Universidad de Berlín.[5]
Pero si se excluyen los dos cuadernos de Aristóteles, las fechas de estos Exzerpte hacen improbable la hipótesis:
Marx ya era Doktor en Filosofía en
marzo de 1841. Spinoza ya llamaba la atención del joven Marx unos años antes.
Los siete cuadernos sobre Epicuro de 1839-1840 son una parte del trabajo
preparatorio, seguramente enorme y exhaustivo según las técnicas de trabajo
marxianas, y un elocuente ejemplo de la seriedad científica ya en su época
universitaria. No sólo de formalidad académica: ya aquí es evidente el pathos político liberal de izquierda del
joven Marx.[6] En
los cuadernos no sólo hay extractos de Epicuro, de doxógrafos como Diógenes
Laercio, Sexto Empírico, Plutarco, Lucrecio o Gassendi. Por primera vez aparece
una referencia de Marx a Baruch de Spinoza. Analizando un libro del
especialista Baur sobre Sócrates[7],
Cristo y el platonismo en la Religión,
el joven Marx delinea una genealogía muy significativa: “La actitud de los
filósofos más (intensivren Philosophen), como Aristóteles, Spinoza o Hegel,
adoptan una forma más general, menos sumergida en la Forma del sentimiento
empírico (empirische Gefühl), por eso al fervor de Aristóteles, cuando ensalza
la θεωρια (theoría) como lo mejor,
como la cosa το ηδιστον και αριστον
(más agradable y noble), o cuando elogia la racionalidad de la Naturaleza en su
tratado περι της φυσεως ζωικης (“Sobre
la Naturaleza de los Animales”)[8]
o la inspiración de Spinoza, cuando habla de la consideración sub specie aeternitatis (Bajo la especie
eterna) del amor a Dios o de la libertas
mentis humanae (Libertad de la Espíritu humano), el fervor de Hegel cuando
desarrolla la eterna realización de la Idea, el magnífico organismo del
universo del Espíritu; esta inspiración es más lograda, más cálida, más
beneficiosa para el Espíritu de la Cultura Universal… prende la llama del puro
fuego de la Ciencia… estos son los spiritus
que animan el proceso de desarrollo de la Historia Universal.”[9]
Aquí es evidente el conocimiento profundo de Marx de Spinoza (en especial de su
Ética), un conocimiento que sólo en
parte era debido al excursus
historiográfico y filosófico-político de la izquierda hegeliana. Hay que
recordar la influencia de Ludwig Feuerbach y su Historia de la Filosofía,
ampliamente leída en los círculos berlineses, en la cual Spinoza es el punto
cúlmine del desarrollo de la Filosofía Moderna. [10]
Para Feuerbach, Spinoza tiene un rol esencial en la Historia Universal, porque
“posee una intuición interior, una intuición de la Naturaleza de la Cosa, en
lugar de la representación de una Potencia irracional extra-esencial”.[11]
Incluso la propia filosofía especulativa es, a su entender, parte de una venerable tradición que se
inicia con la ruptura de Spinoza, es “revivida” y perfeccionada por Schelling y
culmina en Hegel. Para Feuerbach, como para el joven Marx, Spinoza es el
verdadero fundador de la Filosofía como Ciencia de la Verdad, que no se ve
afectada ni confundida por la aspiración y veleidad del lado pasional del alma
humana. Y para ambos, Spinoza es el modelo de una Filosofía Práctica aplicada a
los problemas humanos de su tiempo. Sabemos que durante la preparación de su
tesis doctoral, la Differenz…, Marx
utilizó y conocía en detalle la obra de Feuerbach Geschichte der neuern Philosophie von Bacon von Verulam bis Spinoza.[12]
Los puntos de contacto entre la ética epicúrea clásica y Spinoza resultaban sin
dudas evidentes e indudables para Marx.[13]
En el Cuaderno IV, cuando Marx haga entrar en escena a Lucrecio y extracte
pasajes de su De rerum natura,
transcribirá una proposición de la Ética
spinoziana: beatitudo non virtutis
praemium, sed ipsa virtus (“la dicha no es el premio de la Virtud, sino la
Virtud misma”), para a continuación anotar: Die
erste Grundlage philosophischer Forschung ist ein kühner freier Geist (“El
primer fundamento de una investigación filosófica es un espíritu libre y
audaz”)[14]
Spinoza, a los ojos de los jóvenes hegelianos, era el verdadero fundador de la
Filosofía Especulativa moderna y como corolario se deducía que el Ateísmo era
la consecuencia necesaria del Panteísmo spinozista. Marx vuelve a hablar de la Dialéctica, después de su largo
silencio desde la carta a su padre de 1837: “Muerte y Amor son los mitos de la
Dialéctica negativa (negativen Dialektik), pues la Dialéctica es la luz
elemental interior (innre einfache Licht), el ojo penetrante del Amor, el Alma
íntima que no es oprimida por el Cuerpo de la Escisión material (materialischen
Zerspaltung), el lugar interior del Espíritu. Así que su mito es el Amor; pero
la Dialéctica es también la corriente avasalladora que quebranta la
multiplicidad y su limitación, que subvierte las Formas autosuficientes (selbständigen
Gestalten), sumergiéndolo todo en el Amor único de la Eternidad. Así que su
mito es la Muerte. Ella (la Dialéctica) es, pues, la Muerte, pero es a la vez
el vehículo de la Vitalidad (Vehikel der Lebendigkeit), del despliegue en los
jardines del Espíritu, el desbordarse en la espumante copa de las simientes
puntuales, de las que brota la flor del fuego único del Espíritu. Por eso
Plotino la llama medio para la απλωσις
(haplosis, Vereinfachung, simplificación) del Alma, para la unión inmediata con
Dios, una expresión en la que se unen ambas cosas y, al mismo tiempo, la θεωρια (theoria, Theorie, teoría) de
