lunes, noviembre 17, 2008

Pessoa: la figura reaccionaria del escritor patriótico


La nueva derecha revolucionaria: “El comunismo no tiene una doctrina. Se engañan los que suponen que la tiene. El catolicismo es un sistema dogmático perfectamente definido y comprensible, sea teológicamente, sea sociológicamente. El comunismo no es un sistema, es un dogmatismo sin sistema: el dogmatismo informe de la brutalidad y de la disolución. Si lo que hay de basura moral y mental en todos los cerebros pudiese ser barrido y reunido, y con eso se formara una figura gigantesca, tal sería la figura del comunismo, enemigo supremo de la libertad y de la humanidad, como lo es todo cuanto duerme en los bajos instintos que se esconden en cada uno de nosotros. El comunismo no es una doctrina porque es una antidoctrina, o una contradoctrina. Todo cuanto el hombre ha conquistado, hasta hoy, de espiritualidad moral y mental –esto es, de civilización y de cultura–, todo eso él lo invierte para formar la doctrina que no tiene.” Así se expresaba en uno de sus miles de papeles inéditos el famoso y gran poeta portugués Fernando Pessoa. Pessoa tienen un enorme Nachlass: escribe diversas papeletas y manuscritos que guarda en su famoso baúl. Se estima que entre éditos e inéditos Pessoa es autor de alrededor de 27.000 textos: durante veintitrés años de intensa actividad intelectual publicó 431 textos (299 en verso y 132 en prosa). La mayoría de los inéditos, su Nachlass, nos muestra a un Pessoa hiperpolítico, sociólogo, incluso historiador en ciernes. Es imposible, aunque forme parte de la perspectiva habitual hermenéutica sobre su obra, escindir artificialmente la doble alma pessoiana: la “poética” de aquella, llamémosla, “teórico-política”. El alvéolo natural de su obra es la Patria y el Imperio; la figura de la mediación ideológica no es otra que la del escritor patriótico reaccionario. Como en el caso de Pound, Pessoa había sintetizado mejor que cualquier contemporáneo, la energía y la ruptura formal y de contenido dentro de la vanguardia portuguesa del ‘900, ya sea recibiendo y re elaborando las corrientes artísticas literarias, filosóficas y políticas europeas (futurismo, cubismo, orfismo, surrealismo, existencialismo, Nietzschéisme) recreándolas ex novo, y, de alguna manera, “nacionalizandolas” (paulismo, sensacionalismo, interseccionismo). Si hay que ubicarlo en un clivaje político, Pessoa por sus textos e intervenciones pertenece a la corriente de la nueva derecha revolucionaria, a caballo entre los anti-iluministas (la generación de 1850 de Wagner a Taine pasando por Gobineau) y el propio fascismo. Corriente que realizará una amalgama entre la crítica a la Revolución Francesa, el determinismo natural de la tierra y la sangre, la negación del optimismo y el progreso, el descubrimiento del instinto y el inconsciente y la reducción de la historia a la lucha por la existencia y la supervivencia de los mejores. El año decisivo de la formación de su personalidad intelectual puede cifrarse en el año 1912. Es el año del debut literario en una curiosa revista llamada Águia, órgano de la llamada Renascença Portuguesa, una sociedad cultural-política de inspiración nacionalista, anticomunista y elitista, que se proponía el renacimiento intelectual del gran Portugal y el control de los desvíos jacobinos de la novel república nacida en 1910. Es el año del encuentro con Mario de Sá Carneiro, amigo y compañero de ideas. Es el año de la formación de un grupo de poetas, literatos, publicistas y doctrinarios (con Sá Carneiro, Montalvor, Cortes-Rodrigues, Santa-Rita Pintor, Leal, Negreiros), que crearan en 1915 la revista Orpheu, el primer y verdadero manifiesto del Modernismo portugués. Esta versión escindida de su vida, reducida a sus innovaciones estéticas-poéticas y a su andar cansino por la Baixa de Lisboa, ya la conocemos. El Pessoa político (y teórico) es el que todavía nos resulta un total desconocido. En Renascença Portuguesa Pessoa adhiere inmediatamente a la ideología del Saudosismo, un movimiento de inspiración simbolista con connotaciones místico-panteísticas y nacionalistas de nuevo cuño. Y dentro de la corriente ideológica, Pessoa era partidario del Sebastianismo, una ideología mesiánico-profética, de regeneración imperialista, de la cual ya hablaremos. 1914 es el año de la aparición de sus famosos heterónimos mayores bajo la inspiración de los personae de Nietzsche: Alberto Caeiro (hombre esquivo y solitario, amante de la naturaleza); Ricardo Reis (médico monárquico, neopagano, autoexiliado en Brasil después que se instauró la república) y Álvaro de Campos (ingeniero naval y viajero incansable, símbolo de la Bohème, futurista, iconoclasta, nietzscheano a rabiar). A ellos se sumaran otros semi-heterónomos o pseudónimos mayores (Bernardo Soares) o menores y de ocasión (António Mora, Raphael Baldaya, Vicente Guedes, Jean Seul, Abílio Quaresma, Barão de Teive, etc.). Como veremos difícilmente puede aceptarse la inocente tesis de Tabucchi que la heteronomía pessoana es simplemente el síntoma de una simple locura y un simpático recurso estético.

