Heidegger & Hitler: filosofía y nacionalsocialismo
Heidegger apoyando a Hitler. Leipzig, noviembre, 1933 (Illustrierte Zeitung)
Las manos maravillosas del sonámbulo: Emmanuel Lévinas, un filósofo francés, para muchos, uno de los más grandes pensadores del siglo XX, se preguntaba por la posibilidad que el nazismo, como “Mal Elemental”, estuviera inscripto en la misma filosofía de Occidente, y en particular, en la ontología tan influyente de Martin Heidegger, “en la misma ontología del Ser que se ocupa del ser del Ser”. En 1933, en pleno ascenso al poder del nacionalsocialismo, el filósofo-psicólogo Karl Jaspers en una charla ocasional en su casa, le preguntó a Martin Heidegger cómo se podía considerar apto para gobernar a una nación como Alemania a alguien tan primitivo e inculto como Adolf Hitler, a lo que aquel le respondió: “…no es una cuestión de cultura. ¡Mire qué manos tan maravillosas tiene!”. Jaspers se quedó en silencio, perplejo, reconociendo que Heidegger estaba subyugado no sólo por el nacionalsocialismo como ideología, sino por la capacidad carismática del sonámbulo Hitler. A la vez, aplicando su analítica de la existencia, Heidegger le estaba dando una respuesta filosófica profunda al mismo Jaspers: la capacidad del Führer nada tenía que ver con categorías relacionadas con el racionalismo o una falsa idea de cultura cosmopolita liberal. La relación de Heidegger con el partido nazi está bien testimoniada. A modo de ejemplo: el poeta residente en Badenweiler, René Schikele, anota en su diario personal el 2 de agosto de 1932: “...en los círculos universitarios de Freiburg se cuenta que Heidegger ya sólo se relaciona con los nacionalsocialistas...”; el mismo Jaspers anota en notas póstumas semejantes rumores. El gran filósofo Edmund Husserl, maestro y padrino en su carrerismo académico, en su correspondencia con D. Mahnke, le señalaba las tendencias políticas evidentes de Heidegger hacia el nacionalsocialismo, en fechas tan tempranas como 1929. Los contactos de Heidegger con el NSDAP se ligaban a su relación con la “NsDStB”, la Nationalsozialistischer Deutscher StudentenBund, asociación de estudiantes nazis, encuadradas en las SA, y su estrecha amistad con su líder regional, Gerhard Kruger, por lo menos desde 1931. Sabemos de su correspondencia con su esposa, un cuadro político nacionalsocialista, que leía diariamente el órgano de prensa del NSDAP, el Völkischer Beobachter, dirigido por Alfred Rosenberg, cuyo motto era "Kampfblatt der nationalsozialistischen Bewegung Großdeutschlands" (Diario de combate del Movimiento Nacionalsocialista de la Gran Alemania) o que ya en 1932 votó las listas nacionalsocialistas. No es casualidad la referencia misteriosa de Heidegger a las características de semidiós olímpico del Führer. El papel de Hitler como líder carismático y el culto a su personalidad heroica proporcionó la fuerza motriz de la dinámica del SS-Staat, desempeñando su imagen varias funciones fundamentales de integración, movilización, legitimación. La excepcionalidad del estado nazi (o fascista) no puede separarse de la excepcionalidad carismática de la figura de su líder y la retroalimentación en el rizo ideológico. Recordemos que el estado nacionalsocialista en su contenido constitucional –según las palabras del destacado jurista nazi Ernst Huber en 1934– se encarnaba por entero en el “Poder del Führer” que era “absoluto y total… no limitado por salvaguardias y controles… sino libre e independiente, exclusivo e ilimitado”. El núcleo del estado nazi era el mito del espíritu rector del Führer Adolf Hitler, de su extraordinaria personalidad, de su estatura cesarista, de su autonomía napoleónica, su predestinación misteriosa y de su carácter de Übermensch. Heidegger simplemente acompaña el mito del Führer, legitimándolo con su filosofía práctica. Pero este apoyo filosófico no se limitaba a intercambios inocentes con colegas universitarios en los pasillos, ni se redujo a mera opinión privada. Heidegger, como muchos miembros del mandarinado intelectual de Weimar, estaba absoluta y lealmente convencido de la versión íntegra del mito-Hitler. Y esta profesión de fe la llevó a la práctica con todas sus consecuencias. Otto Pöggeler, un heideggeriano de ley, reflexionando sobre la filosofía política de Heidegger, expresará su vergüenza y estupor por una foto que muestra al filósofo más influyente de nuestra cultura posmoderna (junto con Nietzsche) en noviembre de 1933 apoyando incondicionalmente la política de Hitler, orgulloso “debajo de un muro de hombres de las SA y de banderas con la cruz swástika”. La foto, que ilustra este artículo, la publicó al otro día del encuentro el diario Illustrierte Zeitung ("Tiempo Ilustrado"): en el acto central en el Alberthalle de Leipzig de izquierda a derecha aparecen el dirigente de las tropas de asalto pardas, las Sturm Abteilung (SA) de la NSLB (asociación de profesores nacionalsocialistas) Schulrat Geyer de Sajonia; el rector de la Universidad de Leipzig, Dr. Arthur Golf; el rector de la Universidad de Hamburgo, Dr. Eberhard Schmidt; el Dr. y teólogo Friedrich K. Schumann de la Universidad de Halle; el profesor Dr. Emanuel Hirsch de la Universidad de Göttingen (¡teólogo y traductor de Kierkegaard!); otro dirigente de las SA y NSLB Arthur Göpfert de Dresden; por supuesto con su bigote recortado el Rektor Prof. Dr. Heidegger de la Universidad de Freiburg; el Dr. Wilhelm Pinder, historiador de arte de la Universidad de München (quién decía que el arte debía ser Äußerung unserer Rasse, "expresión de nuestra raza aria"); el rector Dr. Eugen Fischer de la Universidad de Berlín (un eugenista siniestro y amigo íntimo de Heidegger) y el Dr. en medicina Sauerbruch de la Universidad de Berlín. La ocasión era un Rally de intelectuales y científicos nacionalsocialistas por Alemania, bautizado como “Manifestación de la Ciencia Alemana”, con el fin de apoyar la decisión del