domingo, marzo 30, 2014

E-BOOK: "Heidegger y el Nazismo: Entrevista a Nicolás González Varela por Salvador López Arnal" (2014)

http://es.scribd.com/doc/206960982/Dossier-Heidegger-y-el-Nazismo-Entrevista-a-Nicolas-Gonzalez-Varela-por-Salvador-Lopez-Arnal-Febrero-2014

SLA: El filósofo más influyente del siglo XX en Occidente, o uno de los más influyentes cuanto menos, era un nazi típico se ha señalado. ¿Lo era en tu opinión?

NGV: Heidegger fue catalogado como “Nazi typique”, tal la conclusión lógica y objetiva a la que llegaron las fuerzas de ocupación francesas en Freiburg cuando “desnazificaron” la universidad después de 1945. Durante la Épuration, que estuvo a punto de confiscarle su casa (considerada como un edificio del NSDAP) y su amada biblioteca, Heidegger bajo juramento declaró que negaba “la base espiritual y metafísica del Biologismo de la doctrina del partido” porque “lo social y nacional no estaban vinculados esencialmente con la Concepción del Mundo biológica y racial”, aunque había apoyado a Hitler “porque era la única y suprema posibilidad de evitar el avance del Comunismo”. La filosofía de Heidegger por supuesto no se reduce ad Hitlerum, es un pensador demasiado complejo, creativo y sofisticado como para mecánicamente asimilarlo sin más a la ideología NS, pero sí tiene puntos de contactos vitales y afinidades electivas con el Mainstream ideológico völkisch, popular-racial de la nueva derecha alemana. Heidegger no tiene una marginalen Stellen con el Totalitarismo nazi sino una relación nuclear y necesaria. La relación de Heidegger con el partido nazi está bien testimoniada y era notoria a mediados de los años 1920’s. A modo de ejemplo: el poeta residente en Badenweiler, René Schikele, anota en su diario personal el 2 de agosto de 1932: “...en los círculos universitarios de Freiburg se cuenta que Heidegger ya sólo se relaciona con los nacionalsocialistas...”; el mismo Jaspers anota en notas póstumas semejantes rumores. El gran filósofo Edmund Husserl, maestro y padrino en su carrerismo académico señalaba las tendencias políticas evidentes de Heidegger hacia el nacionalsocialismo, en fechas tan tempranas como 1929, así como de su antisemitismo furioso. En el famoso debate con el neokantiano judío Cassirer en Davos en 1929, Toni, la esposa del filósofo, recuerda en sus memorias quedar sorprendida por el rampante radicalismo de derecha y el antisemitismo de Heidegger. Los contactos de Heidegger con el NSDAP se ligaban a su relación con la “NsDStB”, la Nationalsozialistischer Deutscher StudentenBund, asociación de estudiantes nazis, encuadradas en las SA, y su estrecha amistad con su líder regional, Gerhard Kruger, por lo menos desde 1931. Heidegger también confesó haber leído Mein Kampf de Hitler… Sabemos de su correspondencia con su esposa (Elfride fue un cuadro político nacionalsocialista) que leía diariamente el órgano de prensa del NSDAP, el Völkischer Beobachter, dirigido por Alfred Rosenberg, cuyo motto era “Kampfblatt der nationalsozialistischen Bewegung Großdeutschlands” (Diario de combate del Movimiento Nacionalsocialista de la Gran Alemania) o que ya en 1932 votó las listas nacionalsocialistas. No es casualidad la referencia misteriosa de Heidegger a las características de semidiós olímpico del Führer. En estos textos (sus discursos públicos), y contra la hermeneútica de la inocencia que practican los heideggerianos, Heidegger utiliza toda la analítica existencial de su obra magna, Ser y Tiempo (1927), en especial la desarrollada a partir del capítulo V, “Temporalidad e Historicidad” y en particular el parágrafo 74, “La constitución fundamental de la historicidad” y el parágrafo 77 sobre el problema de la Historicidad. No es ningún hallazgo, Heidegger mismo le había confesado a su ex alumno y ayudante, el filósofo Karl Löwith, que su compromiso político con el Nacionalsocialismo se encontraba “en su concepto de Historicidad”. La cuestión es triple: por un lado Heidegger ya tenía una filosofía política in nuce, orientada hacia los grandes ejes ideológicos de la nueva derecha alemana y europea (Conservadores-revolucionarios; Nacionalsocialistas, movimiento Völkisch); por el otro, en su obra Sein und Zeit se encuentra, en potencia, in pectore, las premisas de su compromiso político abierto y militante de 1933; en tercer lugar, Heidegger de alguna manera introduce su filosofía práctica en la gran corriente ideológica del Nacionalsocialismo, le hace “coincidir” en una nueva síntesis que intentará competir con otros filósofos oficiales del IIIº Reich, mucho más mediocres como Hayse (por cierto un epígono de sus ideas), Krieck o Baeumler. Esto es bien visible en el “uso” de palabras-hongo de la ideología nazi, como “Decisión”, “Racial-Popular”, “Comunidad Racial-Popular” o “Principio del Caudillo”. Heidegger creía fanáticamente en una reconstrucción, según el modelo griego, de la Volksgemeinschaft, la antigua vida comunitaria germánica, reconstituida sobre la base de una religión “Sangre y Tierra” estética. El uso no inocente de términos como Blut, Boden, Volksgemeinschaft, Weltjudentum, Führer, Gefolgschaft, fulgurando desde faros filosóficos, es suficiente constancia no sólo de su adhesión leal y militante, sino de una aceptación al sustrato racista-biológico del NSDAP. Por supuesto: esto último era negado a rajatabla por Heidegger y por supuesto por el Heideggériannisme. Y entonces aparecen los “Schwartzen Hefte”…(Extracto del libro)