domingo, julio 04, 2010

"Marx, lector anómalo de Spinoza (VI)"


“En Hegel la Dialéctica está con la cabeza al revés.

Es necesario darla vuelta (umstülpen),

para descubrir su núcleo racional (rationellen Kern),

que se oculta bajo una envoltura mística (mystischen Hülle).”

(Karl Marx, Das Kapital, 1873)


¿Poner a Hegel sobre sus pies? La tarea de “invertir” la Dialéctica, para anular el Misticismo lógico-panteísta de Hegel, lo sigue teniendo como principio metodológico el Marx maduro. Por ejemplo en su texto de transición de 1859, Zur Kritik der politische Ökonomie Marx autointerpreta como fundamental en su madurez intelectual la crítica a la hipostatización y mistificación de Hegel: “La primera tarea que emprendí con el objeto de resolver mis dudas que me asediaban fue una revisión crítica (kritische Revision) de la Filosofía del Derecho de Hegel…”[1] También en el mismo Das Kapital Marx vuelve sobre su juvenil crítica e inversión de la mistificación hegeliana, aunque hemos evolucionado de la inocente Umschlagen juvenil, pasando por la Umsturz y Umwälzen de su etapa intermedia, a la concreta y revolucionaria Umstülpen/Umkehrung de la Dialéctica materialista: “En Hegel la Dialéctica está con la cabeza al revés. Es necesario darla vuelta (umstülpen), para descubrir su núcleo racional (rationellen Kern), que se oculta bajo una envoltura mística (mystischen Hülle).” La Kritik joven-marxiana, que se remontaba a más de treinta años atrás, ha logrado, según el Marx maduro de 1873, eliminar la forma mistificada (mystifizierten Form) de la Dialéctica hegeliana, que “parece glorificar lo existente” y superarla en una nueva forma racional (rationellen Gestalt). Es la rationellen Gestalt la que permite una “comprensión positiva de lo existente (positiven Verständnis des Bestehenden)” que incluye “la comprensión de su Negación (Verständnis seiner Negation), de su necesaria ruina, porque concibe toda Forma en el fluir de su Movimiento (Form in flusse der Bewegung), por lo tanto sin perder de vista su lado transitorio; porque nada la hace retroceder y es, por su esencia (ihrem Wesen) crítica y revolucionaria.”[2] Para el Marx maduro era plenamente vigente y operativo su trabajo crítico antihegeliano que había desarrollado entre los años 1838 y 1843.


Curiosamente Marx no publicó nada durante este período, 1837-1840, poco conocido de su vida. No tenemos ningún manuscrito suyo de estos años clave. En estos meses se pone a trabajar en su disertación doctoral sobre la filosofía griega después de Aristóteles. Ya ha abandonado todo interés por la universidad (y por la carrera de abogado) y en ese semestre de verano sólo asiste a un curso sobre Isaías dado justamente por Bruno Bauer. En abril de 1839 Bauer escribe contra el jefe de los ortodoxos el teólogo pietista Ernst Wilhelm Hengstenberg (y uno de los críticos más reaccionarios contra Hegel), quien con fines apologéticos asimilaba el Nuevo Testamento al Antiguo, y los Evangelios a la Ley judía. Bauer, retomando la concepción de Lessing y Spinoza, demostró que los testamentos constituían dos momentos distintos del desarrollo del Espíritu Absoluto, y que en el Nuevo Testamento había desaparecido la contradicción implícita en el Antiguo, que consistía en afirmar por un lado su universalidad como principio y por el otro, restringir su alcance y validez de su aplicación a un selecto grupo particular de hombres: el pueblo judío.[3] Bauer además le criticará por identificar a la iglesia protestante como institución universal con los intereses particulares de las clases pudientes prusianas y los Junkers.[4] Este libro le costará a Bauer su traslado, ante el escándalo público, a la más tranquila Universidad de Bonn. El advenimiento del nuevo rey, Federico Guillermo IV había desencadenado una reacción romántico-cristiana reaccionaria de largo aliento por toda Alemania. La ofensiva reaccionaria no se detendrá con él: el sucesor del liberal y saintsimonista hegeliano Eduard Gans será nada menos que el schellingiano jurista Friedrich Julius Stahl, teórico del absolutismo prusiano. Stahl estaba considerado en Política y Derecho como un auténtico “Anti-Hegel”, era el Joseph de Maistre alemán.[5]