Führer de abandonar la Sociedad de las Naciones. La idea del rally partió del Führer de la Asociación de Profesores Nacionalsocialistas (NSLB) de Sajonia, el Gauobmann Arthur Göpfert, que llegaría a ser una especie de ministro de educación sin cartera. Se suponía que lo más granado y destacado de la Intelligentsia nazi diera su apoyo a las últimas medidas tomadas por el gobierno de Hitler, entre ellas la suspensión de todos los derechos constitucionales, la prohibición de los partidos políticos, la disolución del Reichstag (Parlamento) y las dietas provinciales y, por supuesto, la política exterior agresiva del IIIº Reich. Para Salvar del “error” a millones de compatriotas engañados por el marxismo y el liberalismo corrupto, se crearon los tristemente célebres KZ Lager –campos de concentración– ya en 1933. Estos eran justificados públicamente por el morfinómano Göring diciendo que “nada era más necesario que la intervención contra los seductores, los agitadores y sus mismos líderes. Los campos de concentración fueron creados con tal finalidad. A ellos fueron enviados, en primer lugar, millares de funcionarios de los partidos comunista y socialista”. Göring además creó otra institución represiva con mucho futuro en abril de 1933: la Geheime Staatspolizei (acrónimo GeStaPo), con reclutas provenientes de las S.S. y las SA, las organizaciones paramilitares nazis. En este clima de terror e intimidación se produjo el incendio del Reichstag, la sede parlamentaria, a tan sólo una semana de las elecciones. Inmediatamente se acusó al KPD, el partido comunista alemán, de intentar un levantamiento armado, por supuesto inexistente. A consecuencia del cual se desata una razzia generalizada en toda Alemania contra simpatizantes, funcionarios y diputados comunistas. Se emite un decreto por el cual queda anulada la representación en los escaños parlamentarios y se detienen “preventivamente” a alrededor de 5.000 personas, incluidos todos los diputados electos en la última elección. Con extraordinaria rapidez se publicó un decreto-ley llamado Zum Schutz von Volk und Staat (“Para la Defensa del Pueblo y el Estado”) como “defensa contra los actos de violencia perjudiciales para el Estado de parte de los comunistas”, que anulaba la libertad personal, la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión y asociación, la libertad domiciliar, el secreto epistolar e incluso el derecho de propiedad. Además se restauraba la pena de muerte para delitos filopolíticos calificados como de “alta traición a la Patria”, incendio doloso, sabotaje a intereses estratégicos, atentados contra miembros del gobierno, intento de rebelión y varios etcéteras. Igualmente se suprimieron todos los gobiernos regionales. La Constitución de Weimar quedó así derogada y nunca más volvió a la vida. Todos los historiadores del IIIº Reich consideran que durante el año 1933 el régimen “fabricó” la dictadura en sus elementos más esenciales y en nueve meses a lo largo de 1933 la forma definitiva del S.S. Staat estaba casi lista. Casi ninguna esfera de actividad organizada, política o social se vio libre de la famosa Gleichschaltung, la nivelación-coordinación de arriba a abajo de todas las instituciones puestas bajo el control nazi. Como remarcó un testigo de la época “no había ya vida social; no podías pertenecer siquiera a un club de bolos que no estuviera ‘nivelado’ por los nazis”. Hitler mismo lo reconocía: “En el año que transcurre entre septiembre de 1933 y septiembre de 1934 se ha consolidado definitivamente el poder nacionalsocialista en Alemania… las revoluciones eliminan solamente situaciones de poder. Pero sólo la evolución modifica un estado de cosas”. A este trabajo de “evolución”, un irónico eufemismo hitleriano, se adherirá con pasión y fanatismo el nuevo Rektor de Freiburg, el filósofo Martin Heidegger.
1933 o el año de la Decisión: para magnificar en su justa medida la decisión y el contexto de la irresponsabilidad filosófica de Heidegger sólo necesitamos rápidamente contabilizar los pasos que llevarían al S.S. Staat a largo del fatídico año 1933. En febrero el presidente del Land prusiano, Hermann Göring, prohíbe todas las manifestaciones públicas y actos políticos del partido comunista, el KPD, un partido totalmente legal en toda Alemania; simultáneamente la Polizei de Berlín ocupa y saquea el edificio del comité central del KPD, el “Karl-Liebknecht Haus”, en la BüloPlatz. En marzo de 1933 las fuerzas paramilitares del partido nazi, las SA cuentan ya con cuarenta campos de concentración “semi-legales”. El mismo mes se realizan las últimas elecciones “semi-libres” en Alemania. El partido nazi, pese a la ayuda de la campaña de terror total dirigida desde el estado, no logra el objetivo propuesto por Hitler de una mayoría absoluta. Los resultados finales fueron: NSDAP: 43,8%; SPD (socialdemócratas): 18,3%; KPD: 12,3%; el Zentrum (demócrata-crisitianos): 11,2%; DNVP (conservadores): 8%. El fracaso relativo en estas elecciones fue el disparador para la verdadera “toma del poder” por el NSDAP. Coincidiendo con los resultados electorales, la bandera nacional de la república de Weimar, negra-roja-oro, se transforma, por decreto presidencial, en negra-roja, con un círculo blanco en el centro con la swástica en negro; se establece que la nueva enseña será la bandera oficial del nuevo Reich. Por decreto se crea el Reichsminister für Volksaufklärung und Propaganda (RMVP), el infame Ministerio de Información Pública y Propaganda del Pueblo Alemán, siendo nombrado para ese cargo el doktor Joseph Goebbels. En marzo además se realiza la inauguración del nuevo Reichstag, en un montaje publicitario planeado por Goebbbels, que fue llamado “el día de Postdam”, porque se realizó en la iglesia de la guarnición militar de la ciudad de Postdam, un santuario de la derecha más extremista por ser el lugar en el que von Bismarck inauguró el segundo Reich alemán. En