miércoles, junio 23, 2010

In memoriam: Bolívar Echeverría (1941-2010), un marxista crítico


“El hombre moderno está desgarrado, obedece a dos lógicas totalmente contrapuestas, una más poderosa que la otra: la lógica cualitativa del mundo de la vida y la lógica abstracta y cuantitativa del valor.” (Bolívar Echeverría, 2007)


Bolívar Vinicio Echeverría Andrade era antes que nada un humanista, un marxista atípico, un fino traductor y en último lugar un filósofo profesional. En plena barbarie posmoderna, tratando de no desarbolar los valores universales de la Modernidad, siguió pensando críticamente las vasta cuestiones del hombre, más allá de las modas académicas. Aunque ecuatoriano de nacimiento, su aporte, junto a otros inmigrantes ilustres en la solidaria tierra mexicana, como Wenceslao Roces o Adolfo Sánchez Vázquez, han hecho posible la lenta maduración un pensamiento crítico latinoamericano.


Creo que su obra más madura y compleja, aunque no coincida con lo cronológico, es sin lugar a dudas su libro El discurso crítico de Marx, de 1986.[1] Un libro raro, subestimado, silenciado por los círculos académicos, que reunía una colección de ensayos que abarcaba la reflexión de Echeverría entre los años 1974 y 1980. Allí se posicionaba con firmeza, en pleno inicio de la borrachera ideológica de la globalización y el fin de la historia, afirmando que el siglo XX no era otra cosa que mera barbarie de egoísmo y explotación, “un cuento incoherente y violento”. No se quedaba en lo testimonial, en su mismo prólogo defendía al pensamiento de Marx como una “presencia real de un proyecto de sentido o, mejor, de contra-sentido para la Historia contemporánea: El Comunismo; a la materialización de éste en una entidad sociopolítica peculiar: la Izquierda; a su manifestación en conceptos mediante un discurso propio: el Marxismo.” Echeverría, tan atento a la escritura y los signos del lenguaje (muchos de sus ensayos hay que cribarlos de la excesiva carga semiológica muy de moda a fines del siglo XX), le colocaba estratégicamente las mayúsculas a la vapuleada tríada, “fuente del discurso de la rebeldía”. No tenía ninguna hipoteca institucional o ideológica en defender a Marx de los ataques superficiales, construidos a bases de malas lecturas y distorsiones ideológicas, de Nietzsche, Heidegger o Foucault. Tampoco dudaba a la hora de remarcar la patética tosquedad del mal llamado “Materialismo Dialéctico”, una ciencia de la legitimación del estado stalinista. Siempre defendió un marxismo abierto, una teoría que debe respetar una “búsqueda inacabada de unificación que conecta entre sí a los distintos esbozos espontáneos de identidad que hay en el propio Marx”. Recuperaba para el pensamiento crítico los marxismos olvidados, perdedores, marginales, (y Echeverría traía a primer plano a Luxemburgo, consejistas como Hermann Goerter, Korsch, Lukács, filósofos alejados del DiaMat stalinista, como Karel Kosik o líderes de la nueva izquierda europea como Rudi Dutschke) que superaban al “marxismo demasiado realista”. Si el marxismo tiene una “encomienda” en la Historia, señalaba en su “Presentación”, debe romper los límites de la versión falseada y predominante, debe quebrar el corset sociologista, estatalista y progresista. Tan atípico que para él era central para renovar el filo crítico de la vulgata marxista, recuperar “el teorema crítico central de El Capital”, se trata de recuperar la idea de que “todos los conflictos de la sociedad contemporánea giran… en torno a una fundamental contradicción entre Valor de Uso y Valor de Cambio, entre dos ‘Formas de Existencia’ del proceso de reproducción social: una, ‘social-natural’, trans-histórica, que es determinante, y otra históricamente superpuesta a la primera, parasitaria pero dominante, que es la forma de “Valor que se Valoriza”, de acumulación del capital.” El libro era curioso porque cruzaba los sacrosantos campos profesionales: era a la vez, un libro de crítica de la economía política y de contra-filosofía. Se hablaba de filosofía en un grado de abstracción altísimo desde el corazón mismo de la producción de plusvalor. Se profundizaba sobre el Materialismo de Marx y sobre su carácter científico, que implicaba para Echeverría “la des-construcción crítica del discurso científico espontáneo, al desquiciamiento sistemático de su horizonte de inteligibilidad, como la estrategia epistemológica adecuada para un discurso cuya producción de conocimiento debe cumplirse cuando la Historia que ha culminado en el capitalismo transita hacia una nueva historia.” Pero lo más atrayente y novedoso en lo teórico seguía siendo su recuperación en valencia crítico-política de Das Kapital, y en particular su puesta en primer plano del “Valor de Uso”, devolviendo al centro de gravedad de la lectura de Marx la Ley del Valor y con ella de la crisis como cortocircuito permanente del modo de producción de mercancías. Era obvío que para Echeverría existía una necesidad para la Teoría de “volverse Teoría de la Revolución, y la necesidad, para la Revolución, de ampliarse como Revolución en la Teoría.”