Las esperanzas profesionales del joven Marx, ser encargado de curso en la Universidad de Berlín, se diluyen. No sólo eso: la posibilidad de presentar su doctorado en Berlín (eventualmente su tesis debe ser sometida al mismo Stahl) no puede ni siquiera pensarse: ya está identificado como un radical hegeliano. Incluso a sido señalado por la policía como uno de los organizadores de una marcha estudiantil contra la designación del reaccionario Stahl. En esos años, 1839-1840, el Klub evoluciona rápidamente hacia la izquierda liberal, aunque un observador lo describió, justamente en el verano de 1840, todavía como un grupo “desbordante de entusiasmo por la Monarquía Constitucional”. La fase del monarquismo liberal-constitucional parece que se superó muy pronto y se aceleró con el alejamiento de Bauer a Bonn, ya que desde el invierno de 1840 el Klub paso sintomáticamente a denominarse Los Amigos del Pueblo,[6] ocupando un lugar especial en la izquierda republicana de Berlín. Marx tuvo la intención de atacar a los Viejos hegelianos, el ala conservadora, en particular al teólogo protestante Philip Konrad Marheineke, que había sido el maestro y protector de Bruno Bauer y era el líder natural de esa fracción. Pero a pedido de Bauer, que deseaba mantener los puentes intactos con la derecha hegeliana, renunció a este proyecto y articuló su crítica contra el teólogo católico Georg Hermes, quien inspirándose en Descartes, Kant y Fichte, intentaba conciliar de nuevo la Filosofía con el Dogma religioso. El Hermesianismus no sólo era un problema “cristológico” abstracto: había logrado una alianza política efectiva con el ahora cada vez más reaccionario estado prusiano.[7] En el verano de 1840 el libro contra Hermes estaba terminado y Marx le solicitó a Bauer su ayuda para encontrar un editor en Bonn. El libro jamás fue editado.[8] También proyectaba escribir una crítica-farsa, al mejor estilo bauerianne, titulada Fischer vapulans (Fischer vapuleado), inspirado en un libro de Karl Philip Fischer, donde justificaba el Teísmo desde el punto de vista de la Filosofía y que Bruno Bauer consideraba una obra abominable.[9] Una obra que jamás escribió. Pero esto era sólo el trabajo diurno, el exotérico, el esfuerzo publicista.

El joven Marx continuaba su trabajo académico de topo, alentado por los consejos de Bauer de que finalizara los exámenes finales de la carrera de filosofía, recopilando materiales y notas para su Doktordissertation basada en la diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza en Epicúreo y en Demócrito,[10] y además comienza un ambicioso trabajo paralelo sobre la filosofía postaristotélica (inconcluso), los llamados Hefte zur epikureischen, stoischen und skeptischen Philosophie (Cuadernos sobre la filosofía epicúrea, estoica y escéptica).[11] Epicuro era un filosofo radical, atrayente y misterioso, de origen pobre, del cual se conservaban algunas cartas o epístolas doctrinales, hasta que se produjo el descubrimiento de los llamados papiros de Herculano, que contenían importantes fragmentos de su gran obra De la Naturaleza. A través de la lectura crítica de estos fragmentos y utilizando el testimonio doxográfico disponible, Marx tiene el propósito excesivamente ambicioso de reconstruir el sistema filosófico de Epicuro. Su investigación académica, como lo señala a los lectores en el Vorrede, es calificado de pionero ya que “no existe absolutamente ningún trabajo previo utilizable.” Pero: ¿porqué el joven Marx elige una disertación en filosofía antigua? Es posible porque puede de esa manera tratar la vexata quaestio del Materialismo de la Antigüedad, además, como Nietzsche con el signo contrario, Marx usa lo “Antiguo” para pensar y solucionar la problemática filosófico-política del presente. Al enfocarse sobre las filosofía postsistemáticas (las que siguieron a Platón y Aristóteles) y más infravaloradas de la Grecidad clásica, puede proyectar críticamente el momento pasado el presente. Los Jóvenes Hegelianos creían vivir una período filosófico similar al postaristotélico: el “gran” sistema, omniexplicativo y absoluto, se erosionaba inexorablemente, sobreviviendo teorías precarias, individualistas y humanistas, que daban vida a escuelas del pensamiento orientadas prevalentemente hacia lo práctico y ético. Tanto la decadencia aristotélica como el posthegelianismo son tiempos históricos y teóricos caracterizados por la extrema autovaloración subjetiva. Intentar reconstruir el eventual sistema filosófico de Epicuro es al mismo tiempo descifrar la rápida disolución del Hegelianismus y descubrir la imperiosa necesidad de tomar distancia de Hegel.[12] Contra la corriente imperante en los estudios clásicos, Marx sostenía que “estos sistemas constituyen la clave de la verdadera Historia de la Filosofía”. Tanto la disertación como los cuadernos (los Excerpta de Berlín, que incluyen a Spinoza) pueden ser considerados la primera autocrítica del joven Marx de su primera identidad romántico-monárquica, los textos más explícitos de la refutación de que pueda existir una capacidad atribuible a la subjetividad individual que pueda enfrentarse a lo real. El joven Marx esta en plena metamorfosis hacia un Idealismo no-individualista, y al mismo tiempo, experimentando una adhesión cada vez más crítica hacia Hegel: su System le aparece como desequilibrado, desviado hacia la mistificación panteísta y lo contemplativo, inflacionada de excesos teóricos y marcado por la ausencia de una dimensión práctico-transformativa. Es aquí donde seguramente se puede hablar de una ruptura epistemológica radical, mucho antes que el famoso coupure épistémologique en La Ideología Alemana de 1845.