Un Nietzschéisme crítico: la influencia del pensamiento de Nietzsche en Pessoa y en general el conocimiento de su obra todavía está por develarse. La mayoría de las citas y menciones de Pessoa se refieren a la traducción en español de Also spracht Zarathustra, editado por la editorial La España Moderna de Madrid en 1900 con traducción Juan Fernández (seudónimo de Unamuno), libro que figura en su biblioteca privada, por lo que se puede inferir un conocimiento directo de esta obra. Además Pessoa conoció el resto del pensamiento de Nietzsche de fuentes de segunda mano, la más importante a través del famoso libro de Max Nordau Entartung, 2 vols (Berlin: Drucker, 1892-93), leído en su traducción francesa Degenerescence, 2 vols, (Paris: Alcan, 1894; traducción al español Degeneración, Libreria de Fernando Fe, 1902), que es citado en numerosas cartas. El libro de Nordau fue en su momento un éxito editorial atronador. La crítica profunda y medular de Nordau a determinados presupuestos y puntos ciegos nietzscheanos será el punto de partida de Pessoa para su Nietzschésime crítico. Además Nordau, (un judío austro-húngaro que terminará en el sionismo) criticaba con dureza y claridad el pangermanismo nietzscheano y el racismo implícito en el mismo Wagner. Dato curioso: durante la Gran Guerra, Nordau fue expulsado de Francia y se trasladó a Madrid. En esos años publicó un curioso libro de viaje, Impresiones españolas, donde nos dejaba su visión del país. Nordau tuvo especial predilección por reflejar sus estancias en Andalucía y también su visión de fenómenos como el folclore, las fiestas, los toros, la vivencia religiosa, la etnia gitana, la música popular, etc. De Madrid recoge su ambiente cultural y político y también se refleja la vida de provincias en Castilla. Y por supuesto el infaltable retrato psicológico-fisiológico del fenotipo español. Continuemos con Pessoa. Otra fuente secundaria importante de su Nietzschéisme critico será el manual de historia de la filosofía de Jules de Gaultier, De Kant a Nietzsche, 4th edn (Paris: Mercure de France, 1910). Gaultier, filonietzschénne, revela una imagen aristocrática, elitista y positiva de Nietzsche, en contraste con el criticismo de Nordau. Gaultier inicia su capitulo final sobre Nietzsche, supuesto superador y síntesis de la filosofía moderna, de la siguiente manera: “'Tout systeme philosophique est l'objectivation dans la mentalite d'un temperament prenant conscience de ses manieres d'etre, de ses desirs et de ses aversions, erigeant en bien ce qui le favorise, en mal ce qui lui est contraire.--Cette idee domine et eclaire toute la philosophie de Nietzsche”. La filosofía, mal que le pese a los propios filósofos, no es más que la objetivación de un temperamento. Pessoa, vía Gaultier, aunque acepta la definición de Nietzsche, polemiza sobre las determinantes históricas que Nietzsche sofoca: “O proprio Nietzsche asseverou que uma filosofia nao e senao a expressao de um temperamento. Nao e assim, suficientemente. As teorias de um filosofo sao a resultante do seu temperamento e da sua epoca. Sao o efeito intelectual da sua epoca sobre o seu temperamento”. Este ejemplo muestra la complejidad de la re elaboración de la recepción de Nietzsche por Pessoa y los problemas teórico-políticos que su filosofía política generaba en la conformación de la nueva derecha revolucionaria europea. Otras fuentes de segunda mano importantes para el conocimiento de Nietzsche serán Alfred William Benn (su obra Revaluations: historical and ideal, 1909), John Cowper Powys (Visions and revisions, a book of literary devotions, 1915), Henri Lichtenberger (tanto su Friedrich Nietzsche : aphorismes et fragments choisis, 1905, como su introducción La philosophie de Nietzsche, 1912) y Alfred Fouillée, libros que se encuentran en su biblioteca personal. Otro punto de contacto con Nietzsche es muy curioso. En 1905 Pessoa recién llegado a Lisboa se matriculó en el Curso Superior de Letras donde cursó materias de filosofía. En los manuscritos de esa época, referidos a la psicología del alma humana, muchos escritos en inglés (la segunda lengua de Pessoa), se cita con insistencia un autor, Friedrich A. Lange, que fue una de las mayores influencias en el mismo Nietzsche. Lange es conocido principalmente por haber compuesto el primer ensayo de la supuesta evolución histórica de los sistemas filosóficos llamados materialistas, su famosa Geschichte des Materialismus (1866, 1873, 1875, 1882, 1887), en español traducida como Historia del Materialismo (editada en dos volúmenes en la edición de 1875). Se transformó en el libro más leído (y re leído) y anotado entre 1866 y 1875 por Nietzsche; su influencia en esos años es de inmensa importancia, a la misma altura de la de Schopenhauer. Lange le inspirará a Nietzsche (y a Pessoa) la crítica a Platón, en conocer a Darwin y sus epígonos, en la variante epistemológica psicológica, en la crítica tanto a la “cosa-en-sí” de Kant como al cristianismo, incluso en sus ober dicta filosóficos. El propio Nietzsche lo reconoce sin tapujos al decir “la obra filosófica más importante del último decenio es, sin duda, la de Lange… sobre la que podría escribir un discurso laudatorio de un montón de páginas. Kant, Schopenhauer y este libro de Lange. No