este lugar simbólico de la antigua Prusia monárquica y militar es donde se levantan los imponentes monumentos funerarios del rey Friedrich Wilhem I y su hijo Friedrich der Grosse. Como cierre del acto desfilaron ante el gabinete del nuevo gobierno de Hitler la “nueva” policía prusiana de Göring, las SA, las S.S. y los Stahlhem. Ante el nuevo parlamento Göring, su presidente, abre la sesión declarando una “amnistía” para todos los condenados a delitos con “intención patriótica” o sea los militantes de las organizaciones de extrema derecha. El Reichstag aprueba, con el apoyo del Zentrum católico y el DVNP, la moción del NSDAP llamada “Ley de autorización de plenos poderes”, que permitía al gobierno durante los próximos cuatro años el derecho a legislar sin el consentimiento del parlamento y el Reichsrat, el Consejo del Estado; el único voto opositor provino del bloque de diputados del SPD, pues los diputado electos del KPD fueron impedidos de ingresar al recinto y apaleados. El 25 de marzo de 1933 es además una fecha oprobiosa: se crea el primer “KZ”, campo de concentración oficial, cerca de Stuttgart, con capacidad para 1.500 detenidos. La mayoría serán criminales políticos. Se aprueba la ley relativa a la llamada eufemísticamente Gleichschaltung de los “Länder” provinciales, base del futuro doppelsstaat de las S.S.; los gobiernos provinciales eran los últimos restos heredados de la Weimar liberal. En el mes de abril se decreta el “Día nacional de boicot a los negocios judíos”, supervisado por las SA, bajo el lema: “¡Juda verreckes!” y al mismo tiempo se decreta la segunda ley complementaria relativa a la Gleichschaltung de los poderes políticos provinciales heredados del régimen liberal. Se crea la figura jurídica del Reichsstaatthalter o comisarios estatales del Reich, con poderes excepcionales estilo pretor romano; también se decreta la “Ley de reorganización de la burocracia del Estado Alemán”; con ambas medidas complementan la ley del 31 de marzo y avanzan en la profundización de la duplicación de las viejas estructuras estatales republicanas. En abril también por decreto oficial se crea, primero en Prusia bajo el gobierno Göring como ya dijimos, la Geheime-Staats-Polizei o GeStaPo, nombrándose director a Diehls. Diehls se haría famoso con aquella frase de “cuando escucho la palabra ‘Cultura’ saco mi revolver”. En mayo de 1933 el objetivo del gobierno de Hitler es atacar el movimiento obrero y sus organizaciones históricas. Por decreto se establece como “Día nacional del Trabajo” el primero de mayo y fiesta oficial del Estado alemán (asueto obligatorio), prohibiéndose todo acto paralelo; Hitler participa en un acto multitudinario en Berlín; en un acto similar en la ciudad de Freiburg, es cuando el filósofo Heidegger se afilia públicamente al NSDAP: su carnet de partido será el Nº 3.125.894. Al otro día del festejo del primero de mayo se decreta la disolución de todos los sindicatos libres; al mismo tiempo se crea una organización estatal única, bajo la égida del partido nazi: el DeutschArbeitsFront o D.A.F., Frente del Trabajo Alemán; la afiliación es obligatoria y castigada con duras penas. El 10 de mayo es otra fecha ignominiosa: El Ministerio de Información Pública y Propaganda de Goebbels, organiza oficialmente, junto a la organización de estudiantes de la SA,
Hitler o cómo se construye un dictador: La política de rearme planeada por Hitler debía evitar un ataque preventivo de sus vecinos más belicosos, Francia y Polonia, y esta idea conformó la conducta de la representación de Alemania en la conferencia de desarme de Ginebra, que estaba en pleno proceso cuando Hitler fue nombrado canciller. Hitler detestaba la participación alemana en ese foro tanto como la pertenencia de este país a
Entschlossenheit, Führerprinzip y Volksgemeinschaft: en estos textos (sus discursos públicos), y contra la hermeneútica de la inocencia que practican los heideggerianos, Heidegger utiliza toda la analítica existencial de su obra magna, Ser y Tiempo (1927), en especial la desarrollada a partir del capítulo V, “Temporalidad e Historicidad” y en particular el parágrafo 74, “La constitución fundamental de la historicidad”. No es ningún hallazgo, Heidegger mismo le había confesado a su ex alumno y ayudante, el filósofo Karl Löwith, que su compromiso político con el Nacionalsocialismo se encontraba en su concepto de historicidad. La cuestión es doble: por un lado Heidegger ya tenía una filosofía política in nuce, orientada hacia los grandes ejes ideológicos de la nueva derecha alemana; por el otro, Heidegger de alguna manera introduce su filosofía práctica en la gran corriente ideológica del nacionalsocialismo, le hace “coincidir” en una nueva síntesis que intentará competir con otros filósofos oficiales del IIIº Reich, como Krieck o Baeumler. Esto es bien visible en el “uso” de palabras-hongo de la ideología nazi, como “Decisión”, “Racial-Popular”, “Comunidad Racial-Popular” o “Principio del Caudillo”. Heidegger creía fanáticamente en una reconstrucción, según el modelo griego, de la Volksgemeinschaft, la antigua vida comunitaria germánica, reconstituida sobre la base de una religión “Sangre y Tierra” estética. Esta estetización de la política, muy clara en el trasfondo de su lección: Der Ursprung des Kunstwerkes ("El origen de la obra de arte") de 1935, del primitivo movimiento nacionalsocialista, junto con su concepto de comunidad Blut und Boden (Sangre y Tierra), es lo que Heidegger valora como núcleo de un nuevo inicio de Alemania. El uso no inocente de términos como Blut, Boden, Volksgemeinschaft, Führer, Gefolgschaft, fulgurando desde faros filosóficos, es suficiente constancia no sólo de su adhesión leal y militante, sino de una aceptación al sustrato racista-biológico del NSDAP. Por supuesto: esto último es negado a rajatabla por el heideggerianismo. El término alemán völkische es difícil (o imposible) de