Aristóteles con la Dialéctica de Platón.”[15]
Ya en su inicio Marx critica y se separa críticamente del mismo Hegel: “Hegel a
definido bien el carácter general de estos sistemas…pero… su concepción de lo
que él llamaba ‘Filosofía Especulativa’ par
excellence le impedía a este gigantesco pensador reconocer la gran
importancia que estos sistemas tienen para la Historia de la Filosofía Griega
y, de un modo más general, para el Espíritu griego.” Y tiene dos antídotos
poderosos: Epicuro y Spinoza. Pensaba, siguiendo la vuelta a Fichte que había
efectuado Bruno Bauer, que había llegado al hora de mostrar su importancia y su
papel como expresión de la Filosofía de la ‘Conciencia-en-sí’: “Son ellos
(epicúreos, estoicos, escépticos) los
filósofos de la Autoconciencia (Philosophen des Selbstbewußtseins).”[16]
Sobre las nuevas tareas de la Filosofía, Marx declara que “la condición de los
Antiguos es la acción de la Naturaleza, la de los Modernos la acción del
Espíritu. La lucha de los Antiguos sólo podía concluir al destruirse el cielo
visible, el nexo sustancial de la Vida, la fuerza de gravedad de la existencia
política y religiosa, ya que la Naturaleza tiene necesariamente que escindirse
para que el Espíritu se una a sí mismo. Los griegos la quebraron con el
ingenioso martillo de Hefesto, separándola en estatuas; el romano le hundió la
espada en su corazón, y los pueblos murieron, pero la Filosofía Moderna arranca
el sello a la palabra, deja que se evapore en el fuego sagrado del Espíritu y,
como luchador del Espíritu con el Espíritu, y no como un apóstata caído y
aislado de la fuerza de gravedad de la Naturaleza, la hace universalmente
activa y diluye las formas que no cesan de brotar de lo universal.”[17]
Es evidente que el joven Marx está plenamente influenciado por la Filosofía de
la Autoconciencia de Bruno Bauer, el cual ejerce, junto con Hegel, un notable y
comprensiva fascinación, y además es innegable el trasfondo de muchas tesis de
Spinoza, pero de un Spinoza bauerianne.
Los cuadernos de 1841 tienen una
peculiaridad: revelan de modo significativo no sólo la misma personalidad del
joven Marx, sino sus intereses intelectuales a mediano plazo. Marx con Spinoza
no se asume como mero seleccionador o con un objetivo de amanuense, sino como
“autor”. La grafía en los cuadernos es la de Marx, pero el título formal de la
cubierta (Spinoza’s
Theologische-politischer Traktatus) es de un copista anónimo. Después del
título, vuelve a aparecer con la grafía de Marx una aparente autoría: von Karl Heinrich Marx. Berlin 1841. En
el tomo dedicado a los Jugendarbeiten-Nachträge,
Riazanov, en su Einleitung, los data
con precisión y lanza la hipótesis que podrían haberse escrito ante la posibilidad
de una carrera académica con Bruno Bauer en la Universidad de Bonn.[18]
Se ha dicho que con este último gesto se puede ver “la alusión (¿irónica?) a un
gesto de apropiación de un pensamiento con el fin de utilizarlo como propio.”[19]
¿Cómo ha de entenderse este subtítulo?, se pregunta Rubel, y contesta que Marx
“parece que quiere dar a entender que retuvo de Spinoza todo lo que creyó
necesario para construir su propia visión del mundo y de las relaciones
humanas, siendo la verdad obra de toda la Humanidad y no de un individuo… el
pensamiento de Spinoza le confirmaba en su determinación de conceder a Alemania
la señal de lucha por la Democracia… Fue por lo tanto en la escuela de Spinoza,
y no en la de Hegel, donde Marx aprendió a conciliar Necesidad y Libertad”[20]
Especialistas spinozianos de calibre, como Matheron, han hablado, en modo
persuasivo y documentado, de “un verdadero y auténtico montaje” del joven Marx.[21]
Pero lo cierto es que el Hefte de
Spinoza es un texto propio de Karl Marx utilizando las palabras de Spinoza,
pero ya no es Spinoza. Los cuidadosos
editores del nuevo MEGA lo califican
técnicamente como un zusammengestellte
Exzerpte (compilación de extractos),[22]
un término que utilizan para calificar a otros cuadernos y Exzerpte de Marx, como los de Kreuznach de 1843 (donde aparece la
importante Kritik a la Filosofía del
Derecho de Hegel) o los famosos económicos-filosóficos de París de 1844.[23]
Los Berliner Hefte, en especial los
dedicados al pensamiento de Spinoza, no pueden ser considerados meros Vorarbeiten en vista a una tesis, ni
tampoco una inversión en capital cultural con vistas a una posible carrera
académica, sino el genuino y autónomo interés intelectual del jovenhegeliano
Marx. Los cuadernos de Spinoza no presentan el pasado del joven Marx, sino, al
revés, en ese inicio del año 1841 señalan su futuro inmediato. ¿Cuál? Si
podemos encontrar un détour en esta
re-apropiación de Spinoza, éste solo puede ser inteligible y pensado desde la
superación del Liberalismo, qua
Monárquico, qua Republicano, el Rechtsstaat prusiano en crisis, de un
joven hegeliano de izquierda. Spinoza se presenta como arma en la Parteikämpfe. Recordemos que los jóvenes
hegelianos pueden ser considerados como una unidad de cuatro caras, son
simultáneamente “Escuela filosófica-Partido político-Bohemia periodística-Secta
atea”.[24]
Durante 1840 Bruno Bauer publicará varios escritos de enorme importancia dentro
de esta guerra, un opúsculo Die
evangelische Landeskirche Preussens und die Wissenschaft (La Iglesia
Evangélica prusiana y al Ciencia)[25]
y un libro titulado Crítica de la
Historia Evangélica de Juan[26],