Los siete cuadernos sobre Epicuro de 1839-1840 son una parte del trabajo preparatorio, seguramente enorme y exhaustivo según las técnicas de trabajo marxianas, y un elocuente ejemplo de la seriedad científica ya en su época universitaria. No sólo de formalidad académica: ya aquí es evidente el pathos político del joven Marx.[13] En los cuadernos no sólo hay extractos de Epicuro, de doxógrafos como Diógenes Laercio, Sexto Empírico, Plutarco, Lucrecio o Gassendi. Por primera vez aparece una referencia de Marx a Baruch de Spinoza. Analizando un libro del especialista Baur sobre Sócrates[14], Cristo y el platonismo en la Religión, el joven Marx delinea una genealogía muy significativa: “La actitud de los filósofos más intensivos (intensivren Philosophen), como Aristóteles, Spinoza o Hegel, adoptan una forma más general, menos sumergida en la Forma del sentimiento empírico (empirische Gefühl), por eso al fervor de Aristóteles, cuando ensalza la θεωρια (theoría) como lo mejor, como la cosa το ηδιστον και αριστον (más agradable y noble), o cuando elogia la racionalidad de la Naturaleza en su tratado περι της φυσεως ζωικης (“Sobre la Naturaleza de los Animales”)[15] o la inspiración de Spinoza, cuando habla de la consideración sub specie aeternitatis (Bajo la especie eterna) del amor a Dios o de la libertas mentis humanae (Libertad de la Espíritu humano), el fervor de Hegel cuando desarrolla la eterna realización de la Idea, el magnífico organismo del universo del Espíritu; esta inspiración es más lograda, más cálida, más beneficiosa para el Espíritu de la Cultura Universal… prende la llama del puro fuego de la Ciencia… éstos son los spiritus que animan el proceso de desarrollo de la Historia Universal.”[16] Aquí es evidente el conocimiento profundo de Marx de Spinoza (en especial de su Ética), un conocimiento que sólo en parte era debido al excursus historiográfico y filosófico-político de la izquierda hegeliana. Hay que recordar la influencia de Ludwig Feuerbach y su Historia de la Filosofía, ampliamente leída en los círculos berlineses, en la cual Spinoza es el punto culmine del desarrollo de la Filosofía Moderna. [17] Para Feuerbach Spinoza tiene un rol esencial en la Historia Universal, porque “posee una intuición interior, una intuición de la Naturaleza de la Cosa, en lugar de la representación de una Potencia irracional extra-esencial”. [18] Incluso la propia filosofía especulativa es, a los ojos de Feuerbach, parte de una venerable tradición que se inicia con Spinoza, es “revivida” y perfeccionada por Schelling y culmina en Hegel. Para Feuerbach como para Marx, Spinoza es el verdadero fundador de la Filosofía como Ciencia de la Verdad, que no se ve afectada ni confundida por la aspiración y veleidad del lado pasional del alma humana. Sabemos que durante la preparación de su tesis doctoral, la Differenz…, Marx utilizó y conocía en detalle la obra de Feuerbach Geschichte der neuern Philosophie von Bacon von Verulam bis Spinoza.[19]