necesito más” (Carta a Mushacke, 1866). Tan impresionado que considerará escribir su disertación en temas filosóficos neokantianos inspirados por el enfoque de Lange (“sobre todo las del tipo fisiológico de Kant”). Pessoa parece que también fue influido profundamente por el escritor neokantiano y, paradójicamente, socialdemócrata. Al discutir sobre el alma anota: “It is the basis of the human, too human, dogmas of the immortality of the soul, of its freedom, of its perfect simplicity. The stupendous realisation of an abstraction which consits [sic] in elevating a mere centralisation of emotions, which has a reality by them and in them, and only in so far as they are there all centralized, in elevating this into a reality, into a personality”. En consecuencia, Pessoa aboga por una "psychology without soul" (“psicología sin alma), y concluye: “Lange enjoined us to do”. O sea que de alguna manera Pessoa siguió en puntos fundamentales el propio derrotero intelectual del mismo Nietzsche e incluso comparte un campo común en su Kulturkritik al mundo burgués republicano. No hay un “sujeto” en el sentido cartesiano vulgar, no existe el “centro” de un individuo tallado por la ideología liberal, sólo átomos: “Com efeito, contra a pseudopsicologia tradicional, crista como nao-crista, para quem a alma humana era simplice, a razao a faculdade, nao so distintiva, como tambem impulsiva, do Homem, e a consciencia o fenomeno definidor dos factos psiquicos, a ciencia psicologica constata que a alma humana, soma de instintos e impulsos herdados e de habitos adquiridos e insensiveis, e um composto heterogeneo; [...] o Homem e uma soma heterogenea de solicitacoes inconscientes, a que uma consciencia e uma razao, aquisicoes recentes da animalidade, presidem como um rei constitucional, que reina mas nao governa.” Pessoa (como Nietzsche) cree que los últimos descubrimientos científicos han demolido para siempre la ideología antinatura del principium individuationis burgués y la posibilidad de una superación en clave reaccionaria. Al mismo tiempo Pessoa debe realizar una recepción crítica de Nietzsche, única forma de poder reciclar sus textos. ¿Cómo conciliar el teutonismo implícito en los escritos nietzscheanos, su racismo latente, su desprecio por el mundo alejandrino-romano y la cultura latina in toto en pos de una síntesis en la ideología de la nueva derecha portuguesa? ¿Cómo eliminar de Nietzsche su clave germanófila sin eliminar su núcleo duro? Pessoa no tiene ningún problema en realizar una crítica profunda avant-la-lettre, desde el mismo courant de la nueva derecha revolucionaria, a los límites, estrecheces e incoherencias de la filosofía política de Nietzsche. Escribe: “O odio de Nietzsche ao cristismo agucou-lhe a intuicao nestes pontos. Mas errou, porque nao era em nome do paganismo greco-romano que ele erguia o seu grito, embora o cresse; era em nome do paganismo nordico dos seus maiores. E aquele Dionisos, que contrapoe a Apolo, nada tem com a Grecia. E um Baco alemao. Nem aquelas teorias desumanas, excessivas tal qual como as cristas, embora em outro sentido, nada devem ao paganismo claro e humano dos homens que criaram tudo o que verdadeiramente subsiste, resiste e ainda cria adentro do nosso sistema de civilizacao.” O a propósito de la identificación de Nietzsche de Alemania con Esparta y los dorios escribe con el seudónimo Alvaro de Campos: “Tu, cultura alema, Sparta podre com azeite de cristismo e vinagre de nietzschizacao, colmeia de lata, transbordamento imperialoide de servilismo engatado!” (“¡Tú, cultura alemana, Esparta podrida con aceite de cristismo y vinagre de nietzschenización, colmena de lata, desbordamiento imperialoide amarrado de servilismo!”). En este curioso Nietzschésime crítico, basado en la idea de personae y máscaras, estará la base de su heteronimia como un proyecto estético-político de largo aliento y de implicación directa con los problemas de su tiempo. Como en otros casos, es imposible concebir la crisis de la Modernidad ideológica burguesa, la flambée de antiracionalismo de inicio del siglo XX (y sus corolarios políticos más radicales) sin el enorme aporte de Nietzsche a las élites culturales reaccionarias de la época. Pessoa busca además en Nietzsche (y en su ambiguo filogermanismo) los argumentos para fundamentar una tradición imperial portuguesa. Hombre de amplias miras, lector incesante e interesado de joven en los diversos campos de la filosofía, política y sociología, Pessoa buscará la confirmación de sus propios puntos de vista no sólo en Nietzsche: allí están sus lecturas de Thomas Carlyle, del vitalista e irracionalista filósofo Henri Bergson, de la nueva derecha revolucionaria francesa, Maurice Barrés, la influencia de la Action Française, y en especial de la lectura minuciosa de su líder y téorico Charles Maurras (también poeta-político): “Tal decadencia en el valor social de la inteligencia (producida por la democracia) estudia el sr. Charles Maurras en su rápido pero interesante esbozo L’Avenir de l’Intelligence.” Su producto más logrado y el menos conocido será un poema épico dedicado a la figura del líder carismático autoritario Á memoria do Presidente-Rei Sidonio Pais, que muchos consideran la más bella elegía escrita en portugués.