aplicando de manera radical el punto de vista de la “infinita Autoconciencia”,
partiendo de la unidad hegeliana entre Form
und Inhalt, forma y contenido (materia). Bauer afirmará que la conciencia
religiosa se opone, como conciencia alienada y unilateral, a la conciencia
libre y a la eticidad (la Sittlichkeit hegeliana que se componía
de Familia y Estado). La conciencia religiosa reduce y reprime el yo alienado
en sí mismo. Cristo, que nació y vivió contra la Naturaleza del Mundo, dirá
Bauer, y no pertenece ni a familia ni a estado alguno, es justamente la esencia
objetivada del hombre libre de toda potencia sustancial, símbolo de la pura Ichheit, de la pura yoidad, del extravío
del subjetivismo y, por tanto, cima de todas las religiones. El terrorismo
teológico de Bauer tenía como presupuesto que “después de aniquilada la
Religión, el problema ya no será filosófico, sino humano…” y la Kritik es “la crisis que saca al hombre
del delirio y lo lleva a un reconocimiento de sí mismo”.[27]
El Ateísmo crítico tiene como lógica consecuencia, el libre desarrollo, sin
ataduras ni formas perversa de vida alienada, de la naturaleza humana y sus
instituciones, al haberlas desembarazado de cualquier cosa extraña al proceso
espiritual de la Vida y la Razón. Bauer ya había definido la herencia de Hegel
con una fórmula trinitaria que conformaban el Ateísmo, la Revolución y la
República.[28]
Ocultado por el velo de una mitología trascendentalista, el hombre se
encontrará por fin, gracias al trabajo de zapa de la crítica pura, con un
núcleo transparente basado sólidamente en la experiencia. En esos años,
1839-1840, el Klub evoluciona
rápidamente hacia la izquierda liberal, aunque un observador lo describió, justamente
en el verano de 1840, todavía como un grupo “desbordante de entusiasmo por la
Monarquía Constitucional”. La fase del monarquismo liberal-constitucional
parece que se superó muy pronto y se aceleró con el alejamiento de Bauer a
Bonn, ya que desde el invierno de 1840 el Klub
paso sintomáticamente a denominarse Los
Amigos del Pueblo,[29]
ocupando un lugar especial en la izquierda republicana de Berlín. Marx tuvo la
intención de atacar a los Viejos hegelianos, el ala conservadora, en particular
al teólogo protestante Philip Konrad Marheineke, que había sido el maestro y
protector de Bruno Bauer y era el líder natural de esa fracción. Pero a pedido
de Bauer, que deseaba mantener los puentes intactos con la derecha hegeliana,
renunció a este proyecto y articuló su crítica contra el teólogo católico Georg
Hermes, quien inspirándose en Descartes, Kant y Fichte, intentaba conciliar de
nuevo la Filosofía con el Dogma religioso. El Hermesianismus no sólo era un problema “cristológico” abstracto:
había logrado una alianza política efectiva con el ahora cada vez más
reaccionario estado prusiano.[30]
En el verano de 1840 el libro contra Hermes estaba terminado y Marx le solicitó
a Bauer su ayuda para encontrar un editor en Bonn. El libro jamás fue editado.[31]
El combate contra Hermes puede ser mejor comprendido desde el montaje de
Spinoza y viceversa: Marx sostiene, siguiendo a Hegel y a Bauer, la idea que la
real esencia del Estado es el desarrollo libre. El Staat racional es el actor dialéctico del progreso en la Historia,
tendencia que puede ser pervertida por fuerzas opuestas a su esencia, como el
elemento religioso no subordinado. El Estado convierte los fines individuales
en fines generales, los toscos impulsos en inclinaciones morales, la
independencia natural en libertad espiritual, es “la realización de de la
Libertad racional”, que Marx entiende como identificándose con la Naturaleza
humana, cuyo contenido peculiar es “la Autodeterminación de acuerdo con su
propia constitución interna.” Pero si embargo el discurso crítico de este
período marxiano es el combate contra el Estado religioso, como puede verse e
el contenido de su trabajos y en el Nachlass,
y aquí es que surge como arma filosófica de primer nivel el Tractatuts theologicus politicus (y no
el Tractatus politicus) spinoziano.
Marx señala que “el Estado verdaderamente religioso es el Estado teocrático”,
porque en éste “el dominio de la Religión no es sino la Religión del Dominio,
el culto de la Voluntad del gobierno”.,[32]
y como ejemplo se presenta el paradigma spinoziano par excellence: el Estado teocrático judío. Tal como en el montaje
del Hefte, Marx plante una férrea
dicotomía, Dilemma, entre el Estado
cristiano (christliche Staat) y el Estado democrático laico, el Estado de la
Libertad racional (Staat der vernünftigen Freiheit) que no puede desarrollarse
partiendo de la Teología cristiana. El Estado, concluye Marx, no puede
construirse partiendo de la Religión, sino partiendo de la Razón de la Libertad
(Vernunft der Freiheit), proceso que denomina die Verselbständigung des Staatsbegriffs, sustantivación del
Concepto de Estado, que remite a aquella fórmula destacada en el Hefte de Spinoza: “el verdadero fin de la República
(Reipublicae) es, pues, la Libertad”. En este momento Marx no considera nunca
al Estado con el simple poder gubernamental; lo entiende siempre desde una
óptica jovenhegeliana como una Totalidad ética, una Sittlichkeit, que expresa los intereses de la Soberanía popular
(una radical distinción con el concepto spinoziano). Spinoza es un paso en la
emancipación de la Política de la Teología, del Prozess de sustantivación en el duro trabajo de llegar el
Concepto.