Los puntos de contacto entre la ética epicúrea clásica y Spinoza resultaban sin dudas evidentes e indudables para Marx.[20] En el Cuaderno IV, cuando Marx haga entrar en escena a Lucrecio y extracte pasajes de su De rerum natura, transcribirá una proposición de la Ética spinoziana: beatitudo non virtutis praemium, sed ipsa virtus (“la dicha no es el premio de la Virtud, sino la Virtud misma”), para a continuación anotar: Die erste Grundlage philosophischer Forschung ist ein kühner freier Geist (“El primer fundamento de una investigación filosófica es un espíritu libre y audaz”)[21] Spinoza, a los ojos de los jóvenes hegelianos, era el verdadero fundador de la Filosofía Especulativa moderna y como corolario se deducía que el Ateísmo era la consecuencia necesaria del Panteísmo spinozista. Marx vuelve a hablar de la Dialéctica, después de su largo silencio desde la carta a su padre de 1837: “Muerte y Amor son los mitos de la Dialéctica negativa (negativen Dialektik), pues la Dialéctica es la luz elemental interior (innere einfache Licht), el ojo penetrante del Amor, el Alma íntima que no es oprimida por el Cuerpo de la Escisión material (materialischen Zerspaltung), el lugar interior del Espíritu. Así que su mito es el Amor; pero la Dialéctica es también la corriente avasalladora que quebranta la multiplicidad y su limitación, que subvierte las Formas autosuficientes (selbständigen Gestalten), sumergiéndolo todo en el Amor único de la Eternidad. Así que su mito es la Muerte. Ella (la Dialéctica) es, pues, la Muerte, pero es a la vez el vehículo de la Vitalidad (Vehikel der Lebendigkeit), del despliegue en los jardines del Espíritu, el desbordarse en la espumante copa de las simientes puntuales, de las que brota la flor del fuego único del Espíritu. Por eso Plotino la llama medio para la απλωσις (haplosis, Vereinfachung, simplificación) del Alma, para la unión inmediata con Dios, una expresión en la que se unen ambas cosas y, al mismo tiempo, la θεωρια (theoria, Theorie, teoría) de Aristóteles con la Dialéctica de Platón.”[22]

Ya en su inicio Marx critica y se separa críticamente del mismo Hegel: “Hegel a definido bien el carácter general de estos sistemas…pero… su concepción de lo que él llamaba ‘Filosofía Especulativa’ par excellence le impedía a este gigantesco pensador reconocer la gran importancia que estos sistemas tienen para la Historia de la Filosofía Griega y, de un modo más general, para el Espíritu griego.” Y tiene dos antídotos poderosos: Epicuro y Spinoza. Pensaba, siguiendo la vuelta a Fichte que había efectuado Bruno Bauer, que había llegado al hora de mostrar su importancia y su papel como expresión de la Filosofía de la ‘Conciencia-en-sí’: “Son ellos (epicúreos, estoicos, escépticos) los filósofos de la Autoconciencia (Philosophen des Selbstbewußtseins).”[23] Sobre las nuevas tareas de la Filosofía, Marx declara que “la condición de los Antiguos es la acción de la Naturaleza, la de los Modernos la acción del Espíritu. La lucha de los Antiguos sólo podía concluir al destruirse el cielo visible, el nexo sustancial de la Vida, la fuerza de gravedad de la existencia política y religiosa, ya que la Naturaleza tiene necesariamente que escindirse para que el Espíritu se una a sí mismo. Los griegos la quebraron con el ingenioso martillo de Hefesto, separándola en estatuas; el romano le hundió la espada en su corazón, y los pueblos murieron, pero la Filosofía Moderna arranca el sello a la palabra, deja que se evapore en el fuego sagrado del Espíritu y, como luchador del Espíritu con el Espíritu, y no como un apóstata caído y aislado de la fuerza de gravedad de la Naturaleza, la hace universalmente activa y diluye las formas que no cesan de brotar de lo universal.”[24] Es evidente que el joven Marx está plenamente influenciado de la Filosofía de la Autoconciencia de Bruno Bauer, el cual ejerce, junto con Hegel, un notable y comprensiva fascinación, y además es innegable el trasfondo de muchas tesis de Spinoza.