Una figura de la mediación reaccionaria: el escritor patriótico: “La idea patriótica estuvo siempre más o menos presente en mis propósitos… y no pienso en hacer arte si no lo hago meditando de hacerlo para tener el nombre de Portugal en todas mis realizaciones. Es una consecuencia del hecho de afrontar con seriedad el arte y la vida” decía Pessoa en 1915. Y esta máxima la aplicó sin dudas a su propia visión del mundo. Pessoa es irreductible al juego heterónimo, al baile de disfraces. Pessoa es mucho más, su escisión abraza aspectos épicos políticos, profetismos imperiales, fantasías reaccionarias, espíritus mitogénicos… El trait d’union entre el poeta y el pensador político es lo que nos permite descifrar el pathos de Pessoa. Son estos aspectos, eliminados en la hermenéutica habitual, los que hacen a la poesía pessoana única e insuperable. Volvamos al anno horribilis 1914, el inicio de la Gran Guerra, futura Iº Guerra Mundial y fin del antiguo régimen. 1914 es también el año de la aparición de las múltiples personalidades literarias de Pessoa. Europa está en guerra. Alemania le declara la guerra a Portugal debido a la confiscación de cincuenta buques que el gobierno expropia bajo presión de ingleses y franceses. Los portugueses a través de un movimiento revolucionario armado habían derribado la corrupta monarquía y fundado un sistema republicano de gobierno en octubre 1910, la llamada Primeira República Portuguesa (o República parlamentar). En este contexto la ilusión de Fernando Antonio Nogueira Pessoa con la limitada república parlamentaria portuguesa fue un rayo en un cielo despejado. El constitucionalismo abstracto, el estado de partidos incipiente, la lucha fraccional, la política liberal había intensificado, a sus ojos, la larga decadencia imperial y la “desnacionalización” del país (“no lusitanidad íntima” como le llama). Esto explica su enorme entusiasmo con que saludó el golpe del ejército y la instauración de la dictadura cívico-militar del oficial de artillería y ex embajador en Berlín Sidónio Bernardino Cardoso da Silva Pais, apodado Sidónio Pais, o Presidente-Rei (“Presidente-Rey”) en diciembre de 1917. La excusa del putsch fue la decisión de que Portugal entrara en la guerra del lado de la Entente. El movimiento golpista explota un genuino sentimiento antibélico, pacifista y popular. Se suceden manifestaciones callejeras, intranquilidad y rumores que ponen en jaque al sistema político republicano Sidonio se aprovecha de la crisis causada por la guerra y las crecientes restricciones económicas y alimentarias. Toma el poder con un disfraz a lo 18 Brumario el 21 de diciembre de 1917; golpe que será refrendado por elecciones groseramente manipuladas en julio de 1918. Pessoa saluda al dictador, que ha llegado al poder “por voluntad del Destino, por derecho de la Fuerza”. Entre ellos textos que formarían parte de un libro titulado O significado do Sidonismo. Son apenas fragmentos entre la corta dictadura y el tiranicidio, pero suficientes para darse una idea de lo que para Pessoa significa la democracia: en Sidonio ve un retorno a la tradición nacionalista portuguesa, contra la “forma” republicana, que al abatir a la monarquía no fue por ayudar a la burguesía portuguesa sino a favor de la burguesía plutocrática europea. Portugal ha sido dividido, según su propio análisis, en dos partidos por la misteriosa “Internacional Masónica”. El dictador Sidonio morirá en un atentado realizado por los masones de izquierda, la Maçonaria, a la cual perteneció, en 1918. Dos tiros de pistola, uno en el brazo y otro en el vientre, acaban con el corto proyecto cesarista. Su asesino morirá olvidado en 1946 en un manicomio de Lisboa. Pessoa es fundamentalmente un escritor-patriota, lo que quiere decir que más allá de las fascinantes escisiones psicológicas, de sus máscaras alquímicas, el motor inmóvil que lo guía es el amor filial por una patria negada y ofendida, por una nación epocal, el Portugal imperial, obliterada, en decadencia y a la deriva. El resurgimiento del Portugal imperio sólo podrá lograrse por medio de una catarsis total (política, espiritual, moral y cultural). No sin razón un estudioso pessoano como António Quadros concluye que “la Patria, la Patria de sus raíces, la Patria de sus sueños, la Patria de su imaginario mítico y escatológico…fue su mayor y única certeza.” Pessoa lo define en sus papeles: “Considerar la Patria Portuguesa como la cosa para nosotros más existente, y el Estado Portugués como no existente.” No sólo eso: la propia estructura perenne y eterna del hombre es la que determina que “el instinto social fundamental: es el instinto llamado patriotismo.” Sin estos presupuestos, políticamente incorrectos e ignorados por el optimismo burgués, es imposible la regeneración nacional. El uso retórico de la acción mitopoética, la epopeya de un pasado glorioso, el profetismo mítico de los mejores, la filosofía de la historia como sucesión de héroes y genios, el elemento irracional esotérico-ocultista proveerán instrumentos únicos para que Pessoa pueda, de forma realista y efectiva, intentar reaccionar para ralentizar el ciclo de decadencia acelerado tanto por al vieja monarquía como por la forma republicana de dominio burgués. En toda su producción mítico-esotérica resulta palpable la presencia de un corpus ideológico reaccionario, propio, autónomo, nacionalista y patriótico, una búsqueda de la tercera vía entre el comunismo y la república: el Sidonismo pessoano.