Marx también proyectaba escribir una
crítica-farsa, al mejor estilo bauerianne,
titulada Fischer vapulans (Fischer
vapuleado), inspirado en un libro de Karl Philip Fischer. Fischer justificaba
el Teísmo desde el punto de vista de la Filosofía, una afrenta para los jóvenes
hegelianos, por lo que Bruno Bauer la consideraba una obra abominable.[33]
Marx seguía de alguna manera la propia táctica simultánea del Partido de Bruno
Bauer, el “Robespierre de la Teología” (Feuerbach): mientras planificaban una
larga marcha a través de las instituciones, (Bauer como Privatdozent de Teología en Bonn, Marx con la esperanza de acceder
a una plaza universitaria como außerordentlicher
Professor, profesor extraordinario) preparan la batalla “crítica-crítica”
contra el tradicional mundo académico (Stahl, Schelling), contra la Religión
oficial (Pietismo) y contra las formas reaccionarias del estado prusiano. El
montaje de Marx da la impresión de estar escrito para ser publicado o bien en
el fallido Archiv des Atheismus con
Bauer, o en algunos de los órganos joven–hegelianos de la época. Para el Marx
de 1841 Spinoza podía considerarse un “héroe intelectual de la Moral”, al que
iguala en esta virtud limitada con Kant y Fichte, pero muy detrás de Hegel;
todos estos autores “parten de la existencia de una Contradicción entre la
Moral y la Religión, puesto que, según ellos, la Moral descansa sobre la
Autonomía y la Religión sobre la Heteronomía del espíritu del Hombre”.[34]
Bauer (siguiendo a Hegel) ya había colocado a Spinoza en una genealogía que
llamó “Facción idealista” junto a Descartes y Leibniz.[35]
La misma Widerspruch que se hace
actual bajo otras formas en el Staatsrecht
prusiano. En otro texto de la época, Marx incluye a Spinoza en una
genealogía típicamente hegeliana que incluye aquellos que descubrieron das Gravitationsgesetz des Staats , la
“Ley de Gravitación del Estado”, en primer lugar Maquiavelo y Campanella, y después
“Hobbes, Spinoza y Hugo Grocio, hasta llegar a Rousseau, Fichte y Hegel”. Según
Marx Spinoza tiene el mérito de ver al Estado con “ojos humanos” y a
“desarrollar sus leyes partiendo de la Razón” y de la experiencia y no
deducirlas de la Teología.[36]
Tampoco hay que olvidar la postura crítica de Bauer con respecto a Spinoza,
afín al Marx de 1841, por ejemplo en su crítica a Strauss. La interpretación
baueriana de Hegel considera que la absoluta subsunción de la subjetividad bajo
una Sustancia universal abstracta hasta la Libertad de la Autoconsciencia
infinita sigue un complejo y tortuoso curso: en la primera aparición, el
Absoluto representa lo indiferenciado, el Universal puro, incluyendo el Yo.
Ésta es la Sustancia de Spinoza, pero sus dos atributos esenciales
(pensamiento-extensión) no deben ser vistos como meramente correlativos. Deben
ser retrotraídos a su fuente común en el pensamiento activo, el Universal no es
otra cosa que el pensamiento, no existe ningún “objeto externo” a él, sino que
la actividad del pensamiento es un acto indiferenciado, auto-subsistente y
esencia misma de la Autoconciencia. Tal el defecto primordial de Spinoza,
mantener todavía una forma de dualismo. Esta Unidad pura es el Universal
precisamente en esto, en que es una identidad consigo mismo, con todas y en
todas las cosas. Apareciendo primero como una Sustancia inerte y pasiva, se
revela a sí misma en el análisis como un Yo activo, y se revela al Yo que debe
abandonar entonces todo particularismo.[37]
Pero Bauer también había señalado la incoherencia de esta síntesis hegeliana
entre Spinoza y Fichte, algo asumido por los jóvenes hegelianos, señalando la
rendición incondicional de Hegel al elemento spinoziano, por lo que la
Sustancia inerte engulle al Sujeto.[38]
La Sustancia spinoziana es la negación de la Forma y de la Subjetividad. La Einheit de Ser y Pensamiento, gran baza
de Hegel, no significa resignación política ni cinismo práctico, ya que debe
demostrar que es compatible con el ejercicio de la crítica radical, que es
sensible a la diferencia entre lo que “es” y lo que debería ser, sin retroceder
hasta un Kantismo infructuoso o un Spinozismo impotente.
