Fernando Pessoa impolítico
“El preconcepto revolucionario”
¿Cómo, entonces, organizar a los organizadores? El temperamento del organizador nace, en sus fundamentos, con el individuo; este punto permanece fuera de la competencia de cualquiera de nosotros. Pero es posible educar a los organizadores, a fin de que, sabiendo organizar por instinto, sepamos organizar mejor cuando educamos.
Sobre el Bolchevismo, por ejemplo, la única cosa verdadera y cierta es la incompetencia horrorosa de sus líderes; y esto no debe sorprendernos. Totalmente destituidos de cultura científica y moderna, cerebros románticos sin alguna noción de realidad práctica, infelices que la ironía del Destino ha arrojado a la celebridad gracias a aquel principio, ya expuesto por Shakespeare, “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza le es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”. La producción de incompetentes es la más cruel de las ironías de los dioses.
Cualquier cosa que suceda, exterior para este mundo, será por la fuerza transitoria, absurda, malvada. Digo: "cualquier cosa que suceda", y aplico la frase a todas las cosas que puedan sobrevenir: Neomilitarismo, Bolchevismo, Industrialismo à la americana, cualquier cosa. La carencia de claridad mental y de capacidad para una acción superior, vale decir, para la acción organizadora, es la característica suprema de nuestra época.
Lo que debe ser investigado es sólo esto: ¿sobre cual punto debe incidir la organización preliminar? ¿Qué cosa es lo que no debemos organizar, antes de organizar cualquier cosa? Para esto, debemos, es evidente, comenzar con establecer, para nosotros, cuales son las reglas fundamentales de toda organización. Estas reglas, ni siquiera intuitivas, ya se han estudiado; muchas personas que, en verdad no conocen ni de esto ni de cosa alguna. La característica fundamental del incompetente es saber ya lo que los otros habrían hecho después de haberlo visto realizado.
Tres son las reglas intelectuales de la organización perfecta, y ellas se aplican tanto a la organización de un Estado como aquella de un trabajo de oficinas. Ellas se pueden aplicar a cualquier cosa que se pretenda organizar —incluso si este asunto sea una estupidez o un crimen. No defiendo la organización para fines criminales o por la intención humanísima de no hacer otra cosas que estupideces; defiendo, por lo tanto, la organización, su principio. (No digo, “de la organización perfecta”, porque “organizar” quiere decir “organizar a la perfección”; organización imperfecta no es organización).
1ª Regla: simplificación de los fundamentos de la materia a organizar;
2ª Regla: colocación de cada uno de los ejecutores de la organización en el puesto que le compete;
3ª Regla: centralización de los servicios que verdaderamente sirven a la organización.
La tesis viene formulada en nuestra época, como una verdad suprema, por el biólogo Haeckel: entre el mono y el hombre normal, afirma, hay menos diferencia que entre el hombre normal y el hombre genial. Entre el trabajador del cerebro, como se lo denomina, y el trabajador del brazo no existe identidad ni semejanza, existe una profunda, una radical oposición. Por eso es cierto que entre un obrero y un mono hay menos diferencia que entre un obrero y un hombre realmente culto. El Pueblo no es educable, porque es Pueblo. Si fuese posible transformarlo en individuo sería educable, sería educado, pero ya no sería Pueblo.
El odio contra la ciencia, contra las leyes naturales es lo que caracteriza a la mentalidad popular. El milagro es que eso es lo que el Pueblo desea, eso es lo que el Pueblo comprende. La diferencia reside sólo en que pueda ser hecho por la Madonna de Lourdes, o de Fatima, o por Lenin. El Pueblo es fundamentalmente, radicalmente, irremediablemente reaccionario. El liberalismo es un concepto aristocrático y, por lo tanto, enteramente opuesto a la democracia.
Sí, fijémonos en eso. Eliminemos la distinción puramente exterior, como aquella entre negros y blancos. La distinción verdadera es de otro orden. Es entre gente del pueblo e individuos.
Acepto un hombre del Pueblo como hermano de Dios, como hermano en Cristo, pero no como hermano in Natura. De frente a la religión somos iguales; de frente a la Naturaleza y a la Ciencia no existe entre nosotros (hombres de cerebro y hombres de brazo) ninguna especie de igualdad. Donde se puede ver que se establece una igualdad entre cosas diferentes por naturaleza diferentes existe mística, existe religión: pero lo que no existe es Ciencia.