Su integral humanismo seguramente se retroalimentó de su trabajo como sensible traductor, de Sartre a Habermas, pasando por el propio Karl Marx y sus Manuscritos de París de 1844, Horkheimer, Musil, Brecht y Benjamin. Su talento era reconocido además internacionalmente, había sido elegido miembro del Comité Científico junto a grandes intelectuales para asesorar los contenidos de una de las obras enciclopedias multinacionales más ambiciosas sobre Marx, el Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus, un Diccionario total histórico-crítico sobre el Marxismo.[2] El epígrafe de su obra, todavía por difundirse, todavía por conocerse, seguirá siendo el planteamiento del dilema mortal que acecha al pensamiento de Marx: “el discurso del Comunismo sólo puede ser tal, si es estructuralmente crítico, es decir: si vive de la muerte del discurso del Poder: de minarlo sistemáticamente…”



[1] Echeverría, Bolívar; El discurso crítico de Marx, ed. Era, México, 1986.

[2] Haug, Fritz Wolfgang (Hrg.); Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus, Band 1, Abbau des Staates bis Avantgarde, Argument, Berlin, 1994. Es un proyecto editorial en proceso, que reunirá un total de 1500 conceptos centrales del Marxismo, una obra colectiva en quince volúmenes, de los cuales en la actualidad se ha publicado hasta el tomo 7, correspondiente a las voces “Kaderpartei bis Klonen”.


Nicolás González Varela

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domingo, junio 13, 2010

"Marx, lector anómalo de Spinoza (V)"


"La mistificación (Mystifikation) que sufre la Dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno es obstáculo para que haya sido él quien, por primera vez, expuso de manera amplia y consciente las Formas generales del Movimiento (allgemeinen Bewegunsformen) de aquella."

Karl Marx


Debemos apartarnos momentáneamente del derrotero del joven Marx para señalar varios sucesos simultáneos y paralelos que tendrán una impronta decisiva en su formación intelectual y política. En 1838 un Privatdozent de la Universidad de Halle, Arnold Ruge y el filósofo Theodor Etchermeyer fundan una revista clave en el hegelianismo de izquierda: los Hallische Jahrbücher für deutsche Wissenschaft und Kunst (Anales de Halle para la Ciencia y el Arte alemán).[1] Los Anales, creados para combatir al Romanticismo y la literatura romantisierende, al inicio contaban con muchos colaboradores en el centro del Hegelianismo, políticamente se manifestaba favorable a la forma-estado prusiana y a su predominio sobre toda Alemania, fue derivando rápidamente hacia la izquierda liberal y el ateísmo radical. El objetivo de fondo era combatir el órgano oficial de los hegelianos conservadores, los Berliner Jahrbücher für wissenschaftliche Kritik (“Anales berlineses de Crítica científica”). Un cronista e hisoriador de la literatura observaba no sin mordacidad, que “los Hallische Jahrbücher señalan la caída en la desgracia divina de la filosofía hegeliana y su expulsión del Paraíso de los empleos del gobierno de Prusia”.[2] De legitimismo y una ideología monárquico constitucional, la revista evolucionó hacia la crítica político-religiosa, la defensa de la Aufklärung y el racionalismo y la atención sobre la cuestión social, anunciando una nueva etapa de liberación de los espíritus de las fuerzas del turbio irracionalismo (cuyo cúlmen era la filosofía de Schelling, el espíritu de la Reforma luterana y el Prusianismo). En 1839-1840 la revista ya tenía el apoyo incondicional del Doktorklub y de los hegelianos de izquierda de Berlín, que empezaron a colaborar con artículos. En los Jahrbücher brillaba con luz propia, aparte del mismo Ruge, un filósofo que marcará toda una época: Ludwig Feuerbach, quién ya criticaba al estado prusiano por haberse transformado en una forma institucional absolutista, burocrática, anticonstitucional y teocrática. Además con acidez fustigaba a la filosofía hegeliana por haber querido conciliar Religión y Razón con un idealista a priori.[3] Ruge era el escritor mas político del grupo y el hombre práctico por excelencia, fue el que comenzó la crítica radical a la forma-estado prusiana (y destruyendo por elevación los fundamentos de la Filosofía del Derecho).[4] Ruge, como otros jóvenes hegelianos, no duda en señalar el enorme avance de la Filosofía Política hegeliana con respecto a sus antecesores o a sus contemporáneos, incluso llegando a afirmar que Hegel había desarrollado “el concepto más profundo de Estado que la Humanidad había logrado hasta ahora.”[5] Ruge también fue un pionero en intuir que, si se escindía el método dialéctico de Hegel de su System filosófico idealista, se podían obtener conclusiones que socavaban el conservadurismo y la legitimidad del estado y la cultura prusiana vigente. El aparente conformismo y realismo de la Sittlichkeit hegeliana, la Eticidad, era algo extrínseco al método e incluso para Ruge “la ética de Hegel equivale a la actividad consciente (Praxis) de la Dialéctica Histórica”. La famosa frase de Hegel “Todo lo racional es real; y todo lo real es racional” debía interpretarse, no como una sanción que legitime filosóficamente lo estático, sino de manera dinámica, de que lo real tiene que ser convertido en racional mediante la adecuación del progreso a la Historia. El método dialéctico podía ser un elemento de crítica y progreso si se entendía como reflexión, ya que en el concepto de reflexión en Hegel, no se puede pensar una cosa sin negarla o superarla. El Methode se convierte en crítica, al sopesar en su juicio “lo que es” con lo que “podría ser”. Y además es un método no-contemplativo, ya que exige que sus conclusiones se traduzcan en actividad, en acción: “El verdadero contenido de la Geistesphilosophie de Hegel es Humanismo, su verdadero método es Crítica.”