El mismo montaje Hefte Spinoza puede ser leído como una
ilustración de los ejes básicos de esta agenda político-filosófica jovenhegeliana,
de la junghegelianischen Phase de
Marx.[39]
El primer bloque (capítulos VI, XIV, XV del
TTP) se concentra en la temática del Milagro, cara al filo de la crítica
baueriana es el desvelar el lado humano empírico práctico del fenómeno, y la
contradicción irreconciliable entre Razón y Teología (Escrituras); el porqué
del Milagro reside en el egoísmo y la impotencia del homo religiosus, es una realidad antropológica. En el segundo
bloque del Hefte (capítulos XX al
XXVI ¡en orden inverso!) nos encontramos en el centro de gravedad del interés
marxiano por Spinoza. La temática es la libertad de expresión y las formas de
estado antitéticas. “Separar la Fe de la Filosofía” es el principal intento de
Spinoza en TTP, tarea que coincide
con el Partei Bauer y con el objetivo
marxiano. Marx coloca en itálicas en el montaje de Spinoza que “entre la Fe o
Teología y la Filosofía no existe ninguna relación ni ninguna afinidad”.[40]
En el montaje del capítulo XX, es titulado arbitrariamente por Marx “De
libertati docenti”, no coincidiendo en absoluto con su contenido, adaptando a
la lucha contra la libertad de cátedra y el fin de la censura, tal como venían
empeñados desde 1839 Bauer (que le dedicó un texto polémico a la cuestión),[41]
Ruge y los jóvenes hegelianos. Marx se detiene en subrayar la importancia de la
Libertad de Pensamiento, libertas
loquendi, como un derecho inalienable,
a través de un complejo montaje del texto original de Spinoza.[42]
Marx realiza extractos que remarcaban su interés por la forma-estado republicana,
el constitucionalismo liberal, la cuestión de la Freiheitskrieg, haciendo
suya el motto radical de Spinoza: “El verdadero fin de la República
(Reipublicae) es, pues, la Libertad.”[43] Marx contrapone dos formas antitéticas
estatales: de una parte la forma estado confesional, teocrática y autoritaria
(¿la deriva del estado prusiano?), que persigue el dominio sobre el vulgo a
través de las mistificaciones religiosas; la segunda forma estado es la
democrática, la democratia, que
coloca como su propio objetivo la libertad espiritual y se limita a prescribir
sólo lo que atañe a la populi salus,
a la salud del Pueblo. Se llega a la conclusión que es justamente la salud del
Pueblo la que debe guiar, en todo momento, a la Ley Suprema, y esto sólo lo
puede lograr el imperium democraticum.
Marx en su re-escritura fuerza el texto spinoziano definiendo la forma-estado
democrática (imperium democraticum)
como el único que tiene los cuatro atributos fundamentales de un buen gobierno,
de un Staatsrecht: 1) la Libertad de
Expresión garantizada como fin en sí mismo de la forma-estado (atributo que
defenderá en sus futuros artículos sobre la censura); 2) Mecanismos de dominio
político no-violentas y consensuales; 3) conversión del Vulgo (fanatismo
popular) en Pueblo (energía positiva y constituyente); 4) Estabilidad del pactum constitucional (aunque siempre
con una íntima y permanente tensión). Al mismo tiempo, del razonamiento sobre
la “República hebrea”, Marx conserva solo lo que ilustra directamente los
atributos del estado confesional y
opresivo en general, mutatis mutandis,
la regresión reaccionaria de Prusia.
Tanto el peculiar montaje de Marx
(al mejor estilo de los escritos de combates bauerianos) como la estructura de
la deconstrucción de Spinoza indican un
texto preparado para el corto momento de Kritik
de la Política de los jóvenes hegelianos (1841-1843) antes de su disolución
final. La obsesión por los temas teológicos ha oscurecido la centralidad de la
crítica política y en particular el papel de la Filosofía del Derecho de Hegel en el establecimiento de la agenda
para la teoría de la izquierda hegeliana desde sus inicios. No es casualidad
que en la secuencia del “parricidio” hegeliano durante 1843 el primer momento
sea la crítica al Hegel político, para una vez destruida la matriz continuar
con Bauer en la polémica sobre la cuestión judía. Y si esta crítica republicana
llega tarde al momento histórico, habría que conectar la recepción-rechazo de
Spinoza de Marx con la creciente negación del Hegel político evidente en los
círculos de la izquierda hegeliana. Puede compararse el trabajo de montaje
sobre Spinoza con un artículo en paralelo escrito por Bauer en 1842: “El Estado
cristiano y nuestro tiempo”.[44] En estilo “alejandrinizante” el Hefte de 1841 sigue el Grand Stil polémico de Bauer, el famoso Die
Posaune… de 1841, que como en el caso de Hegel, utiliza a un autor para ir
más allá de la letra muerta: Marx reconstiyuye “otro” texto que ya no es el Tractatus theologicus politicus, Spinoza
es “usado” (lo que no sirve queda afuera del montaje) para el combate contra la
crítica evangélica dentro del Hegelianismo (Strauss, Hengstenberg, Menzel y
Leo) y la regresión religiosa del estado prusiano. El Hefte de Spinoza debería ser considerado un Streitsschriften baueriano. Se trata de una proceso de
Aneinanderreihung und Verbindung,
Ensamblaje&Combinación, en palabras del propio Marx, que puede o bien ser
usado en valencia positiva como en negativa. Por ejemplo, tenemos un trabajo de
escritura similar en el futuro texto de 1845 “Peuchet: vom Selbstmord”.[45]
Marx expone sus tesis
jovenhegelianas a través de Spinoza. En cuanto a la idea del Estado en el
montaje spinoziano, Marx es plenamente hegeliano en su versión baueriana: la
única razón de estado debe ser el “intelecto gobernativo”, basado en la “libre
razón” que no se deriva de la Teología. O como dirá Bauer: “El Hombre es más
que un gusano. Su nobleza es la forma. Y esta forma se le da el Estado.”[46]
Resultaba inservible la teoría del estado spinoziana (premoderna), limitada su
concepción de la Libertad humana (que se opone a la Naturgesetz marxiana) y errónea e inexistente su idea de soberanía
popular. Si ya Bauer y la izquierda hegeliana habían criticado ese defecto
fundamental del Hegel político, la carencia de un adecuado principio para una
teoría de la acción colectiva autónoma y la ilusión comunitaria de su idea de
estado, falencias que eran aún más profundas y explícitas en Spinoza. En ambos
casos es imposible desde estos presupuestos establecer una identidad activa de los
ciudadanos en un estado racional, en una república. Para los jóvenes hegelianos
el potencial intersubjetivo que posee el Espíritu Objetivo se ve frustrado por
el propio diseño de la estructura institucional así como de una errónea teoría
de la praxis. Todo esto se condensará en la Kritik
marxiana de 1843, tanto a la deficiencias del republicanismo riguroso de
Bauer como al propio constitucionalismo monárquico de Hegel. Es fácil deducir
que Marx tenía claro no solo las limitaciones del Spinoza político, sino que
además restringía su eficacia polémica exclusivamente al combate coyuntural del
Partei Bauer contra la reacción
prusiana. Se contraponen en este Spinoza “baueriano-marxiano” dos tipos de
estados: el confesional y opresivo (que basa su legitimidad sobre die Masse, sobre die grossen Menge en mistificaciones teológicas) y el Estado de
acuerdo a su esencia, organische
Staatsvernunft, que propone como fin la Libertad espiritual, dirigido por
la máxima republicana de la Lex salus.