traducir, es una idea-faro nazi que Heidegger utiliza profusamente. Es preferible utilizarla en alemán original, después de señalar su complejidad lingüística. Se puede mal traducir como “nacional-popular” o “popular” en sentido gramscianao. Pero nada más alejado de la realidad. Völkische es casi una definición alternativa a nacionalsocialismo, por ejemplo: el órgano oficial del partido nazi que dirigía Goebbels tenía como adjetivo esta palabra, Völkischer Beobachter (El Observador racial-popular). Hitler en Mein Kampf la usa con abundancia e incluso la utiliza alternativamente como definición de su visión del mundo. Con sólo recorrer el índice analítico de la edición oficial de Mi Lucha y buscar völkisch y sus derivados, los editores nos reenvían constantemente a la palabra “Nacionalsocialismo”. Völkische era otro nombre para la filosofía del partido, sin lugar a dudas. Los traductores al español de Mein Kampf en los años ’30 y ’40 no tienen tampoco dudas: völkische es traducido sin dilaciones como “racial”. En el campo militar, cuando el Reich invade la URSS en 1941 los discursos de los militares a la tropa hablan de imponer a los subhombres bolcheviques la idea völkische. Los diccionarios españoles-alemanes de la década del ’30 tampoco dudan: traducen völkisch como “racista”. No hay lugar a duda que no puede equiparase völkische a nacional o popular (como hace, por ejemplo el heideggeriano Fédier), sino se debería traducir como “racial-popular”. Heidegger creía profundamente en la idea völkische, la comunidad racial-popular y el futuro era la edificación de una verdadera y auténtica Gemeinschaft, enfrentada y enemiga de la liberal Gesellschaft burguesa de la república de Weimar, enraizada desde el complejo de acción y logos del Nationalsozialismus, la comunidad de los camaradas de raza, los Volksgenossen. Como afirmaría Heidegger en un curso sobre Lógica del semestre de verano de 1934, un pueblo es algo al que nosotros llegamos por un acto de decisión (“Entscheidungsmässig”), pero no es algo que dependa de nuestro deseo individual el que pertenezcamos o no al pueblo alemán (no existe pertenencia meramente formal), nosotros no podemos decidir acerca de nuestra descendencia, acerca de nuestra herencia, nuestra Abstammung, por lo que la pregunta: “¿qué es un Pueblo?”, debe derivarse a el interrogante: “¿quién es este Pueblo alemán que somos nosotros mismos?”. Pero, continúa Heidegger, como el “ser lo que es” pertenece sólo a un ámbito del ser que no puede apartarse de su esencia (como podría ser el caso de las plantas), puede suceder que nosotros, los alemanes, estemos “siendo” un nosotros, un pueblo, que no somos aquello que somos. Los alemanes somos lo que somos de un modo (“weise”) tal que tal vez no somos lo que efectivamente somos: el Pueblo alemán original y auténtico. Es decir: por la misma característica de la decisión, no siendo alemanes, el nicht-Sein, y somos alemanes en base a una decisión inauténtica, fruto de un estado de resuelto (“Entschlossenheit”), aún no siendo. El Entschlossenheit surge sobre la base de una nueva visión de lo real (“neue Sicht auf das Wirkliche”) que nos permite acceder al acontecer futuro y quedar situados en el ámbito de lo esencial de la historia. Si la determinación de la esencia de la historia (“des Wesens der Geschichte”) se asienta en el particular carácter histórico de la época, a partir de la cual es realizada dicha determinación, ya que recordemos que para Heidegger no existe algo como la historia en sí, y si la verdad es la apertura de lo que es (“seiendem”), el “Ser alemán” es una decisión en torno a la posición fundamental del hombre alemán en el ser alemán. O sea: no es otra cosa que determinarse como ser en lo alemán que le es propio. Y este cambio sólo puede compararse, en su extensión y profundidad, a la grandeza del inicio, el Anfang con el que surgió absolutamente la historia de Occidente. La problemática de la Heimat y de la Volksgemeinschaft alemana se resuelve en una Entschlossenheit en tanto que actuar abierto para con el misterio abierto (“Geheimnisaufgeschlossene”) al ser alemán, que permanece sin exponerse a la posibilidad de la ruina y la decadencia, la Untergang de Occidente; es decir: al sacrificio de la esencia de lo propiamente alemán. En esta entrega (“geschicht”) al ser alemán y en ella ocurre aquel acontecimiento propio y característico del Da-Sein, exposición en el ser como entrega al ser, lo que Heidegger llamará la “cura”, el famoso Sorge que funda los fenómenos de la voluntad, el deseo, la inclinación y el impulso. El llamado “Principio del Caudillo” (“Führerprinzip”), elemento que jugaba un rol central y dinámico en el concepto nazi de “comunidad popular”, era una divisa distintiva de la gran mayoría de los grupos de la nueva derecha de Weimar en búsqueda del hombre de acción. Pero para entender este hilo conductor en Heidegger, entre Entscheidung, Volksgemeinschaft, Blut und Boden y el Führerprinzip, tendremos la obligación de examinar severamente otros aspectos de su comprensión y visión del nacionalsocialismo. En particular, debe entenderse el papel que jugaba, tanto el componente “national” del NSDAP como su ideología “socialista”, pues son precisamente estos dos ingredientes los que pueden ofrecer, a los ojos de Heidegger, la promesa de un nuevo inicio de Alemania y cerrar la cesura crítica que abrió la crisis en el corazón de Occidente, que adoptaba la forma de la Technik. Heidegger va a concebir al Führerprinzip del nacionalsocialismo como una idea que conjuga el conocimiento, el Logos, y la acción, la Praxis, de manera ideal, tan ideal que Heidegger la asimilará sin más a lo que Aristóteles llamaba phrónesis o sabiduría práctica. Como curiosidad, en los textos Heidegger, obsesivo en lo lexicográfico y semántico, siempre coloca destacada en itálica, la cópula del verbo “ser” cuando se refiere al Führer Adolf Hitler.