Sidonismo: ¿fascismo avant-la-lettre?: Pessoa es un apasionado en la política y la sociología, una tendencia que mantuvo hasta su muerte. Muchos concluyen que posee un carácter impolítico de fondo que nos recuerda al de Mann. El Dichter sería el poeta que media entre la realidad y la dimensión fantástica, fáustica y mito-simbólica de la existencia, enfrentado al mero Literat, el mandarín intelectual asalariado, orgánico en el peor sentido del término (cuyo paradigma es el periodista o pero el publicista profesional del partido político) que siempre despreció: “¡Orden de expulsión a los mandarines de Europa! ¡Fuera!” (Ultimatum, 1917). Pero la impoliticidad de Pessoa es engañosa: su desprecio es por lo político en tanto esfera profesional autónoma necesaria para la forma de dominio burguesa. Lo político para él es sinónimo de liberalismo y estado de partidos, de Revolución Francesa, en última instancia de comunismo. Pessoa se interesó a tiempo completo (y públicamente como en este caso) por los problemas socio-políticos del Portugal de su época. Su diagnóstico era que se había “desnacionalizado” (tesis de Maurras: el liberalismo es incompatible con el nacionalismo) y estaba ausente de su propia identidad milenaria. La crisis portuguesa era epocal y consistía básicamente en que los mejores, por efecto de la democracia liberal, no gobernaban: “a crisis central de la nacionalidad portuguesa deriva de su impotencia para formar elites.” La élite dominante era por supuesto un designio de la sangre y el destino “la aristocracia de sangre, pues establece la escisión en el país. País democratizado, país en que baja inmediatamente el nivel de su élite”. La forma estado debía diseñarse de manera negativa, incluso Pessoa pensaba que obligatoriamente el nuevo estado debería tener condiciones básicas biológicas para no pertubar el determinismo darwinista de la especie: “las condiciones biológicas para la renovación de la élite será la no intervención del estado en materia biológica o demótica”. Pessoa era, en términos modernos, un aristócrata y realista político, antidemocrático rabioso, antiliberal y anticomunista: “Es fácil demostrar que los ‘principios’ democráticos están esencialmente dirigidos contra la opinión pública, contra el pueblo, y contra la propia esencia de toda vida social, que la Democracia es el resumen de todo cuanto sea antipopular, antisocial y antipatriótico.” La joven república le parecía, en un nivel más bajo y rastrero, una monarquía corrupta pero sin rey, que “había intensificado la decadencia y la desnacionalización del país”. Y así lo declamaba: “¡Y tú, Portugal-centavos, restos de Monarquía pudriéndose en República, extrema-unción-burla de la Desgracia, colaboración artificial en la guerra con vergüenzas naturales en África!”. La utopía reaccionaria de Pessoa, su sistema ideal de gobierno, el único verdadero régimen natural, era la “monarquía pura” y el más apropiado “para una Nación orgánicamente imperial como Portugal”. Coherente con su pertenencia a la nueva derecha revolucionaria europea, Pessoa tenía en claro que su forma de dominio de los mejores debía ser una retorno moderno lo que llamaba una “monarquía científica”, que no era otra cosa que una forma de absolutismo no dinástico, “absolutamente espontánea” y regida por la figura de un “Rey-promedio”. Pessoa consideró que el dictador Sidónio Pais sería su corporización, su moderna y reaccionaria transmigración. El mito político refundacional será el Sebastianismo, como tipo ideal monárquico-imperial, en neto contraste con otro tipo de ideas imperialistas presentes en la península ibérica: ni el Portugal extranjerizado (1580-1640), ni por supuesto el Portugal burgués iluminista, positivista y racionalista. El mito de Don Sebastián, muy similar al del rey Arturo, fue un movimiento místico-secular que recorrió Portugal en la segunda mitad del siglo XVI como consecuencia de la muerte del rey portugués Don Sebastián en la Batalla de Alcazarquivir, en 1578, en una aventura imperial, y cuyo cadáver jamás apareció. Es una ideología profético-mesiánica adaptada a las condiciones lusas y más tarde nordestinas (en