Pero aquí ya estamos más allá de Spinoza. Marx ya había hecho suyas las
críticas de Bauer a la incoherente síntesis en Hegel de la sustancia de Spinoza
y el Ich de Fichte, también asumido
el Republicanismo riguroso baueriano de 1840-1842, por lo que Spinoza no podía
ya satisfacer las necesidades históricas de la Kritik pura, ni ser utilizado contra el Rechstaat para repudiar y marginalizar el individualismo posesivo,
los particularismos como idea de la Libertad. Efectivamente, Marx no necesitó
explayar los “defectos” de la Filosofía práctica de Spinoza por escrito, al
parecer eran autoevidentes ideológicamente. Pero la corrección puede leerse
claramente usando como mediación e ilustración el montaje del Hefte de 1841. La caprichosa exégesis
textual “es” la crítica del Marx “democrático-liberal”, del Marx Bauerianer al Spinoza político.
[1] A modo de paradigma, el sociólogo Michael Lowy al
analizar el paso de Marx al Comunismo entre 1842 y 1844, simplemente lo
incorpora y subsume su propia educación política a las vicisitudes de una
genérica izquierda hegeliana (sin identificarla como una línea política
liberal), para concluir que “la evolución de Marx se inserta en este marco
general…”; en: La teoría de la revolución
en el joven Marx, Siglo XXI Editores, México, 1979, p. 37 y ss.
[2] Un ejemplo es el libro de Antonio Negri La anomalía salvaje. Ensayo sobre poder y
potencia en B. Spinoza, Anthropos, Barcelona, 1993, de talante
antihegeliano que encuentra la “unidad del proyecto humano de liberación” en
una supuesta genealogía alternativa basada en Maquiavelo-Spinoza-Marx, a la
línea de “mediación burguesa”, representada por Hobbes-Rousseau-Kant-Hegel, en:
ibidem, p. 242. Una idea que va, contra litteram, con la
autointrepretación del mismo Marx. Curiosamente Negri no consulta los
manuscritos de Marx sobre Spinoza en 1841, ni profundiza en su posible
presencia en obras más maduras.
[3] Sobre el spinozismo hegeliano, véase: Chiegerin,
Franco; L’influenza dello spinozismo
nella formazione della Filosofia hegeliana, CEDAM, Padova, 1961. Spinoza
está, casi como un hilo rojo, en todo el desarrollo intelectual de Hegel desde
Tubinga. Chiegerin demuestra que el Spinozismo, o sea “in definitiva,
l’impostazione monistica spinoziana, fu il substrato culturale asimilato
inizialmente da Hegel…”, en: ibidem,
p. 170.
[4] Remitimos al lector a nuestra propuesta de
traducción y edición, la primera en español: Marx, Karl Heinrich; Cuaderno Spinoza; Montesinos, Barcelona,
2012.
[5] Carta de Bruno Bauer a Karl Marx, 30 de marzo de
1840, en: MEGA (2), III, 1, pp. 343.
También véase la tesis de Maximilien Rubel en “Marx à la rencontre de Spinoza”,
Economies et Societés, 12(1-2),
Jan.-Feb. 1978, pp. 239-265 y también “Pour une étiologie de l'aliénation politique:
Marx à l'ecole de Spinoza”, en: Economies
et Sociétés; 19(7-8), July-August 1984, pages 223-41: Rubel incluso apunta
a un conocimiento insuficiente y superficial de la obra spinoziana: “Marx
avait déjà plus qu’une connaissance vague de cette œuvre.” Se puede comprobar
con certeza el conocimiento de Marx de la Etica,
del Tractatus theologicus politicus,
del Tractactus politicus y de la
correspondencia, de acuerdo a la edición de Paulus de 1802. Sobre las vicisitudes de
Spinoza en el desarrollo intelectual de Marx entre 1835 y 1841. remitimos al
lector a nuestro estudio preliminar de nuestra edición y traducción en español:
Marx, Karl Heinrich; Cuaderno Spinoza,
Montesinos, Mataró, 2012, p. 7 y ss.
[6] Cuando Lassalle le envíe su libro sobre Heráclito,
Marx recordará este trabajo de una manera muy peculiar, señalándole que en su
juventud tuvo sobre Epicuro “un interés más político que filosófico”, en:
Marx/Engels; Werke, Band, XXIX, carta
de K. Marx a F. Lassalle, 21 de diciembre, 1857, p. 547. En otra carta a Lassalle,
Marx le confesará, después de haber leído su libro, que él “había hecho un
trabajo análogo sobre un filósofo mucho más fácil, Epicuro, intentando la
exposición del sistema a partir de fragmentos, un sistema a proposito del cual
yo, estoy convencido, encontramos, como en Heráclito, en los escritos de
Epicuro en sí mismos, pero no en una sistematicidad desarollada.”, en:
Marx/Engels; Werke, Band, XXIX, carta
de K. Marx a F. Lassalle, 31 de mayo, 1858, p. 561.