Hoy en día observamos, en casi todo el mundo, y por supuesto aquí entre nosotros, la presencia de dos religiones en conflicto: el Cristianismo, progresivamente regresivo al tipo católico, y el Bolchevismo. El Bolchevismo (entendiendo con el término el Sindicalismo Revolucionario y el Comunismo, y no sólo este último) es un fenómeno reaccionario y religioso. Nada tiene de propiamente social, ni puede tenerlo, porque, si lo tuviese, no lo podría adoptar la Plebe, incapaz de otra cosa que no sea religión. Es fácil probar la naturaleza reaccionaria del Bolchevismo, como es fácil probar —todavía más— la naturaleza religiosa.
El Bolchevismo mantiene la vieja manía cristiana de hacerse mártir, y de inventar persecuciones cuando nadie se las hace.
Los débiles y los incultos espontáneamente son los que se rebelan. Se rebelan propiamente porque son débiles, porque si fueran fuertes se adaptarían [al régimen concurrencial=capitalismo liberal] y lucharían. Se rebelan verdaderamente porque son ignorantes. Se rebelan porque tienen el rencor del débil en el enfrentamiento con el fuerte, del indolente en el enfrentamiento con el activo. Pero: ¿cómo se rebelan? Retornando espontáneamente a tipos anteriores de sociedad —al tipo corporativo del Medioevo, rebautizado “sindicalismo”. Y es justo señalar como esta reversión, este odio contra el individualismo económico, se revela en las dos corrientes extremas: en el Integralismo y en el Bolchevismo. Es un fenómeno patentemente reaccionario.
El Bolchevismo se apoya sobre dos dogmas: el “Libre Arbitrio” (el cual presupone que el hombre es el que dirige el propio destino y que la palabra “libertad” posee un significado absoluto) y el “Milagro” (porque, pretendiendo construir una sociedad por fuera del egoísmo, de la vanidad, de la codicia humana —fuente de todo el progreso y de toda la vida social—, pretende por este supuesto suspender las leyes naturales, y llama, a la suspensión de las leyes naturales, milagro). Sobre estos dos dogmas —evidentemente derivados del cristianismo— se reclinan los dos misticismos bolcheviques.
El odio feroz del Bolchevismo contra el Cristianismo es más bien el odio de fanáticos contra fanáticos, de una religión contra otra. No nos engañamos, cuando suponíamos asistir a una lucha de clases: seguimos en la fatalidad de las guerras religiosas, de la lucha de… de cuando el paganismo cae, con Juliano, y la paz religiosa abandonó el mundo.
El estado mental del hombre que cree en la eficacia social directa de la revolución es exactamente la misma de la de aquel hombre que cree en la realidad de los milagros. La única utilidad de la Revolución es aquella de ser Destrucción y de hacer patente la necesidad de Construcción; es aquella de ser Anarquía y de hacer patente la necesidad de Orden; es aquella de ser siempre Extranjera y de estimular, por Reacción, la acción contrarrevolucionaria, siempre Nacional.
(Traducción de Nicolás González Varela: Obras Completas de Pessoa)
2 Comments:
Realmente como todos tus textos sobre autores como Heidegger, Nietzsche, o en este caso Pessoa, noto un halito de desesperación. Una necesidad de explicar lo inexplicable. De darle orden a lo caotico. Inventar una ideologia de Pessoa, y luego, darle sentido a lo que no tiene sentido, creyendo que ese es su sentido, no es algo facista, ni de izquierda o derecha, en todo caso, un vicio de todos en común.
Me parece increible tu respeto por las leyes naturales, es uno de los fenomenos de la debilidad misma de todo pensamiento de izquierda, derecha o lo que sea. Necesitan un fundamento. Necesitan sentido.
Seria interesante ver que hay mas haya de toda esta parafernalia ideologica, que no admite su status ideologico mismo aparentemente.
la verdad que encontrar un artículo acerca de pessoa y su perfil ya no literario sino su estar en el mundo pero fuera -y aún dentro- de la literatura es todo un hallazgo.. sabía q era contrario a la idea de emancipación social pero no en concreto... lo voy a leer atentamente, muy buen blog!!!!!!
te invito a leer mi blog, casi casi recién estrenado..
saludos!
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