Nicolás González Varela


Ilustración: "Marx", por Norman Levine, 1967, The New York Review of Books (R)


[1] Marx, Karl; Zur Kritik der politischen Ökonomie, original de 1859, ahora en: Werke, XIII; Dietz Verlag, Berlin, 1971, p. 8. En español: Contribución a la crítica de la Economía Política, Siglo XXI Editores, México, 1980, p. 4.

[2] Marx, Karl; Das Kapital, Ullstein Verlag, Berlin, 1983, “Nachwort zur zweiten Auflage, 1873”, p. 12. En español: El Capital, Tomo I, Volumen I, Siglo XXI Editores, México, 1983, “Epílogo a la segunda edición”, p. 20. Traducción propia.

[3] Bauer, Bruno; Herr Dr. Hengstenberg. Kritische Briefe über den Gegensatz des Gesetzes und des Evangeliums, Ferdinand Dümmler, Berlin, 1839. Un libro-panfleto en forma de cartas apócrifas.

[4] Sobre las implicancias políticas de las discusiones dentro del Protestantismo alemán, véase: Bigler, Robert, M.; The politics of German Protestantism: the rise of the Protestant Church, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1972, p. 119 y ss.

[5] Drucker, Peter, F.; “Friedrich Julius Stahl: his conservative Theory of the State”, en: Society, Volume 39, Number 5, 2002, pp. 46-57. El artículo original es de 1933. Sobre Stahl y las políticas antihegelianas de Prusia y al reacción pietista contra el naciente liberalismo, véase: Breckman, Warren; Marx, the Young Hegelians, and the Origins of Radical Social Theory. Dethroning the Self, Cambridge University Press, New York, 1999, p. 80 y ss.

[6] Nombre inspirado en el nombre del diario creado por el revolucionario Jean-Paul Marat en 1790.

[7] Hermes, Georg; Einleitung in die christlichkatholische Theologie, 2 Bände, Münster, 1819–1829. El libro fue declarado herético por el Vaticano, según una bula papal de Gregorio XVI llamada Dum breve acerbissimas de 1835 e incluído en el Index de los libros prohibidos.

[8] Carta de Bruno Bauer a Marx, 25 de julio de 1840; en: Karl Marx/Friedrich Engels; Gesamtausgabe MEGA (2), Abt. 3: Briefwechsel Bd. 1: Karl Marx/Friedrich Engels: Briefwechsel bis April 1846, Akademie Verlag, Berlin, 1975, p. 349.

[9] Carta de Bruno Bauer a Marx, 1 de marzo de 1840; en: ibidem, p. 340.

[10] Karl Marx / Friedrich Engels; MEGA (2), Abt. 1: Werke, Artikel, Entwürfe, Bd. 1: Karl Marx: Werke, Artikel, literarische Versuche bis März 1843, Akademie Verlag, Berlin, 1975, pp. 5-92. Sobre la relación del materialismo antiguo y Epicuro, véase el valioso libro de Pascal Charbonnat; Historia de las Filosofías Materialistas, Biblioteca Buridán, Barcelona, 2009, capítulo III, “Epicuro y el epicureísmo”, p. 88 y ss.

[11] Se trata de siete cuadernos, el primero fechado en 1838 y el último en el semestre de verano de 1839, publicados por primera vez parcialmente por Riazanov en 1927 en la MEGA (1), Band 1, edición que sólo incluía los textos escritos por Marx sin los extractos y citas o sus comentarios. Publicados completos en una edición en ruso de 1956 y luego en: Marx, K./ Engels, F.; Werke. Ergänzungsband, I, Dietz Verlag, Berlin, 1968, pp. 16-255, luego en: Werke, Band 40, Dietz Verlag, Berlin, 1973., pp. 13-255; ahora una edición crítica en: Karl Marx/Friedrich Engels; Gesamtausgabe, MEGA (2), IV (1), Akademie Verlag, Berlin, 1975, pp. 5-141, con listas de variaciones y correcciones editoriales a palabras inexactas. En español la primera edición fue Diferencia de la Filosofía de la Naturaleza en Demócrito y en Epicuro, Ayuso, Madrid, 1971; luego se editó otra versión: Marx. Escritos de Juventud, Editorial FCE, México, 1982, pp. 73-146; finalmente la última versión disponible: Escritos sobre Epicuro, Editorial Crítica-Grijalbo, Barcelona, 1988. Muy útil sobre este trabajo juvenil de Marx y posibles influencias: Gabaude, J. M.; Le jeune Marx et le matérialisme antique, Privat, Tolosa, 1970 y el más reciente de Mario Cingoli, Il primo Marx (1835-1841), Unicopli, 2001, cap. III “I lavori preparatori alla Dissertazione”, pp. 61-205.