Brasil). Se traduce en una inconformidad con la situación política vigente, un reaccionario retorno milagroso del Gran Hombre, el Salvador, el Deseado y una expectativa de reacción político-social. Pessoa lo instrumentaliza como una potente e ineludible arma contra el mundo burgués, y no sólo para el caso portugués: “¡Europa quiere la Gran Idea que esté por dentro de estos Hombres Fuertes – la idea que sea el Nombre de su riqueza anónima!” ¿Qué significaba la ideología reaccionaria del Sebastianismo para Pessoa? Él mismo lo explica: “¿Qué es, fundamentalmente, el Sebastianismo? Es un movimiento religioso, formado alrededor de una figura nacional, en el sentido de un mito. En sentido simbólico Don Sebastián es Portugal: Portugal que perdió su grandeza con Don Sebastián, y que sólo volverá a tenerla con su regreso, regreso simbólico –como, por un misterio espantoso y divino, su propia vida fuera simbólica- pero en el que no es absurdo confiar… Don Sebastián volverá, dice la leyenda, en una mañana de niebla, en su caballo blanco, venido de la isla lejana donde estuvo esperando la hora de la vuelta. La mañana de niebla indica, evidentemente, un renacimiento nublado por elementos de decadencia, por restos de la Noche donde vivió la nacionalidad… Con Don Sebastián murió la grandeza de la Patria. Si la Patria vuelve a ser grande, volverá, ipso facto, Don Sebastián, no sólo simbólicamente hablando, sino realmente.” Como varios teóricos de la nueva derecha revolucionaria europea Pessoa se remita paradigmáticamente al simbolismo de la Historia, porque para él “el símbolo ha nacido antes que los ingenieros” y que todo lo existente gira en torno a la “forma” y al “alma”. De aquí que se puede creer, como “verdad política”, un retorno de Don Sebastián por medio de un fenómeno de metempsicosis ideológica: “La metempsicosis. El alma es inmortal y, si desaparece, vuelve a aparecer sonde es evocada a través de su forma. Así, muerto Don Sebastián, el cuerpo, si conseguimos evocar cualquier cosa en nosotros que se asemeje a la forma del esfuerzo de Don Sebastián, ipso facto la habremos evocado y su alma penetrará en la forma que evocamos. Por eso cuando hubiereis creado una cosa cuya forma sea idéntica a la del pensamiento de Don Sebastián, Don Sebastián, habrá regresado, pero no como un modo de decir, sino en su realidad y presencia concreta, ya que no físicamente personal. Un acontecimiento es un hombre, o un espíritu bajo forma impersonal.” Esta transmigración debe ser indicada, mediada y visible por la figura de la mediación más óptima: el escritor patriótico. Ya en 1926 Pessoa explicará esta utilidad del mito y del Sebastianismo para lograr un Portugal portugués: “Vi en ello (el uso del mito del Sebastianismo) una especie de propaganda con la cual se podría resolver la moral de una Nación: la construcción o la renovación y la consecuente y multiforme difusión de un gran mito nacional…tenemos, afortunadamente, el mito sebastianista, con raíces profundas en el pasado y en el alma portuguesa. Nuestra tarea es entonces más fácil: no debemos crear un mito, sino sólo renovarlo… entonces se formará en el alma de la Nación el fenómeno imprevisible de donde nacerán nuevos descubrimientos, la creación de un mundo nuevo, el Quinto Imperio. Habrá retornado el Rey Don Sebastián”. La idea de Imperio en Pessoa no se reduce a un dominio bruto territorial (el viejo imperialismo), sino a un componente hegemónico de caracter psíquico: “Por imperialismo nao se entende o agrupamento artificial de varias naçoes em uma so, mas a tendencia de toda a naçao para converter em sua substancia psiquica as outras nacoes.” El imperialismo de nuevo cuño para el siglo XX debe tener una forma de dominio que permita convertir en su propia substancia psíquica colectiva a las naciones dominadas. Pessoa dejó sin concluir un proyectado libro cuyo título tentativo era El Sebastianismo, inspirado en la muerte del dictador. Es indudable que Pessoa pensaba seriamente que en Sidónio Pais podía individuarse una figura de Líder carismático y en la cual en un corto período de tiempo pudo reencarnarse el rey de un nuevo modernismo reaccionario.