Los textos: debemos decir que el alemán de Heidegger es muy difícil de entender (y traducir) no sólo por su propia complejidad léxica, sino además por el contexto ideológico de la Alemania de los años ’30 que es incomprensible para un lector del siglo XXI. Estos discursos fueron pronunciados por Heidegger en días sucesivos dentro del apoyo militante al plebiscito de Hitler. El primero dirigido a los estudiantes, el segundo apelando al pueblo alemán y el último al cuerpo de docentes y profesores. El Gauobmann de Sajonia, el SA Göpfert, de quién partió la iniciativa, apoyó además la publicación de un cuidado libro con la totalidad de los discursos pronunciados en Leipzig. La obra tendría una introducción, un Vorrede titulado “Llamamiento a todos los hombres cultos del mundo”, manifiesto colectivo aprobado en el mitin, destinado a todos los gobiernos e instituciones educativas extranjeras y hombres de ciencia eminentes. Se había pensado en una edición de lujo in octavo, que debía ser pagada con fondos del partido nazi y contribuciones de cada universidad. El Rektor Heidegger, sin pérdida de tiempo, envío una carta personal el 13 de diciembre de 1933 a los restantes decanos pidiéndoles el urgente apoyo económico: “Debe ser conservado en la memoria [el libro] como un hito en la historia de la ciencia alemana y su significación debe ponerse al servicio de la política exterior de Hitler”. Heidegger, al parecer informado hasta en los detalles íntimos del proyecto, informa a los decanos que el proyecto editorial contempla la publicación además de en alemán en otras lenguas: inglés, francés, italiano y español, y agrega que debe testimoniar la voluntad monolítica de toda la ciencia del Reich. Pide además que el manifiesto introductorio sea firmado por la mayor cantidad posible de académicos y científicos: “Para evitar que en el extranjero se piense que las firmas han sido falsificadas, cada volumen deberá llevar el facsímil de las firmas originales”. Para cubrir los gastos de papel, impresión y distribución (unos diez mil reichsmarks de la época) Heidegger sugiere contribuciones individuales de los profesores y que cada universidad contribuya proporcionalmente según su prestigio. La carta de Heidegger concluye con la siguiente frase: “Resulta, por cierto, superfluo recomendar que en la página destinada a las firmas no figure ningún no-ario (“Nichtarier”). La publicación se llevó a cabo y más de mil docentes e investigadores académicos alemanes arios participaron de la suscripción propuesta por Heidegger. Hemos realizado esta traducción por primera vez en lengua española. Para los dos primeros discursos nos basamos en la fuente original en alemán, contrastándolas con las ediciones en inglés, francés e italiano. Párrafo aparte merecen las pésimas y malintencionadas traducciones del heidegerianne François Fédier en la edición francesa (en la cual se basa la italiana), quién con el método de exculpar y exorcisar al Heidegger comprometido con el nazismo llega al extremo de transcribir nationalsozialistische como “socialismo nacional”, entre otros fórceps. Los dos primeros discursos aparecieron en el diario de los estudiantes universitarios nacionalsocialistas de Freiburg, la Freiburger Studentenzeitung; para el ultimo discurso en el libro original titulado Überreicht vom Nationalsozialistischen Lehrbund (Dresde, 1933). Todos ellos recogidos por Guido Schneeberger en su recopilación de documentos sobre y de Heidegger: Nachlesse zu Heidegger (Bern, 1962, edición del autor).
“Estudiantes alemanes”
3 de Noviembre, 1933*
La Revolución Nacionalsocialista (“die nationalsozialistische Revolution”) está produciendo la transformación total de nuestra Existencia (“Daseins”) como Alemanes.
Depende de Ustedes que en éste acontecimiento, permanezcan aquellos que siempre están en la vanguardia y se mantienen listos, aquellos que son siempre tenaces y dispuestos a crecer.
Vuestra voluntad de saber (“Wissenwollen”) debe aprender lo qué es esencial, simple y grande.
Pide ser expuesta a lo que la asedia en lo inmediato y a que se imponga en Uds. las obligaciones de la gama más amplia.
Sean duros y genuinos (“hart und echt”) en vuestras demandas.
Sean claros y seguros en vuestro rechazo (“Ablehnung”).
No perviertan el saber (“Wissen”) que han adquirido en fútiles posesiones personales. Custódienlo como una necesaria posesión primigenia de hombres líderes (“führerischen Menschen”) en las profesiones popular-raciales del Estado (“den völkischen Berufen des Staates”).
Ustedes no pueden ser simplemente los que meramente escuchan (“nur Hörenden”). Están obligados a saber y actuar juntos en la creación de la futura Educación Superior (“hohen Schule”) del Espíritu Alemán (“deutschen Geistes”). Cada uno de Uds. debe ser el primero en demostrar y justificar cada don natural y cada privilegio. Eso sólo puede ocurrir por la fuerza de su misión de lucha (“kämpferischen Einsatzes”) del pueblo en su totalidad por sí mismo.
Permitan que la lealtad de vuestra voluntad de militancia (“Gefolgschaftswillens”) sea fortalecida, sea consolidada cada día, en cada hora. Permitan que su valor crezca sin cesar de manera que podrá hacer el sacrificio necesario para preservar, para conservar la esencia (“Rettung des Wesens”) de la fuerza interna (“innersten Kraft”) de nuestro Pueblo en su Estado.
No permitan que ninguna proposición doctrinal e ideas (“lehrsätze und ‘Ideen’”) sean las reglas de vuestro Ser (“Seins”).
El Führer Adolf Hitler ‘es’ (“ist”) el presente y el futuro de la realidad alemana y su propia Ley (“die heutige und künftige Wirklichkeit und ihr Gesetz”). Aprendan a conocer cada vez más profundamente lo siguiente: de ahora en adelante que cada cosa (“Ding”) exige Decisión (“Entscheidung”), y cada Acción (“Tun”) responsabilidad.