[7] En otro contexto opuesto, el libro de F. C. Baur
que emparentaba a Sócrates con Cristo, y a Platón como un precursor del
Cristianismo moderno, será uno de los objetos de crítica del joven filólogo
Nietzsche.
[8] Marx cita una obra inexistente o mal escrita. La
referencia corresponde a Peri zôôn moriôn, Sobre las partes de los Animales, I, 5, 645, a, 5-6, en edición
latina conocido como De Partibus
Animalium.
[9] Karl
Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz
Verlag, Berlin. Band 40, 1973,
pp. 225-6. En español: Marx. Escritos de
Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 135. Traducción propia.
[10] También su trabajo sobre Leibniz: Darstellung, Entwicklung und Kritik der
leibnizschen Philosophie, Brügel, Ansbach, 1837., en: ibidem, III, p. 179.
[11] Feuerbach,
Ludwig; Geschichte der neuern Philosophie
von Bacon von Verulam bis Spinoza, Brügel, Ansbach, 1833, III, p. 179.
[12] Véase: Breckman,
Warren; Marx, the Young Hegelians, and
the Origins of Radical Social Theory, Cambridge University Press, 1999, pp.
266 y ss.
[13] La fórmula es
del propio Feuerbach: “Spinoza ist der eigentliche Urheber der modernen
spekulativen Philosophie”, en: Vorläufige
Thesen zur Reform der Philosophie, Entstanden 1842. Erstdruck in: Das literarische Comptoir, Zürich und
Winterthur, 1843, p. 55. En español: Tesis
provisionales para la reforma de la Filosofía, Orbis, Buenos Aires, 1984,
p. 21.
[14] Spinoza, Baruch de; Etica, V, teorema XLII. No es casualidad que la misma cita aparece
en el libro de Feuerbach, Geschichte der
neuern Philosophie von Bacon von Verulam bis Spinoza, Brügel, Ansbach, 1833,
p. 426.
[15] Karl
Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz
Verlag, Berlin. Band 40, 1973,
p. 230. En español: Marx. Escritos de
Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 137. Traducción propia.
[16] Marx, Karl; en el Neuer Entwurf der Vorrede, en: Karl Marx / Friedrich Engels; MEGA (2), Abt. 1: Werke, Artikel,
Entwürfe, Bd. 1: Karl Marx: Werke, Artikel, literarische Versuche bis März
1843, Akademie Verlag, Berlin, 1975, p. 5.
[17] Karl
Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz
Verlag, Berlin. Band 40, 1973,
p. 75. En español: Marx. Escritos de
Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 88. Traducción propia.
[18] Rjazanov,
David, B.; “Einleitung”, en: MEGA (1),
I, 2, pp. XXI-XXII.
[19] Rubel, Maximilien; “Marx à la rencontre de
Spinoza”, en: Cahiers Spinoza, I,
1977, p. 15. Rubel ha sido el primero, mucho antes de la publicación completa
en la nueva MEGA, de darse cuenta que
los Exzerpte sobre Spinoza no eran
como los otros del período berlinés. Véase también su ensayo “Le concept de
démocratie chez Marx”, Le Contrat Social,
VI, 4, 1962, ahora como “Marx et la démocratie”, en: Marx critique du Marxisme, Payot, Paris, 2000, p. 253. En español:
“Marx y la democracia”, en: Marx sin mito,
Octaedro, Madrid, 2003, p. 193.
[20] Rubel, Maximilien; “Marx et la démocratie”, en: Marx critique du Marxisme, Payot, Paris,
2000, pp. 254-255.
[21] Matheron, Alexander; “Le Traité
Théologico-Politique vu par le jeune Marx”, en: Cahiers Spinoza, I, 1977, p. 160. Matheron intenta una demostración
paso a paso desde el punto de vista de Spinoza. Un tesis que a Rubel le parece
exagerada, pero sin contraprueba filológica alguna, en su artículo “Marx à
l’école de Spinoza”, en: Giancotti, Emilia(a cura di) Spinoza nel 350º anniversario della nascita, Bibliopolis, Napoli,
1985, p. 389.
[22] MEGA (2), IV, I, Apparat,
p. 773.
[23] Para la referencia a los llamados Kreuznacher Hefte escritos en 1843,
véase: MEGA (2), IV, 2, pp. 9-278;
para los Pariser Hefte escritos en
1844, véase: MEGA (2), ibidem, pp. 283-579.
[24] Véase: Essbach, Wolfgang: Die Junghegelianer. Soziologie einer Intellektuellengruppe; Wilhelm
Fink Verlag, München, 1988.
[25] Anónimo (Bauer,
Bruno); Die evangelische Landeskirche
Preussens und die Wissenschaft, Otto Wigand, Leipzig, 1840.
[26] Bauer, Bruno; Kritik der evangelischen Geschichte des
Johannes, Schünemann, Bremen, 1840.
[27] Bauer, Bruno; Die
gute Sache der Freiheit und meine eigene Angelegenheit; Verlag des
literatischen Comptoirs, Zürich-Winterthur, 1842, p. 203; en esta obra Bauer
utiliza la famosa metáfora de la Religión como “Opio de los pueblos”, p. 213; reimpreso
en: Bauer, Bruno; Feldzüge der reinen Kritik, H.-M. Sass, ed.,
Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1968, p. 91 y ss.
