Bush ilustrado
Si los síntomas pueden elaborar historias, el caso de la extraña simbiosis del presidente Bush con una ilustración lo demuestra. Si Nerón gustaba de rodearse de camafeos, esculturas doradas, frescos y grabados sobre Alejandro Magno (en un proceso mimético que rodeaba a su persona y resignificaba a su propia ideología imperial), a Georg Walker Bush le fascina ver corporizado su destino individual y el de su nación en una pintura que cuelga del Salón Oval de la Casa Blanca. Parafraseando la cuestión planteada por André Bretón, diremos que el problema actual ya no es saber si un cuadro aguanta en un campo de trigo, sino si aguanta al lado de un político y su entorno, que es una jungla.
Hasta se equivoca en el título: Koerner ilustró en 1912, a pedido de la revista “The Saturday Evening Post”, un cuento de Zane Grey sobre el Oeste titulado “Riders of The Purple Sage” y nuevamente en 1916 acompañando la historia corta, también de cowboys, “The Slipper Tongue”. En esta versión la historia es sobre un ladrón de caballos que es atrapado y logra escapar evitando ser linchado por una turba en Sand Hill, Nebraska. Justamente, el cuadro representa al ladrón huyendo frenéticamente de sus captores. En la misma revista la ilustración lleva el siguiente subtítulo: “Had His Start Been Fifteen Minutes Longer He Would Not Have Been Caught.” Si se hubiera escapado quince minutos antes… Este podría ser el verdadero título del cuadro. En 1917 se reimprime la ilustración encabezando “Ways That Are Dark”, otro producto de la western pulp fiction tradition. El artista además vendió la ilustración al “Country Gentleman Magazine”, que lo acompañó de otro western, ahora sí, titulado “A Charge to Keep”. Aquí empieza la cadena ideológica. Cuando asumió como gobernador de Texas en 1995, su esposa Laura seleccionó para el día de su asunción un himno metodista escrito por, obviamente, Wesley, titulado “A Charge to Keep”. El himno tiene las siguientes palabras:
A charge to keep I have,
A God to glorify,
A never-dying soul to save,
And fit it for the sky.
To serve the present age,
My calling to fulfill:
O may it all my powers engage
To do my master's will!
Un puesto que he de mantener,
Un Dios al que glorificar,
Un alma inmortal para salvar,
Y apta para el cielo.
Servir en la edad presente,
La llamada he de cumplir:
Oh¡ que todos mis poderes se comprometan
¡Para hacer la voluntad de mi Señor!
Después de la ceremonia, uno de los amigos petroleros de la familia, Joseph I. "Spider" O'Neill, socio gerente de la empresa familiar y de un fondo de inversión, le dijo que poseía una pintura con el mismo título y se la obsequió al gobernador. Desde entonces el icono vaquero metodista acompaña a Bush Jr. La ideología hizo otro rizo cuando se recicló la ideología del segundo mandato como un liderazgo de pioners del Lejano Oeste encomendados a una misión divina. La inspiración se trasladó a la autobiografía (escrita a dos manos con su asesora de prensa de entonces, Karen Hughes) “A Charge to Keep: My Journey to the White House”. Un ejemplo: “I could not be governor if I did not believe in a divine plan that supersedes all human plans”. Bush lleva a cabo un plan divino que supera a todos los humanos… La mala interpretación nos habla en primer lugar del “Síndrome de Tostoi”, esa perturbación psicológica que reduce la disonancia cognoscitiva auto engañándose creyendo que se sabe todo, y que fue definida en cuento de Tolstoi: “Se que la mayoría de los hombres, hasta aquellos que manejan problemas de gran complejidad, rara vez pueden aceptar aun la verdad mas simple y obvia, si esto les obliga a admitir la falsedad de las conclusiones que se han deleitado en explicar a sus colegas, que han enseñado con orgullo y que han tejido hilo por hilo en el tejido de sus vidas”. Bush le da a la imagen el título que caprichosamente desea: “Charge to keep”, una misión que mantener, aunque no lo sea en absoluto. La proyección (un mecanismo primitivo que configura el mundo exterior) puede ser entendida desde la ideología imperial