¡Heil Hitler!
Martin Heidegger: Rektor
“Hombres y Mujeres Alemanes”
10 de noviembre, 1933*
El Pueblo Alemán ha sido convocado por el Führer a votar; el Führer, sin embargo no le reclama nada al Pueblo. Él les ofrece (“gibt”) la posibilidad al Pueblo por sí mismo, directamente, de tomar la Decisión (“Entscheidung”) más sublime y libre de todas: si, el Pueblo en su totalidad (“das Ganze Volk”), quiere su propia Existencia (“eigenes Dasein”) o no la quiere.
Esta elección no se puede comparar con cualquiera de las elecciones anteriores. Qué es lo que la hace única a esta elección es la simple grandeza de la decisión (“vollziehenden Entscheidung”) que está por ser ejecutada. La inexorabilidad de lo que es simple y último (“des Einfachen und Letzten”) no tolera ninguna vacilación y ninguna irresolución. La decisión última (“letzte Entscheidung”) conduce al límite extremo la existencia de nuestro Pueblo. Y... ¿Cuál es éste límite?.. Consiste en la demanda más básica de toda existencia (“Urforderung alles Daseins”), la de preservar y conservar nuestra Esencia (“eigenes Wesen”). De este modo una barrera se erige firme entre lo que puede ser razonable esperar de un Pueblo y lo que no. Es en virtud de esta ley básica del honor que un Pueblo preserva la dignidad (“Würde”) y el estado de resolución (“Entschiedenheit”) del propio Ser (“Wesens”).
No es ambición, no es deseo de gloria, no es obstinación ciega, y no es hambre de poder la demanda del Führer del retiro de Alemania de la ‘Sociedad de las Naciones’ (“Liga der Nationen”). Es simplemente la clara voluntad (“klare Wille”) incondicional de Autorresponsabilidad (“unbedingten Selbstverantwortung”) en el sufrido y dominado destino (“Schicksals”) de nuestro Pueblo.
No se trata de apartarse de la comunidad de los pueblos (“Gemeinschaft der Völker”). Al contrario, con este paso, nuestro pueblo es sometido a esa ley esencial de la Existencia del Hombre (“Wesengesetz menschlichen Daseins”) al que todo Pueblo debe primero obedecer si quiere continuar siendo un Pueblo. Nos apartamos solamente fuera de la “observancia paralela”, porque todos los pueblos demandan una incondicional auto-responsabilidad (“Forderung der Selbstverantwortung”), tan solo de allí puede surgir la posibilidad de tomar una nación a la otra seriamente, de manera que se pueda afirmar una comunidad.
La voluntad de una verdadera Comunidad de los Pueblos (“Völkergemeinschaft”) se distingue de una vaga fraternidad universal (“unverbindlichen Weltverbrüderung”) y una ciega tiranía. Esta voluntad se mueve más allá de esta oposición, permitiendo a Pueblos y Estados estar abiertos y resueltos uno al lado de otro en una simple reciprocidad (“das offene und mannhafte Aufsich-und-Zueinanderstehen der Völker und Staaten”).
La elección que la voluntad del Pueblo Alemánestá por hacer, simplemente, como un evento en sí mismo, con independencia de su resultado, es la más decisiva manifestación de la nueva realidad alemana encarnada en el Estado nacional-socialista (“neuen Deutschen Wirklichkeit des nationalsozialistischen Staates”).
Nuestra voluntad dentro de nuestra autorresponsabilidad popular-racial (“unser Wille zur völkischen Selbstverantwortung”) desea que cada Pueblo busque y preserve la grandeza y la verdad de su propia determinación y destino. Esta voluntad es la garantía más alta de la seguridad entre los Pueblos; porque ella liga en sí misma la Ley básica (“Grundgesetz”) del respeto entre hombres y el honor incondicional.
El día 12 de noviembre, el Pueblo Alemán como Totalidad (“deutsche Volk als Ganzes”) escogerá su futuro. Y éste futuro está ligado al Führer Adolf Hitler. En escoger este futuro, el Pueblo no puede, sobre la base de consideraciones de las políticas así llamadas ‘exteriores’, votar ‘¡Sí!’ (“¡Ja!”) sin incluir en este ‘¡Sí!’ al propio Führer y a su absoluto e imprescriptible Movimiento (“den Führer und die ihm unbedingt verschriebene Bewegung”) que ha empeñado todo incondicionalmente en él. Esto quiere decir que no hay políticas separadas en domésticas y extranjeras. Sólo hay una única Voluntad en la Existencia en el Estado (“einen Willen zum vollen Dasein des Staates”).
El Führer Adolf Hitler ha despertado esta voluntad en el Pueblo en su totalidad y la ha unido en un todo homogéneo, en una decisión singular, única (“einzigen Entschluss”).
¡Nadie puede abstenerse en el día en que esta voluntad debe ser declarada!
Martin Heidegger: Rektor
Prof. Dr. Heidegger, Freiburg i. Br.:
“¡Docentes Alemanes y Camaradas!”
Declaración de apoyo a Adolf Hitler y al Estado Nacional Socialista
11 de noviembre de 1933
¡Docentes y camaradas alemanes! (“Deutsche Lehrer und Kameraden!”)
¡Alemanes y alemanas camaradas de raza (“Deutsche Volksgenossen und Volksgenossinnen”)!