[12] Sobre la “Filosofía del Jardín” en el joven Marx y su enfrentamiento con lo enciclopédico y sistémico, véase: Markovits, Francine; Marx dans le jardin d’Epicure, Minuit, Paris, 1974.

[13] Cuando Lassalle le envíe su libro sobre Heráclito, Marx recordará este trabajo de una manera muy peculiar, señalándole que en su juventud tuvo sobre Epicuro “un interés más político que filosófico”, en: Marx/Engels; Werke, Band, XXIX, carta de K. Marx a F. Lassalle, 21 de diciembre, 1857, p. 547. En otra carta a Lassalle, Marx le confesará, después de haber leído su libro, que él “había hecho un trabajo análogo sobre un filósofo mucho más fácil, Epicuro, intentando la exposición del sistema a partir de fragmentos, un sistema a proposito del cual yo, estoy convencido, encontramos, como en Heráclito, en los escritos de Epicuro en sí mismos, pero no en una sistematicidad desarollada.”, en: Marx/Engels; Werke, Band, XXIX, carta de K. Marx a F. Lassalle, 31 de mayo, 1858, p. 561.

[14] En otro contexto opuesto, el libro de F. C. Baur que emparentaba a Sócrates con Cristo, y a Platón como un precursor del Cristianismo moderno, será uno de los objetos de crítica del joven filólogo Nietzsche.

[15] Marx cita una obra inexistente o mal escrita. La referencia corresponde a Peri zôôn moriôn, Sobre las partes de los Animales, I, 5, 645, a, 5-6, en edición latina conocido como De Partibus Animalium.

[16] Karl Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz Verlag, Berlin. Band 40, 1973, pp. 225-6. En español: Marx. Escritos de Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 135. Traducción propia.

[17] También su trabajo sobre Leibniz: Darstellung, Entwicklung und Kritik der leibnizschen Philosophie, Brügel, Ansbach, 1837., en: ibidem, III, p. 179.

[18] Feuerbach, Ludwig; Geschichte der neuern Philosophie von Bacon von Verulam bis Spinoza, Brügel, Ansbach, 1833, III, p. 179.

[19] Véase: Breckman, Warren; Marx, the Young Hegelians, and the Origins of Radical Social Theory, Cambridge University Press, 1999, pp. 266 y ss.

[20] La fórmula es del propio Feuerbach: “Spinoza ist der eigentliche Urheber der modernen spekulativen Philosophie”, en: Vorläufige Thesen zur Reform der Philosophie, Entstanden 1842. Erstdruck in: Das literarische Comptoir, Zürich und Winterthur, 1843, p. 55. En español: Tesis provisionales para la reforma de la Filosofía, Orbis, Buenos Aires, 1984, p. 21.

[21] Spinoza, Baruch de; Etica, V, teorema XLII. La misma cita aparece en el libro de Feuerbach, Geschichte der neuern Philosophie von Bacon von Verulam bis Spinoza, Brügel, Ansbach, 1833, p. 426.

[22] Karl Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz Verlag, Berlin. Band 40, 1973, p. 230. En español: Marx. Escritos de Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 137. Traducción propia.

[23] Marx, Karl; en el Neuer Entwurf der Vorrede, en: Karl Marx / Friedrich Engels; MEGA (2), Abt. 1: Werke, Artikel, Entwürfe, Bd. 1: Karl Marx: Werke, Artikel, literarische Versuche bis März 1843, Akademie Verlag, Berlin, 1975, p. 5.

[24] Karl Marx/Friedrich Engels; Werke, Dietz Verlag, Berlin. Band 40, 1973, p. 75. En español: Marx. Escritos de Juventud, Editorial FCE, México, 1982, p. 88. Traducción propia.


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