como ese discurso que intenta recuperar a otro nivel de coherencia el hilo narrativo. Hilo narrativo no sólo es lenguaje, sino perspectivas, líneas de fuga, que las palabras y los conceptos dibujan y que facilitan la legitimidad de la acción. El involvement, la adhesión ingenua, de abandono vulgar a la seducción fácil de su proyección ideológica dice mucho más que un discurso. Una herradura ideológica que va de Norman Rockwell a Jack Bauer, de la estética del Wild West a la teocracia neocapitalista, del garrote de la “Monroe Doctrine” de Teddy Roosevelt al unilateralismo agresivo de Bush Jr; de la “política del big stick” y la “gunboat diplomacy” del ‘900 al evangelismo marcial del “Eje del Mal”. Aquí está concentrado el “New Imperialism” con una capacidad única de lograr ventajas económicas con medios extreconómicos (mesianismo, fuerza militar unilateral) como nunca se vio en la historia. La acumulación por desposesión (El Álamo es Irak) o la acumulación por imposición (señoriaje del dólar). Y que el capitalismo del siglo XXI no puede existir sin briosos y agresivos vaqueros, sin esa fuerza extraeconómica sostenida por el estado más deficitario del mundo. Pero la interpretación solapada de ideología del cuadro puede ser leída también desde la falsa conciencia. El motto bushiano de que el cuadro “trata de nosotros” nos habla de un discurso de identidad hacia la propia fracción de la clase dominante, darse apariencia de unaminidad entre los propios grupos dominantes, un gran esfuerzo por alimentar una imagen pública de cohesión y creencia común. La fachada de los EE.UU. tienen una misión superior otorga una fachada eficaz de afinidad que incrementa el poder aparente de las elites. La apariencia de unanimidad entre los que mandan, sobra decirlo, incrementa y legitima su poder (sea este legal o no). De alguna manera la proyección de Bush va dirigida al seno del propio grupo en el poder. Se naturaliza la propia arbitrariedad y obliga a tomar en serio su propia retórica. Finalmente Bush se nos muestra como profundamente antikantiano. Mientras para Kant el juicio estético debía distinguir “lo que agrada” de “lo que produce placer”, para poder discernir el desinterés, única garantía de la cualidad estética de la contemplación, Bush (que espera, como miembro de la clase dominante, que cualquier imagen desempeñe una función, incluso la del signo) manifiesta en el distanciamiento estético referencias a las normas de la moral teocrática. El naturalismo agresivo de las ilustraciones de los westerns genera juicios que son siempre respuestas a la cosa representada. Una estética imperial que subordina forma y existencia de la imagen a su función propagandística-ideológica más burda y tosca. Casi hablando de Bush, Kant escribe: “El gusto es siempre bárbaro, cuando mezcla los encantos y las emociones a la satisfacción y es más, si hace de aquellas la medida de su asentamiento”. Enfrentado a una obra de arte legítima, Bush, desprovisto de competencia específica, aplica espontáneamente el ethos neoconservador más rastrero, el mismo que estructura su percepción ordinaria de la existencia ordinaria. Más que un puesto a mantener, Bush debe planear con cuidado su retiro imperial. En la obra “Los Biombos” de Jean Genet, los peones árabes, que trabajan en una granja colonial en Argelia, matan al perverso capataz europeo cuando descubren que ha estado usando un relleno en sus ropas para darse una apariencia imponente. Una vez reducido a sus dimensiones naturales, los peones dejen de temerle, se derrumba la dramaturgia del poder. ¿No será que en realidad estamos viendo a un pobre ladrón de caballos que se escapa a toda prisa para evitar ser linchado por la muchedumbre enfurecida de tanta muerte, miseria y mentira?
(Ilustración: W. H. D. Koerner, "Sin título", 1912)
Etiquetas: discurso dominante, George W. Bush, ideología, imperialismo
1 Comments:
Me encanta la agudeza del análisis. Ahora me pregunto qué colgarán Obama o Hillary en sus recintos...
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