Otro sucesos literarios-políticos de importancia en el desarrollo del joven Marx fueron la aparición de dos obras filosóficas críticas en Alemania. En 1838 la inversión materialista del Hegelianismus, que buscaban con desesperación los Jóvenes Hegelianos, tuvo su primer intento en el libro del aristócrata progresista August Dolega von Cieszkowski Prolegomena zur Historiosophie (“Prolegómenos a una Historiosofía”).[6] Cieszkowski también había estudiado en la Universidad de Berlín, había sido influenciado por las clases de Gans pero su lazo más estrecho de amistad lo había hecho con el hegeliano de centro Karl Ludwig Michelet, hugonote y affranchis. Michelet había tenido como alumno también a David F. Strauss.[7] Ya en su disertación para el doctorado, Cieszkowski desarrollaba una interesante visión sobre la filosofía antigua, en la cual Thales era el padre del Materialismo, Anaximandro el del Idealismo y Anaxímenes el creador, en una síntesis nueva, del Espiritualismo Especulativo-Concreto.[8] El libro Prolegomena… hace un giro en la temática del Hegelianismo, al abandonar la cuestión teológica por la problemática histórica y la cuestión de la praxis. Muchos comentaristas lo consideran la primera transformación “revolucionaria” de la filosofía de Hegel.[9] Cieszkowski, tal como harán Engels y Marx, no rechaza in toto al sistema hegeliano (llama a Hegel “el héroe de la Filosofía Moderna”), sino que cree que tiene un núcleo racional y que el pensamiento fundamental de Hegel es su idea de la Historia del Mundo (Weltgeschichte). Nuestra época es el umbral de un nuevo período de la Humanidad, abierto por Hegel, en el cual el hombre se posesionará de manera racional el curso de la Historia. El único error de Hegel fue el de considerar la actividad humana en determinaciones del pensamiento y no de voluntad, lo cual es falso: “…por el contrario, el Pensamiento es el que constituye nada más que un momento de la Voluntad, pues el Pensamiento que quiere realizarse adquiere la forma de Voluntad y Acción.” A la dimensión especulativa-pasiva de la filosofía de Hegel, sin influencia en el futuro del hombre, se la debe complementar con una verdadera Filosofía de la Acción, de la actividad práctica, de la Praxis. Cieszkowski señala que “llegar a ser una Filosofía Práctica, o, mejor dicho, una Filosofía de la Actividad Práctica, de la ‘Praxis’, que ejerza uan influencia directa sobre la vida social; desarrollar la Verdad en el dominio de la actividad concreta: ésta es la función que deberá desempeñar la Filosofía en el futuro.”[10] Por primera vez aparece tratado de manera filosófica el concepto de Praxis, concepto que será retomado por Marx, y además también introduce la temática de la transformación de la Filosofía como tal: “la Filosofía empezará a ser una Filosofía ‘aplicada’… y a ejercer su influencia normal sobre la determinación de la vida de los hombres, a fin de desarrollar la Verdad objetiva, no sólo en la realidad presente, sino en la realidad más evolucionada del futuro. Esto permite entender el prurito de nuestra época, que ha llegado a ser una verdadera monomanía, de edificar sistemas sociales y construir a priori la sociedad, tendencia que hasta el momento había adoptado sólo la forma del sentimiento oscuro de una exigencia de los tiempos presentes, de la cual los hombres no habían tenido aún una conciencia plena.”[11] Para Cieszkowski lo que transforma un pensamiento en una utopía es, por el contrario, el exceso de adaptación y adecuación a las condiciones del presente, y no su proyección hacia el futuro. Si el primer golpe serio contra la versión ortodoxa de Hegel lo había dado Strauss y Bauer, ahora las tesis de Cieszkowski provocaban un punto de no-retorno. El “completamiento” de Hegel lo realiza, como ya señaló Lukács y Cornu,[12] a través de un retorno a Fichte: se radicaliza el elemento de la autoconciencia (como Voluntad, Acción y Acto), cuya forma más efectiva y actual es la praxis: “…la determinación realmente práctica, aplicada, ejecutada, espontánea, voluntaria, libre; de ahí que abarque toda la esfera de la acción, los hechos y su significado, la teoría y la praxis, el concepto y su realidad; y engendra los ejecutores de la historia.”[13] La nueva ciencia filosófica de la Historiosofía es la interpretación de la Historia que incluye una visión del futuro como parte de su propia perspectiva. La determinación del futuro (para Hegel impensable, ya que es mera utopía) debe ser el objeto sublime de la nueva filosofía. Cieszkowski intentará un renacimiento del concepto de praxis de los griegos, en especial inspirándose en Aristóteles. La Praxis puede pensarse en diferentes determinaciones formales. Como actividad pre-teórica, propia del mundo de los hechos y de la certeza sensible, implica una actividad sin conciencia. A diferencia del carácter inmediato de los hechos, los actos suponen una Praxis que llama “post-teórica”, en la que el Pensamiento se coloca como figura de la mediación de la Acción: “…la Praxis post-teórica se nos manifiesta como la verdadera síntesis de lo teórico y de lo objetivo, puesto que el obrar en general es la verdadera síntesis sustancial del Ser y del Pensar.”[14] Lo Absoluto hegeliano es ahora la Acción, que anula toda escisión y separación: “del mismo modo que el Pensamiento y la Reflexión han superado a las Bellas Artes, la Acción y la Actividad Social están llamadas ahora a superar a la verdadera Filosofía.”[15] Cieszkowski incluso se atreve a destacar la importancia en última instancia en el Pensamiento de las relaciones de producción industriales (siguiendo a Fourier y Saint-Simon), aproximándose a la posición de un socialista utópico.[16] Habla sin tapujos, otra vez con graves resonancias spinozianas, de una nueva rehabilitación del Materialismo: “Y ésta, será entonces la verdadera rehabilitación de la Materia, al mismo tiempo que la reconciliación absoluta, justa y sustantiva, de lo Real y lo Ideal. Es este aspecto la Filosofía del Futuro será una trascendencia de la Filosofía más allá de sí misma.”[17] Un dèjá-vu asombroso de las famosas tesis sobre Feuerbach de Marx de 1845. Su libro fue además la primera obra filosófica alemana en la cual se nombra positivamente al socialista utópico Fourier.[18] Cieszkowski terminará sus días en una deriva mística y católica. Si bien no se ha conservado en su biblioteca personal un ejemplar de los Prolegomena, ni sobreviven extractos de esta obra en particular en el Nachlass literario de Marx, es poco plausible decir que en 1840 no se haya interesado por el libro. Engels en 1882 todavía recordaba con Marx el impacto en el ambiente hegeliano berlinés de Cieszkowski, y demostrando su familiaridad con el autor, llama al libro con ironía como un naturphilosopisch-botanische Buch.[19] Incluso Marx confiesa haberse encontrado personalmente con él durante su exilio en París en los años 1843-44.[20] Las tesis de la Filosofía de la Acción de Cieszkowski también llegaron al joven Marx a través de una fuente indirecta muy importante en su evolución intelectual, generalmente obviada por la Marxologie, como fue la obra de Moses Hess, el “Rabino Rojo”.[21]