El Pueblo Alemán ha sido convocado por el Führer a votar; el Führer, sin embargo, no le pregunta nada al Pueblo. Más bien, el Führer le ofrece al Pueblo la posibilidad de realizar, directamente, la decisión libre más alta de todas: sí el Pueblo Alemán en su totalidad quiere su propia Existencia (“Dasein”) o no. Mañana el pueblo escogerá nada menos que su propio futuro. Esta elección es completamente incomparable con todas las votaciones previas. Lo que hace única a esta elección es la simple grandeza de la Decisión (“Entscheidung”) que está por ser ejecutada. La inexorabilidad de lo que es simple y último (“des Einfachen und Letzten”) no tolera ninguna vacilación, ninguna indecisión. Esta Decisión (“Entscheidung”) última llega al límite extremo de nuestra existencia como Pueblo. ¿Y en que consiste éste límite? Consiste en la más básica demanda (“Urforderung”) de todo Ser (“Sein”), la de guardar y proteger nuestra Esencia (“Wesen”). Una barrera se erige por eso entre lo que puede ser razonable esperar de un Pueblo y lo que no. Es por la virtud de esta Ley básica del Honor (“Ehre”) que el Pueblo Alemán retiene la dignidad y la resolución (“Entschiedenheit”) de su propia vida. Sin embargo, la Voluntad de la Autorresponsabilidad (“Selbstverantwortung”) no es solamente la ley básica de la existencia (“Grundgesetz des Daseins”) de nuestro Pueblo; es también el hecho fundamental de la puesta en marcha (“Erwirkung”) de su Estado Nacionalsocialista (“nationalsozialistischen Staates”). En esta Voluntad de Autorresponsabilidad (“Willen zur Selbstverantwortung”), cada esfuerzo, sea humilde o grande, de cada grupo social o profesional (“Stand”) asume su necesario y predestinado lugar en el Orden Social (“in den Standort und Rang ihrer gleich notwendigen Bestimmung”). El trabajo de los variados estratos apoya y fortalece el armazón viviente del Estado; es el trabajo lo que reconquista para el pueblo su íntima ligazón al Suelo (“Bodenständigkeit”); es el trabajo el que coloca al Estado como realidad del pueblo en el campo de acción de todas las fuerzas esenciales de la esencia humana (“menschlichen Seins”).
Esto no es ambición, no es deseo de gloria (“Ruhmsucht”), no es obstinación ciega, ni hambre de poder la demanda del Führer de retirar a Alemania de la ‘Sociedad de las Naciones’. Es simplemente la clara voluntad (“klare Wille”) incondicional de Autorresponsabilidad (“unbedingten Selbstverantwortung”) en el sufrido y dominado destino (“Schicksals”) de nuestro Pueblo. Esto no significa excluirse de la ‘Comunidad de Pueblos’. Por el contrario: con este paso, nuestro pueblo es sometido a esa ley esencial de la Existencia del Hombre (“Wesengesetz menschlichen Daseins”) al que todo Pueblo debe primero obedecer si quiere continuar siendo un Pueblo.
Nos apartamos solamente fuera de la “observancia paralela”, porque todos los pueblos demandan una incondicional auto-responsabilidad (“Forderung der Selbstverantwortung”), tan solo de allí puede surgir la posibilidad de tomar una nación a la otra seriamente, de manera que se pueda afirmar una comunidad.
La voluntad de una verdadera Comunidad de los Pueblos (“Völkergemeinschaft”) se distingue de una vaga fraternidad universal (“unverbindlichen Weltverbrüderung”) y de la ciega tiranía. Esta voluntad se mueve más allá de esta oposición, permitiendo a Pueblos y Estados estar abiertos y resueltos uno al lado de otro en una simple reciprocidad (“das offene und mannhafte Aufsich-und-Zueinanderstehen der Völker und Staaten”). ¿Qué es lo que tal voluntad causa?, ¿Es unarecaída en la barabarie?... ¡No! Es el reemplazo y apartamiento de toda negociación vacía y todo trato prefabricado oculto por el simple, para afirmar la única y más grande exigencia de la acción autorresponsable. ¿Es acaso la irrupción del desorden de la ilegalidad?... ¡No! Es el clara declaración de la independencia inviolable de la singularidad de cada Pueblo. ¿Es esto el rechazo del genio creativo de un Pueblo espiritual (“geistigen Volkes”) y el aplastamiento de su tradición histórica?... ¡No! Es el despertar (“Aufbruch”) de una juventud que ha sido purificada y que vuelve a hallar sus raíces (“in ihre Wurzeln zurückwachsenden Jugend”). Esta Voluntad del Estado (“Wille sum Staat”) hará a este Pueblo duro hacia sí mismo y reverente hacia toda obra auténtica.
¿De qué tipo de acontecimiento (“Geschehen”) se trata entonces?... El Pueblo gana nuevamente la Verdad de su Voluntad de Existencia (“Daseinswillens”), por Verdad entendemos la Revelación (“Offenbarkeit”) de aquello que hace a un Pueblo seguro, lúcido y fuerte en sus acciones y en su saber. De tal verdad se deriva la voluntad de saber (“Wissenwollen”) . Y de esta Voluntad de Saber es la que circunscribe sus pretensiones de conocimiento. Es a partir de esta medida que se puede desplegar, fundarse y dar prueba de sí el auténtico interrogarse y la auténtica investigación (“echtees Fragen und Forschen”). Este es para nosotros el origen de donde surge la Ciencia (“Wissenschaft”). Ella se encuentra íntimamente ligada a la necesidad (“Notwendigkeit”) de la Existencia racial-popular autorresponsable (“selbstverantwortlichen völkischen Daseins”). Ciencia es así la pasión pedagógica de querer saber para ser sabios; querer saber con el fin de hacer saber. Entonces essere sapienti, para nosotros significa: ser con claridad el Amo (“Lehrmeister”) de las cosas y resueltos en la acción.