El texto: esta oda fue publicada con el título Á memoria do Presidente Sidónio Pais el 27 de febrero de 1920 en el número 4 del diario Acção de Lisboa. La palabra “Rey”, unida con un guión a la de “Presidente”, viene sugerida por el mismo Pessoa adjunta al poema. Acção no era un diario más: fundado por Geraldo Coehlo de Jesús era el Zentralorgan del Núcleo de Acção Nacional, un grupo de la nueva extrema derecha reaccionaria, que auspiciaba posiciones “sidonistas” (soluciones cesaristas autoritarias manu militari) y a un renacimiento y renovación político y económico de Portugal en busca de un nuevo estadio imperial. El texto portugués que hemos utilizado es el original, no actualizado ni retocado, incluido en: Fernando Pessoa, “Mensaggem, Poemas esotéricos”, Edição crítica, Fund. A. Almeida, Madrid, 1993.


A la Memoria del Presidente-Rey Sidónio Pais


Lejos de la fama y de las espadas,

Aislado de las turbas él duerme.

¿Hay claustros o arcadas en su entorno?

Sólo la noche enorme.


Porque para él, ya convertido

Del lado donde sólo Dios reside,

Son más que Sombra y que Pasado

La tierra y los cielos.


Allí el gesto, la astucia, la lucha,

Son ya para él, sin que pueda verlas,

Vacío de acción, sombra perdida,

Soplo privado de vida.


Solo con su alma y con la oscuridad

El ánimo gentil que nos amó

¿Se conserva ese amor y ardor?

¿Todo se acabó?


En el misterio donde la Muerte se oculta

Aquello que el alma llama vida,

Qué queda de él en nosotros – sólo el nombre

¿Y la fe perdida?


Si Dios se lo tenía que llevar,

¿Para qué nos lo trajo

Caballero leal, en la mirada

Altivo y dulce?


Soldado-Rey que oculta su suerte

Como los brazos que levantaron la Patria

Y pasó como el viento norte

Bajo el yermo cielo.


Pero el alma convertida no acepta

Esa muerte absoluta, la nada

De quien fue Patria, y fe elegida,

Y ungida espada.


Si el amor cree que la Muerte miente

Cuando a quien queremos quiere llevar de nuevo,

¡Cuanto más creería el Rey aún existente

El amor de un pueblo!


Quien era él lo sabe la Suerte

Lo sabe el Misterio y su ley.

La Vida lo hizo héroe, y la Muerte

¡Lo consagró Rey!


No es con fe que nosotros no creemos

Que él muera por entero.

¡Ah, sobrevive! Todavía lo tenemos

En nuestra frente.


Oculto para nuestra mirada,

Visible para nuestra alma,

Todavía sonríe con aquel antiguo aire

De fuerza calma.


Todavía desde lejos nos anima

Todavía en el alma nos conduce

¡Espada de fe erguida encima

De nuestra cruz!


Nada sabemos de lo que oculta

El velo ya sea de noche o de día

Ya sea ante la Muerte la Fe se regocija:

Grita y confía.


Aquel está en nosotros, no importa lo que sea

Cual deseo tosco como Dios quería,

Y nos agrada creer que él vela

Benévola sombra.


No sale del alma nuestra fe

De que, más allá del mundo y del destino,

Él todavía piensa en nosotros y es

El bien-amado.


Tengamos fe, porque él fue.

Dios no desea mal a quien ha dado.

No pasa como el viento el héroe

Bajo el cielo yermo.


Y mañana, cuando la Suerte lo quiera,

Cuando cese la expiación,

Resurrecto de la falsa muerte,

Él ya no.


Pero nuestra ansia que encarnara,

El alma nuestra de la que fue brazo,

Retornará, nueva forma clara,

En el tiempo y en el espacio.


Retornará hecho cualquier otro,

Cualquier cosa de nosotros con él;

Porque el nombre del héroe muerto

Todavía sigue incitando;


Todavía comanda, y la armada que va

Para los campos de la Redención

A veces lidera al frente, erguida

Espada, la Ilusión.


Es un rayo solitario de ardiente amor,

Que emana sólo de su propio nombre,

De sangre a un brazo vengador,

Si ha perdido el vigor.


Con más armas que con Verdad

Combate el alma por quién ama.

Es leña sólo la Realidad:

La fe es la llama.


Pero ¡ay! Que la fe ya no tiene forma

En la materia y en la apariencia de la Vida,

Y, pensada, en dolor se transforma

¡La fe perdida!


¿Para qué dio Dios la confianza

A quien no habría hecho el bien?

Mayorazgo de nuestra esperanza

¡Lo tiene la Muerte!