En 1840 apareció el libro del filósofo Friedrich Adolph Trendelenburg, Logische Untersuchungen (”Investigaciones Lógicas”),[22] donde, desde el aristotelismo y cierto spinozismo, se crítica la filosofía de Hegel y su método dialéctico.[23] Dos críticas fundamentales que apuntan al corazón mismo de Hegel: la primera es que la Logik hegeliana en sus tres primeras categorías lógicas (Ser, Nada y Devenir) no tienen un punto de partida “sin presupuestos”, por el contrario, Trendelenburg demuestra que a partir del Ser puro como de la pura Nada es imposible concluir el Devenir, el Movimiento “ a no ser que preceda la representación del Devenir. A partir del Ser puro, abstracción confesada, y de la Nada, igualmente confesada abstracción, no puede nacer de improviso el Devenir, esa intuición concreta que domina la Vida y la Muerte… así, a partir de aquella Dialéctica, que no quiere ninguna presuposición, se presupone sin discusión, el Movimiento.”[24] La denuncia filosófica a las tramoyas de Hegel son el ataque más radical desde el Realismo contra el Idealismo objetivo: en el System existe un viciado proceso de interpolación subrepticia de elementos extraídos de la realidad empírica (que el joven Marx identificará como un proceso ideológico de hipostatización), convertidos en premisas generadas por un aparente automovimiento del Pensamiento en su pureza. La segunda crítica a Hegel de Trendelenburg plantea el problema que al inicio de la Logik el Espíritu se asume como una tabula rasa, entonces debemos preguntarnos: ¿qué mediación lógica posee la Dialéctica para producir la Idea Absoluta a partir del Ser vacío? A este fin Hegel posee dos medios: el de la Negación y el de la Identidad. Trendelenburg se pregunta: “¿Cuál es la esencia de la Negación dialéctica? Puede tener una doble naturaleza: o se concibe como puramente lógica, de forma que niegue absolutamente lo que afirma el primer concepto, sin poner nada nuevo en su lugar… o bien se la concibe como real, de modo que el concepto afirmante sea negado mediante otro concepto afirmante en cuanto que ambos deben estar referidos uno al otro… Al primer caso le llamamos ‘Negación lógica pura’ (reine logische Verneinung); al segundo ‘Oposición real’ (reale Gegensatz).”[25] Ahora bien, se pregunta: “¿puede la Negación lógica pura (A–no-A) condicionar de tal modo el progreso del Pensamiento hasta hacer que de él nazca un concepto nuevo, concepto que conecte necesariamente la afirmación y la negación que puramente se repelen? Esto es impensable. No existe un tercero ni entre, ni por encima de los dos miembros de la contraposición… La Negación lógica pura radica sólo en el Pensamiento…” Trendelenburg denuncia que Hegel, al construir su proceso dialéctico, se ha visto forzado a asumir elementos espúreos, tomados de la intuición empírica, porque “el Concepto afirmante recurre a la Realidad.” Por lo tanto no se puede, sobre dicha contradicción edificar el edificio dialéctico, porque el contenido nuevo debe tomarse de la intuición de la realidad. O sea: la validez de esta contraposición no se basa en la Form dialéctica, ya que debe recurrir, de manera oculta y sin confesarlo, a la empiria. Entonces, se pregunta Trendelenburg, ¿a partir de qué principio podrá resolverse el caso de la Oposición real (reale Gegensatz)? Aristóteles postula (en su principio de la no-contradicción) la imposibilidad de la coexistencia de dos determinaciones reales, de las cuales la segunda niegue a la primera, y la necesidad de elegir uno entre los dos términos contrapuestos. La única manera imprescindible es un “recurso a la realidad”, una intervención operativa que aprehenda lo real concreto, guiado por un programa de investigación (constatación u observación) de la Cosa. Principio que es no menos dialéctico que el principio de contradicción ortodoxo de Hegel, fundamento de una Dialéctica real, concreta científica, y no de una Dialéctica mistificada, idealista, apriorística, una Dialéctica materialista que ya no considere como imprescindible motor la superación de la reale Gegensatz en la mera Form de la contraposición. El joven Marx llamará a este proceso “Hipostatización”, y consiste en separar un predicado de su sujeto, hipostasiarlo para hacer de él una categoría abstracta (a través de una separación/objetivación, una Vergenständlichung/Objektivation) que luego se encarna en una existencia empírica cualquiera. Hipóstasis era para Kant, quien le da un nuevo sentido al término clásico, la transformación del pensamiento en cosa u objeto, objeto fantasma que posee las mismas cualidades que uno externo al sujeto pensante. Kant califica a este mecanismo como un bloße Blendwerk, mera ilusión.[26]