[28] (Anónimo): “Bekenntnisse
einer schwachen Seele”; en: Deutsche
Jahrbücher, June 23–24, 1842; reimpreso en: Bauer, Bruno; Feldzüge der
reinen Kritik, H.-M. Sass, ed., Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1968,
pp. 71–90, la fórmula en p. 86.
[29] Nombre inspirado en el nombre del diario creado
por Jean-Paul Marat en 1790.
[30] Hermes, Georg; Einleitung in die christlichkatholische
Theologie, 2 Bände, Münster, 1819–1829. El libro fue declarado herético por el Vaticano, según una bula papal
de Gregorio XVI llamada Dum breve
acerbissimas de 1835 e incluído en el Index
de los libros prohibidos.
[31] Carta de Bruno Bauer a Marx, 25 de julio de 1840; en:
Karl Marx/Friedrich Engels; Gesamtausgabe
MEGA (2), Abt. 3: Briefwechsel Bd. 1: Karl Marx/Friedrich Engels:
Briefwechsel bis April 1846, Akademie Verlag, Berlin, 1975, p. 349; parte del
libro sobre Hermes será utilizado en el artículo polémico “Der leitende Artikel
in Nr. 179 der »Kölnischen Zeitung«”, de julio de 1842.
[32] Marx, Karl:
“Der leitende Artikel in Nr. 179 der »Kölnischen Zeitung«”, Rheinische Zeitung, Nr. 191
vom 10. Juli 1842; ahora en: en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 1, Dietz Verlag, Berlin
(DDR), 1988, p. 102.
[33] Carta de Bruno Bauer a Marx, 1 de marzo de 1840;
en: Ibidem, p. 340.
[34] Marx, Karl: “Bemerkungen über die preussische
Zensurinstruktion”, Februar 1842; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 1, , Dietz Verlag, Berlin
(DDR), 1988, p. 3 y ss.; en este artículo aparece dos veces citado el Spinoza
de la Etica.
[35] Bauer, Bruno; Über die Prinzipien des Schönen
(De pulchri principiis). Eine Preisschrift (1829), Akademie Verlag, Berlin,
1996, proposición 69b, p. 189.
[36] Marx, Karl: “Der leitende Artikel in Nr. 179 der
»Kölnischen Zeitung«”, Juli, 1842; en: ibidem,
p. 103.
[37] Anónimo (Bruno Bauer): Die Posaune des
jüngsten Gerichts über Hegel, den Atheisten und, Antichristen. Ein Ultimatum, Otto
Wigand, Leipzig, 1841.
[38] Bruno Bauer, “Charakteristik Ludwig Feuerbachs”;
en: Wigands Vierteljahrschrift, III
(1845), 86–88; parcialmente on-line: http://www.lsr-projekt.de/bauer.html Una tesis
que repetirá en el futuro Marx, por ejemplo en Die heilige Familie (1844) o en Die
deutsche Ideologie (1845), donde se remarca que Hegel es una “mala” unidad
de Spinoza y Fichte.
[39] Sobre la influencia de Bauer sobre Marx, véase el
trabajo de Ruedi Waser: Autonomie des
Selbstbewusstseins: eine Untersuchung zum Verhältnis von Bruno Bauer und Karl
Marx (1835-1843), Francke, Tübingen [u.a.], 1994; todo el período entre
184-1842, tanto en los escritos
exotéricos como esotéricos, Exzerpte
y correspondencia nos presentan un ambiente climático “baueriano”.
[40] Marx, Karl Heinrich: Hefte Spinoza, 1841; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Gesamtausgabe (MEGA). Vierte Abteilung, Band 1, Exzerpte und Notizen bis
1842; Dietz Verlag, Berlin, 1976, p. 235.
[41] Bauer, Bruno: Die gute Sache der Freiheit und meine eigene
Angelegenheit, de 1842, en: Bauer, Bruno; Feldzüge der reinen Kritik,
H.-M. Sass, ed., Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1968, p. 91.
[42] En Matheron puede seguirse paso a paso las
diferencias desde el punto de vista del original de Spinoza; Matheron,
Alexander; op. cit.; p. 174.
[43] “Finis
ergo rei publicae revera libertas est”,
en: Marx, Karl Heinrich: Hefte Spinoza,
1841; ibidem, p. 237.
[44] Anónimo; (Bauer, Bruno); “Der christliche Staat
und unsere Zeit”, en: Hallische
Jahrbücher für deutsche Wissenschaft und Kunst, hg. v. Theodor Echtermeyer
u. Arnold Ruge, Leipzig 1841, Nr. 135-140 (7. Juni - 12. Juni, 1841), pp.
537-558.; ahora en: Feldzüge der reinen
Kritik, ed. H.-M. Sass; Suhrkamp,
Frankfurt am Main, 1968, pp. 7-43; precisamente éste es el artículo que Koppen
afirmó que estuvo inspirado por Marx y que Bauer habría tomado de él muchas
ideas, en la época se le atribuía al mismo Marx.
[45] Nos permitimos remitir al lector a nuestro estudio
preliminar del poco conocido texto marxiano en la edición en español: Marx,
Karl; Sobre el Suicidio, El Viejo
Topo, Barcelona, 2012. pp. 7-50.
[46] Bauer, Bruno; “Was ist der Lehrfreiheit?”; en el
diario dirigido por Marx, Rheinische
Zeitung, 102, 12.4.1842, Beiblatt; en: Marx, Karl; Rheinische Zeitung für Politik, Handel und Gewerbe; Zentralantiquariat
der Deutschen Demokratischen Republik, Leipzig, 1974, p. 15.
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