Nosotros hemos declarado nuestra independencia de la idolatría a un pensamiento sin arraigo a la tierra y sin poder (“Boden-und matchlosen Denkens”). Vemos el fin de la filosofía que se pone a su servicio. Estamos seguros que la dureza clara (“klare Härte”) y la seguridad competente (“werkgerechte Sicherheit”) parte del inflexible y simple interrogatorio sobre la Esencia del Ser (“Wesen des Seins”) están retornando. El coraje originario (“ursprungliche Mut”) que o bien crece o bien se destruye al confrontarse directamente con lo que es (“dem Seienden”), es para nosotros el fundamento más íntimo del movimiento por la Pregunta (“innerste Beweggrund des Fragens”) de una Ciencia racial-popular (“völkische Wissenschaft”). El coraje nos invita a actuar, a proceder; el coraje se libera a sí mismo de tal como ha sido hasta ahora; el coraje es lo que se arriesga a lo desacostumbrado y a lo incalculable. Para nosotros, la pregunta no es un juego gratuito de la curiosidad; tampoco la insistencia porfiada en permanecer en la duda a cualquier precio. Para nosotros la pregunta significa: exponer a sí mismo la magnificiencia de las cosas y sus leyes; esto significa: no cerrarse a sí mismo apartando el terror de lo indóito y la confusión de lo oscuro. Estar seguros, esto es la causa de este preguntarse porqué preguntamos, y no nos ponemos al servicio de aquellos que crecen cansados y están complacientes consigo mismos con sus cómodas respuestas. Nosotros lo sabemos, el coraje de preguntar (“der fragende Mut”), es experimentar los abismos de la Existencia (“Dasein”) y resistir lo vertiginoso, es por eso es la más alta respuesta que cualquiera de las réplicas baratas que producen los sistemas de pensamiento (“Gedankensysteme”) construidos artificialmente.
Y así nosotros, a quienes la preservación de la Voluntad de nuestro Pueblo le será confiada en el futuro, declaramos: la Revolución Nacional Socialista (“nationalsozialistische Revolution”) no es meramente la asunción del poder subsidente en el Estado de parte de otro partido político suficientemente mayoritario para conseguir tal objetivo; por el contrario, esta Revolución es la causa de la total transformación de nuestra Existencia como alemanes (“diese Revolution bringt die völlige Umwälzung unseres deutschen Daseins”). Desde ahora, sobre toda cosa demanda decisión y todo hecho demanda responsabilidad. Sabemos ya con certeza lo siguiente: que cuando la Voluntad de Auto-responsabilidad (“der Wille zur Selbstverantwortung”) se vuelve la Ley (“Gesetz”) que gobierna la coexistencia de las naciones, entonces cada pueblo puede y debe ser el Amo (“Lehrmeister”) que instruye a otros pueblos en la riqueza y la fuerza de los más grandes acciones y trabajos del ser humano.
La elección que el Pueblo Alemán está por realizar, simplemente como un acontecimiento en sí mismo, independiente de su resultado, es la más decisiva manifestación de la nueva realidad alemana encarnada en el Estado Nacional Socialista (“der neuen Deutsche Wirklichtkeit des nationalsozialistischen Staates”). Nuestra Voluntad de Auto-responsabilidad popular-racial (“Wille zur völkischen Selbstverantwortung”) desea que cada Pueblo encuentre y determine la grandeza y la verdad de su propio destino. Esta Voluntad es la garantía más alta de paz entre los pueblos, porque ella reúne en sí misma, la Ley básica del respeto varonil y el honor incondicional. El Führer Adolf Hitler está despertando esta Voluntad en la totalidad del Pueblo alemán y la ha aglutinado en una decisión única (“einzigen Entschluss”). ¡Nadie puede abstenerse en estas elecciones el día en que se manifiesta esta Voluntad!
¡Heil Hitler!
(Traducción: Nicolás González Varela)
Etiquetas: Adolf Hitler, Alemania, IIIº Reich, Martin Heidegger, nacionalsocialismo
3 Comments:
Pese a ser un enervorecido lector de Heidegger desde hace varios meses (casi un año), aún no he investigado sus escritos políticos. Tengo entendido, según lo que me han contado los profesores en clase, que se desligó del nacionalsocialismo pronto, y que no mostró actitudes racistas (al menos descaradamente). Tu artículo me ha interesado mucho, pues contradice en gran medida varias de las cosas que tenía oídas en clase, así que en cuanto tenga tiempo leeré un libro sobre Heidegger que escribó el "fascistólogo" Ernst Nolte que tengo visto en la biblioteca.
Aunque bueno, fuera realmente nazi o no, la verdad es que me seguirá pareciendo el mejor filósofo del siglo XX (y, para mi, tal vez el mejor de todos los tiempos), aunque sus planteamientos políticos estén a años luz de los míos. Me pasa lo mismo con Sartre.
Un saludo.
Gracias por tu comentario. En realidad Heidegger jamás se desligó del nacionalsocialismo. En su entrevista póstuma a la reviosta "Der Spiegel" en 1976 (que publicaré en el blog con traducción y notas) sigue sosteniendo que el nacionalsocialismo era la solución más justa para el dominio de la técnica. Además jamás se le escuchó una recriminación por los campos d ela muerte o la matanza industrial étnica y política de Hitler. Menos una autocrítica. En la universidad el canon interpretativo es despolitizar a Heidegger y leeerlo con las gafas distorsionadas de la escuela francesa. Una paradoja ya que esa perspectiva hermeneútica va contra la propia concepción de filosofía del propio Heidegger. Un saludo
Sobre la visión tan patéticamente simplista de Hitler (y por ende, lo "inexplicable" que le resulta a aquéllos propensos al maniqueísmo, a los interesados y a los deshonestos, el inédito y casi unánime atractivo que ejerció en su época), recomiendo la lectura del libro "El Hitler de la Historia", de John Lukacs, reconocido erudito de Cambridge, que realiza un trabajo historiográfico impresionante, con el objeto, entre otros, de demoler los prejuicios simplistas que no reconocen en el infausto personaje del caso unos enormes atributos intelectuales, una singular perspicacia y una paquidérmica memoria. Todas esas cosas, junto a otras, como su habilidad estratégica, su dote para la arquitectura, su autodisciplina y carácter, su vasta lectura, etc., quedan empañadas, obviamente, por el tamiz del odio que lo guió en sus pasos.
En cuanto a la evaluación "ética" de Heidegger, porque no habló de campos de "exterminio", cabe mencionar que ni Roosevelt, ni De Gaulle, ni Churchill lo hicieron en sus respectivas Memorias de guerra, que en conjunto abarcan más de 7.000 páginas.
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