Al mecanismo ideológico de inversión del sujeto-predicado lo llamará Umkehrung, Inversión, componente esencial del Misticismo Lógico-Panteísta (logische, pantheistische Mystizismus) del sistema hegeliano. Dirá en su Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie (“Crítica a la Filosofía del Derecho hegeliana), escrito en el verano de 1843: “Lo importante es que Hegel erige siempre la Idea en tanto Sujeto, haciendo del Sujeto real y verdadero, como la mentalidad política, el Predicado. Y el desarrollo se opera siempre por el lado del Predicado… además de esta Inversión (Umkehrung) de Sujeto y Predicado, se suscita la apariencia de que se habla aquí de otra Idea más que del organismo.” Más adelante señala que la Hegelsche Darstellung, la exposición hegeliana “toma como punto de partida la ‘Idea’ o ‘Sustancia’ en cuanto Sujeto o Ser real (wirklichen Wesen), el Sujeto real aparece solamente como el último Predicado del Predicado abstracto… el contenido concreto, la determinación real, aparecen aquí como algo formal; toda la determinación formal abstracta aparece aquí como el contenido concreto” Marx expresa incluso el hypokeimenon (ποκείμενον) aristotélico, el subiectum de la Escolástica, precisamente cuando denuncie el vicio “hipostatizante” del procedimiento místico-panteísta de la Filosofía Política de Hegel: “La existencia del Predicado es el Sujeto: por tanto, el Sujeto, la existencia de la Subjetividad, etc. Hegel sustantiva los predicados, los objetos, pero los sustantiva poniéndolos aparte de su Sustantividad efectiva (wirklichen Selbständigkeit), de su Sujeto. Luego, el Sujeto real aparece como resultado, siendo así que tendría que tener como punto de partida el Sujeto real, para considerar luego su Objetivación (Objektivation). Lo que se convierte, por lo tanto, en Sujeto efectivo es la Sustancia mística (mystiche Substanz) , y el Sujeto real aparece aquí como algo aparte, como un momento de la Sustancia mística. Precisamente en cuanto Hegel parte de los Predicados de la Determinación general (allgemeine Bestimmung) y no del Ente real (ποκείμενον, Sujeto) ha de haber, sin embargo, un portador (Träger) de esta determinación, la Idea mística se convierte en dicho soporte.”[27] En Das Kapital Marx seguirá recordando a sus lectores que su método es producto de la crítica “el lado mistificador (mystifizierende Seite) de la Dialéctica hegeliana… la mistificación (Mystifikation) que sufre la Dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno es obstáculo para que haya sido él quien, por primera vez, expuso de manera amplia y consciente las Formas generales del Movimiento (allgemeinen Bewegunsformen) de aquella.”[28] Recordemos que en su libro sobre las categorías, Aristóteles define al hypokeimenon (ποκείμενον) como algo que puede ser predicado por otras cosas, pero no puede ser un predicado de los demás, es lo fundante y lo vuelve a desarrollar en detalle en el libro Z de la Metafísica. No es casualidad que en esa época Marx afirme que “Aristóteles tiene razón cuando dice que la Síntesis es la causa de todos los errores.”, es decir el error es una síntesis forzada y arbitraria de pensamiento y ser, o en el lenguaje jovenhegeliano entre formelle Bestimmung (Apariencia, Forma, Pensamiento, lo general) y materielle Bestimmung (Esencia, Ser, Materia, lo particular). El joven Marx parece estar utilizando indistintamente tanto el significado aristotélico como el mismo sentido que le da Spinoza a su Sustancia o Kant al noumeno.[29] Marx descubre las incongruencias hegelianas: la Materia es en Hegel, dirá, un mero capítulo de su Logik, y la Filosofía Política un “paréntesis de la Lógica, un hors d’ouvre de la argumentación real” (Marx). El elemento filosófico ya no es la Lógica de la Cosa (Logik der Sache), tal como el joven Marx la intenta desarrollar desde sus toscos principios materialistas (en la carta de 1837 a su padre), sino que se produce la inversión mistificadora de la mano de Hegel: la Logik der Sache se transforma, bajo una forma mistificada, en la Cosa de la Lógica (Sache der Logik). Lo que Hegel presentaba como una exposición científica del “Automovimiento de la Cosa” (carente de presupuestos), es en realidad un movimiento elaborado a partir de la interpolación (Unterschiebung) de un Contenido (inmediato), de determinación empírica, no reconocido en su función preliminar en relación con la Forma. El movimiento dialéctico esconde y transvalora (en el peor sentido metafísico) el movimiento de la empiria. En la esfera de los problemas lógicos y de la conformación de contra-argumentos antihegelianos, la aportación de Trendelenburg le acerca tan esencialmente al joven Marx, que lo convierte en uno de sus más rigurosos, precisos e inmediatos precedentes históricos. En un momento Marx, a pedido de Bruno Bauer, intentó refutar a Trendelenburg: “Trendelenburg será una de las primeras víctimas que tú ofrecerás a la Filosofía ofendida”. Su otro amigo Köppen, también le pide que tenga el honor de dar una respuesta filosófica contundente “con motivo de Trendelenburg”.[30] La exigencia aristotélica del método de Trendelenburg, uso de las categorías con valencia realista, le lleva a realizar una crítica de método perfecta: será utilizada no sólo por Marx, sino por el mismo Feuerbach.[31] Marx, que estudiaba en detalle la Logik de Hegel como los textos de Aristóteles, Bacon, Hume y Spinoza, en pleno Hegelianismo, se propuso defender al System de Hegel de la crítica técnica de Trendelenburg.