Pero es suficiente el nombre y suficiente la gloria

Para que él esté con nosotros, y ser

Carnal presencia de memoria

Al amanecer;


Espectro real hecho de nosotros,

De nuestra nostalgia y ansia,

Que nos habla con oculta voz

En el alma, a la distancia;


Y nuestro propio dolor se transforma

En una vaga ansia, un esperar vago,

Como la yerma brisa que trastorna

Un yermo lago.


No miente el alma al corazón.

Si Dios nos lo dio, Dios nos amó.

Porque él puede ser, Dios no.

El despreciado.


Nacido Rey, su realeza,

Por no poderla heredar de sus

Abuelos, con mística entereza

La heredó de Dios;


Y, por directa consonancia

Con la divina intervención,

Un tiempo que irguió en lo alto el ansia

De salvación.


Se oscureció la Suerte que nos trajo

Otra vez con un oscuro velo.

Dios ¿para qué nos lo dio, si era

Para que retornara de nuevo?


¡Ah! ¡Tengamos más fe que esperanza!

Por más vivos que nosotros estemos, queda

El Abismo donde no nada cambia

La tierra afligida.


Y así es; si, desde el Asombro

Adonde la Muerte las vidas se lleva,

Miren esta patria, escombro a escombro,

Caer en la tiniebla;


Si algún poder de los que tuviera

Su alma, que no vemos, tiene,

Lejano o próximo -¿Porqué espera?

¿Porqué no viene?


En nueva forma o nuevo aliento,

Que toma el pulso o el alma tome,

Regresa como un pensamiento,

¡Alma de un nombre!


Regrese sin que la gente lo vea,

Regrese sólo para que la gente lo sienta-

Impulso, luz, visión que conduzca

Y ¡el alma presienta!


Y cualquier espada adormecida,

Siervo del oculto impulso, se destina

Y un nuevo héroe se sienta erguido

¡Porque lo recuerda!


Gobierna al siervo y al juglar.

Los que iban a ser muertos.

No tuvo la mañana una aurora

Estrella del cielo.


Vivimos sólo de recordar.

En nuestra alma entristecida

Hay un sonido de rezo para invocar

La muerte vida;


Y un místico vislumbrar que llama

El que, en el plano traspasado,

Vive todavía en nosotros, lejana llama –

EL DESEADO.


Sí, sólo existe la esperanza, como aquella

-¿Y quién sabe si es la misma? – cuando

Se fue de Aviz la última estrella

Sobre el campo abominable.


¡Nuevo Alcazarquivir en la noche!

¡Nuevo castigo y el mal del Destino!

¿Por cuál pecado nuevo el flagelo

Nos es de esta forma dado?


Sólo resta la fe, que su memoria

Que en nuestros corazones grabó,

Que Dios no paga ilusoriamente

A quién amó.


Excelsa flor del pantano de la grey,

Alba de la Redención,

En él un tiempo se encarnó el rey

Don Sebastián.


El soplo de ansia que nos lleva

A querer ser lo que ya fuimos,

Y en nosotros viene como en tinieblas

En vanas apariciones.


Batir la puerta a nuestro gesto,

Hacer apelación a nuestro brazo,

Recordar en la sangre nuestra el insulto

Y el vil cansancio,


En él un momento se clarificó,

La noche antigua continuó.

Pero ¿qué secreto es el que quedó

En el oscuro frío?


¿Qué memoria, qué luz pasada

Proyecta, sombra, en el futuro,

Da en el alma? ¿Qué lejana espada

Brilla en lo oscuro?


¿Qué nueva noche vendrá a irradiar

En la noche en que yacemos viles?

¡Oh! Sombra amada, haz que retorne

El ansia feliz.


Quien quiera que seas, allá en el abismo

Donde la muerte la vida conduce,

Si para nosotros un misticismo

La vaga luz.


Con que la noche yerma todavía vacía

En el frío albor de la madrugada

Siente, de la esperanza que hay en el día,

Que no es vana.


Y la mañana, cuando sea la Hora,

Estando Dios pago, Dios dirá

Nueva palabra redentora

Al mal que hay,


Y un nuevo verbo occidental

Encarnado en heroísmo y gloria,

Porta como su escudo real

¡Tu memoria!


Precursor de lo que no sabemos,

Pasado de un futuro por abrir

En el asombro de portales extremos

Por descubrir,


¡Si calle, espada, fe, farol

Erguido en pendón de gloria en gloria!

¡Haces posible Portugal

Por haber sido!


No se había extinguido la antigua llama

Si tú y el amor pudieran ser.

Entre clarines la gloria te aclama,

¡Muerto al vencer!


Y, porque fuiste, confiando

En QUIEN SERÁ porque tú fuiste,

Alcemos el alma, y con el abominable

Sonreír enfrentados.


Hasta que Dios el lazo suelte

Que ata la tierra al azar que somos,

Y la curva nuevamente retorne

A lo que ya fuimos,


Y en el aire de bruma que estremece

(¡Clarín lejano matinal!)

¡EL DESEADO por fin regrese

A Portugal!


(Traducción: Nicolás González Varela)


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