La tarea de “invertir” la Dialéctica, para anular el Misticismo lógico-panteísta de Hegel, lo sigue teniendo como principio metodológico el Marx maduro, en el mismo Das Kapital, aunque hemos evolucionado de la inocente Umschlagen juvenil, pasando por la Umsturz y Umwälzen de su etapa intermedia, a la concreta y revolucionaria Umstülpen/Umkehrung de la Dialéctica materialista: “En Hegel la Dialéctica está con la cabeza al revés. Es necesario darla vuelta (umstülpen), para descubrir su núcleo racional (rationellen Kern), que se oculta bajo una envoltura mística (mystischen Hülle).” La Kritik joven-marxiana, que se remontaba a más de treinta años atrás, ha logrado, según el Marx de 1873, eliminar la forma mistificada (mystifizierten Form) de la Dialéctica hegeliana, que “parece glorificar lo existente” y superarla en una nueva forma racional (rationellen Gestalt). Es la rationellen Gestalt la que permite una “comprensión positiva de lo existente (positiven Verständnis des Bestehenden)” que incluye “la comprensión de su Negación (Verständnis seiner Negation), de su necesaria ruina, porque concibe toda Forma en el fluir de su Movimiento (Form in flusse der Bewegung), por lo tanto sin perder de vista su lado transitorio; porque nada la hace retroceder y es, por su esencia (ihrem Wesen) crítica y revolucionaria.”[32] Para el Marx maduro era plenamente vigente y operativo su trabajo crítico antihegeliano que había desarrollado entre los años 1838 y 1843. Obviamente Trendelenburg nunca será un Junghegelianer, sino un antihegeliano de derecha, teísta y políticamente conservador: su pensamiento tiende a una restitución de la Metafísica y a una teleología orgánica que intenta un híbrido entre Aristóteles (reconciliado con Platón) con el trascendentalismo de Kant. Marx poseerá en su biblioteca el libro de Trendelenburg, leído y anotado, y lo conservará hasta su muerte.[33]


Nicolás González Varela


Notas:

[1] Y por supuesto impresos en Leipzig por el editor Otto Wigand. Se han re-editado: Hallische Jahrbücher für deutsche Wissenchaft und Kunst, 5 Bde. in 10 Halb-Bdn., Auvermann, Glashütten (im Taunus), 1972. Sobre la historia de los Jahrbücher y su importancia en la generación de una izquierda antihegeliana, véase: Mc Lellan, David; Marx y los jóvenes hegelianos, Martinez Roca, Barcelona, 1971, p. 24; Rossi, Mario; La génesis del Materialismo Histórico. I, La izquierda hegeliana, Alberto Corazón editor, Madrid, 1971, p. 55 y ss. Sobre Ruge y los Anales: Cornu, Auguste, Karl Marx. El hombre y la obra. Del Hegelianismo al Materialismo Histórico, Editorial América, México, 1938, pp. 56-59. El poeta Heine con ironía llamaba a los Anales “un terrible homicidio de hojas de papel”.

[2] Gottschall, Rudolf; Die deutsche National Literatur in der ersten Halfte des neunzehnten Jahrhunderts, Band 2, Trewendt&Granier, Breslau, 1872 (la edición original es de 1855), p. 126 y ss. Gottschall le dedica todo un capítulo a la Escuela Hegeliana, centrándose en Strauss, Bauer, Feuerbach y Stirner. También su útil Arnold Ruge: Eine Charakteristik, Samter, Königsberg, 1848.

[3] Feuerbach, Ludwig; “Karl Streckfuss und das Preusentum”, en: los Hallische Jahrbücher für deutsche Wissenschaft und Kunst, nov. 1839.

[4] En dos artículos cruciales, escritos en 1840 y 1841; véase: Ruge, Arnold; “Zur Kritik des gegenwärtigen Staats- und Völkerrechts” [1840]; en: Hegel, G.W.F. ; Philosophie des Rechts, ed. H. Reichelt, Ullstein, Frankfurt, 1972, pp. 598-623; y “Die Hegelsche Rechtsphilosophie und die Politik unsere Zeit” [1842]; en: Riedel, Manfred, ed.; Materialien zu Hegels Rechtsphilosophie, Band 1, Suhrkamp, Frankfurt, 1975, pp. 323–349. Sobre Ruge como jóven hegeliano, véase: Zanardo, Aldo; “Arnold Ruge giovane hegeliano 1824-1849”, en: Annali Feltrinelli, XII, 1970, pp. 189- 382.

[5] En Riedel, Manfred, ed.; ibidem, p. 327.

[6] Cieszkowski, August von; Prolegomena zur Historiosophie, Veit und Co., Berlin, 1838. Después de haber sido olvidado durante más de un siglo, sólo recientemente ha sido resctado de la oscuridad. Existe una meritoria edición en español: Prolegómenos a la Historiosofía, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2002. Sobre Cieszkowski, véase: Liebich, André; Between Ideology and Utopia: The Politics and Philosophy of August Cieszkowski, D. Reidel, Dordrecht, 1978. El mismo Liebich es el editor de una selección en inglés muy útil de sus escritos: Selected Writings of August Cieszkowski, Cambridge University Press, New York, 1979.

[7] Sobre Michelet, véase: Waszek, Norbert; “Michelet, Karl Ludwig”, en: AA. VV.; Allgemeine deutsche Biographie, Band 17, Bayerische Staatsbibliothek, Berlin, 1994, p. 447. Lo trata en detalle, a pesar de sus conclusiones equivocadas, afirma que Marx es el más sofisticado de los escatólogos, Leszek Kolakowski en su desigual Las principales corrientes del marxismo, I, Los Fundadores, Editorial Alianza, Madrid, 1980, pp. 92-95. Le otorga el rol de primer precusor Shlomo Avinieri en su libro El pensamiento social y político de Carlos Marx, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1983, p. 183-190.

[8] De philosophiae ionicae ingenio, vi, loco, Heildelberg, 1838. El texto no ha sobrevivido, André Liebich intenta una reconstrucción de su contenido en su estudio preliminar a la compilación de sus escritos: Selected Writings of August Cieszkowski, Cambridge University Press, New York, 1979, p. 20 y 120.

[9] Cf.: Cornu, Auguste; Carlos Marx y Federico Engels. Del Idealismo al Materialismo Histórico, Editorial Platina, Buenos Aires, 1965, p. 110.

[10] Cieszkowski, August von; Prolegomena zur Historiosophie, Veit und Co., Berlin, 1838, p. 129.

[11] Ibidem; pp. 131-132.

[12] Lukács, G.; “Moses Hess und die Probleme der idealistischen Dialektik”, en: Archiv fur die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, 12, 1926, pp. 3-8, aunque Lukács cree que la superación intentada por Cieszkowski de la absolutación de Hegel del presente por un abstracto “Deber-Ser”, repudia el realismo hegeliano como un todo, realismo que es el fundamento del materialismo de Marx.

[13] Ibidem; p. 16.

[14] Ibidem, p. 18.

[15] Ibidem, p. 130.

[16] Fruto de sus conocimientos de los teóricos del socialismo utópico y de la economía política liberal será su libro Du Crédit et de la Circulation, Treuttel et Wurtz, Paris, 1839.

[17] Cieszkowski, August von; Prolegomena zur Historiosophie, Veit und Co., Berlin, 1838, p. 127.

[18] Marx también tendrá en su biblioteca una obra posterior de Cieszkowski, De la Pairie et de l’Aristocratie moderne, D’Amyot, Paris, 1844, donde proponía soluciones políticas reformistas al problema de los restos reaccionarios de clases nobles y aristocráticas antiguas en la Francia moderna. En el libro se criticaba a la Gran Revolución Francesa por haber dado al hombre una libertad formal y abstracta, no real, una libertad meramente burguesa.

[19] Carta de Engels a Marx, 13 de junio, 1882; en: Werke, Band XXXV, Dietz Verlag, Berlin, 1973, p. 37. Dice Marx: “este Conde me visitó ciertamente en París durante el período de los ‘Anales’, e hizo mi vida tan insoportable que no puedo ni quiero leer sus pecados”. Los “pecados” de los que habla Marx son sus nuevos libros, llenos de nacionalismo polaco y misticismo católico.

[20] Carta de Marx a Engels, 12 de enero, 1882; en: ibidem, p. 35.

[21] Moses Hess fue, de todos los jóvenes hegelianos, el más influenciado por las tesis de Cieszkowski. Véase: Cornu, Auguste; Moses Hess et la gauche hégélienne, Alcan, Paris, 1934, pp. 31-34. Hess mismo confiesa que se sintió profundamente conmovido por Cieszkowski, cf.: Hess, Moses; Philosophische und sozialistische Schriften, Akademie Verlag, Berlin, 1961, p. 77 y 79. Sobre la influencia, muchas veces subestimada, de Hess sobre Marx, mi artículo “Moritz Hess: vida y opiniones del ‘Rabino Rojo’”, on-line: http://www.rebelion.org/noticias/2007/8/54646.pdf

[22] Trendelenburg, Friedrich Adolph; Logische Untersuchungen, Band I, Bethge, Berlin, 1840. Se ha publicado un facsímil de la edición de 1862 por la editorial Elibron Classics, New York, 2003. Sobre Trendelenburg, véase: Bratuscheck, Ernst Carl L.; Adolf Trendelenburg, Henschel, Berlin, 1873. Más moderno: Wesseling, Klaus-Gunther: “Trendelenburg, Friedrich Adolf”, en: Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon, Band 12, Herzberg 1997, pp. 449–458. Es sintomático que el filósofo trabajó durante años como tutor del hijo de un amigo íntimo de Altenstein, el ministro liberal prusiano y protector de los jovenes hegelianos. Sobre el papel de Trendelenburg en la conformación de una izquierda filosófica antihegeliana y en particular su influencia en Marx, cf.: Rossi, Mario; La génesis del materialismo histórico, I, La izquierda hegeliana, Alberto Corazón Editor, Madrid, 1971, pp. 78-86. Trata el tema de la relación entre Trendelenburg-Marx Néstor Kohan en su libro Marx en su (tercer) mundo: hacia un socialismo no colonizado, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1998, pp. 92-93.

[23] Trendelenburg escribirá una historia filosófica de las categorías, Historische Beiträge zur Philosophie, Bethge, Berlin, 1846, en la cual aparece en un capítulo dedicado a Spinoza. Luego le dedicará todo un libro: Über Spinoza's Grundgedanken und dessen Erfolg, Bethge, Berlin, 1850.

[24] Trendelenburg, Friedrich Adolph; Logische Untersuchungen, Band I, Hirzel, Leipzig, 1840, Kap. III, “Die dialektische Methode”, pp. 38-39.

[25] Ibidem, p. 56-57

[26] Kant, Immanuel; Kritik der reinen Vernunft, A 386, A 392, A 395, A 402 u.a. Kant creará en la jerga filosófica profesional el verbo hypostasieren.

[27] En: Marx/Engels; Werke; Band I, Dietz Verlag, Berlin, pp. 209, 216 y 224. En español: Carlos Marx/Federico Engels, Obras fundamentales. Marx: Escritos de Juventud, FCE, México, 1982, pp. 325, 331 y 336-7. Traducción propia.

[28] Marx, Karl; Das Kapital, Ullstein Verlag, Berlin, 1983, “Nachwort zur zweiten Auflage, 1873”, p. 12. En español: El Capital, Tomo I, Volumen I, Siglo XXI Editores, México, 1983, “Epílogo a la segunda edición”, p. 20. Traducción propia.

[29] Sobre la influencia de Aristóteles sobre Marx, véase: McCarthy, George E. (Ed.); Marx and Aristotle: Nineteenth-Century German Social Theory and Classical Antiquity, Rowman & Littlefield, Savage, 1992, especialmente el artículo de Michael DeGolyer, “The Greek Accent of the Marxian Matrix”, p. 107 y ss.; también Natali, C.; “Aristotele in Marx (1837-1846)”, en: Rivista critica di storia della filosofia, XXXI, 1976, pp. 169-192. Sobre el papel de Aristóteles en las primeras críticas antihegelianas, véase: Berti, Enrico; “Aristote dans las prèmieres critiques adressées à Hegel par Feuerbach, Marx et Kierkegaard”, en: Thouard, Denis (éd.); Aristote au XIXe siècle, Presses Universitaires du Septentrion, Lille, 2005, pp. 23-35.

[30] Sucesivamente cartas de Bruno Bauer a Marx, 31 de junio de 1841 y de Friedrich Köppen del 3 de junio de 1841. Köppen también le pide que responda a la crítica de Hegel realizada por “ese loco del Doctor Schopenhauer”, en referencia al libro Die beiden Grundprobleme der Ethik: Ueber die Freiheit des menschlichen Willens, Ueber das Fundament der Moral de 1841. Schopenhauer trata a Hegel de charlatán grosero, criatura ministerial, pseudofilósofo despreciable, etc.

[31] A sugerencia de Bruno Bauer, incluso Marx había tenido la intención de refutar a Trendelenburg desde el Hegelianismo, habiendo estudiado en detalle el libro. El hecho que finalmente no la haya realizado, puede sugerir ya un germen de diferencias político-filosóficas con Bruno Bauer que más tarde significarán la ruptura entre el maestro y el discípulo. Sobre el proyecto anti-Trendelenburg de Marx véase el estudio preliminar de Rjazanov, David, B.; “Einleitung”, MEGA (1), I, 1, 2, p. XXI.

[32] Marx, Karl; Das Kapital, Ullstein Verlag, Berlin, 1983, “Nachwort zur zweiten Auflage, 1873”, p. 12. En español: El Capital, Tomo I, Volumen I, Siglo XXI Editores, México, 1983, “Epílogo a la segunda edición”, p. 20. Traducción propia.

[33] Marx poseía la primera edición de 1840 de Trendelenburg; véase: Kaiser, Bruno; Ex Libris. Karl Marx und Freidrich Engels. Schicksal und Verzeichnis einer Bibliothek, Dietz Verlag, Berlin, 1967, p. 227. Además Marx utilizó las traducciones de Trendelenburg de la obra de Aristóteles para sus Hefte de Berlin, como por ejemplo al edición de De anima: Aristotelis. De anima libri tres, Ad interpretum graecorum auctoritatem et codicum fidem recogn. commentar. illustr. Frider. Adolph Trendelenburg, Walzii, Jena, 1833.


Ilustración: Viñeta "Karl Marx" de Norman Levine, The New York Review of Books, 1974 (R)

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