domingo, enero 20, 2008

Ven y mira: Masacre en Distomo

Junio de 1944 en Hellas: el escritor Lawrence Durrell se preguntaba “¿qué diferencia a Grecia de España o de Italia?... ¡la luz!... es el ojo desnudo de Dios, por así decirlo, que lo ciega a uno”. Las casas, las nubes, las flores, las plantas le observan a uno como un ojo fotoeléctrico, sustancial e inmaterial al mismo tiempo. El atormentado Hugo von Hofmannsthal a propósito de Grecia decía que “la primera impresión del país, por dondequiera que se entre, es de austeridad, el rechazo de todo sueño, incluso de los históricos. Es seco, árido, dramático y extraño como un rostro terriblemente demacrado”. Luz demacrada era el tono de aquel verano de la guerra. Era junio y en algunos sitios de Grecia se lo llama el mes de “el segador”, ya que la siega suele comenzar desde hace milenios en este mes. En 1944 nada había cambiado: el 24 es la natividad de San Juan Bautista, que se celebra (como cuando eramos niños) con una gran fiesta repleta de fogatas anhelantes. La adelfa está en plena floración, comienza en mayo y dura en su éxtasis hasta agosto. La arañulea deja ver sus delicadas hojas color azul pálido; el tomillo en pleno apogeo, como el poleo y la salvia. Si nos internamos un poco lejos de la costa del mar Egeo, donde la alcaparra luce sus grandes flores blancas en los acantilados, veremos como lentamente entramos en el dominio del cardo helénico, que pasa del verde a un azul eléctrico, lo que le da a los campos un tono azulado de carrocería de Buick. Junto al cardo el sauzgalito, que en realidad es un arbusto grande (muchos lo confunden con un árbol, como el ombú en la Pampa sudamericana). Los griegos antiguos (y los cruzados) creían que el aroma de sus hojas y de sus flores era un afrodisíaco insuperable. Y en el fondo del estallido de luz y color, a medio camino entre Atenas y Delphi, se encuentra la pequeña aldea de Distomo, no más de 3000 habitantes entonces. Paso obligado para visitar una joya del arte bizantino, le separan 8 km. del monasterio de Moni Osiou Louka, que incluye frescos y dos iglesias pequeñas (una del siglo X) con iconos del artista cretense Damaskinos. Distomo, cuyo nombre se emparentó para siempre con la palabra masacre. Desde 1936 Grecia estaba manejada por un dictador-rey de nombre exótico, Metaxas, que perseguía con igual o superior fervor que el regimen nazi toda disidencia, en especial si era de izquierdas. Metaxas era un fascista germanófilo que tenía excelentes relaciones comerciales y bilaterales con el IIIº Reich y sólo la mala pata de Mussolini invadiendo Grecia y Albania obligó a Hitler a atacar una nación racial y políticamente friendly.

Hellas bajo la cruz gamada: durante los años de la ocupación, abril de 1941 a octubre de 1944, Grecia fue el campo de un cuádruple y confuso conflicto. El país contó con tres gobiernos colaboracionistas, continuidad lógica e ideológica de la antigua dictadura de Metaxas. Su territorio fue dividido entre tres potencias del Eje: Alemania, Bulgaria e Italia. Una de las fuerzas contendientes eran las fuerzas italianas de ocupación (hasta septiembre de 1943, en que su lugar lo ocuparon los alemanes). La segunda fuerza contendiente eran los alemanes y los aliados griegos (incluidas milicias nacionalistas). La tercera fuerza contendiente era el gobierno británico y sus aliados nacionales (incluida la monarquía y el gobierno en el exilio), con su propia guerrilla. La cuarta y última fuerza era el Partido Comunista griego y la URSS de Stalin, con sus propios grupos armados. Hitler nunca pensó en invadir Grecia. La cultura alemana siempre estuvo fascinada por el ideal griego, un filohelenismo curioso basado en poetas y eruditos que jamás habían visitado la Grecia real. Era un dogma de la ideología NS que únicamente los alemanes habían podido captar adecuadamente el espíritu de los antiguos helenos. Excelencia, honor y lealtad, tanto para el SS-Staat como para Atenas y Esparta. La ocupación física fue ideológicamente un largo y natural proceso de Aneignung cada vez más radical. Mientras los italianos se quedaron con la mayoría del territorio, los alemanes eligieron ocupar la terra mitica: Atenas y el Ática. ¿Cuántos alemanes del IIIº Reich, incluído Heidegger, leyeron a Hölderlin en la tierra prometida por medio de la obra de Friedrich Beissner, “Feldauswahl” de 1940? Los alemanes sostenían que los verdaderos griegos habían emigrado hacia el norte y que los habitantes de la Hélade actuales eran Mischlinge, bastardos, mezclados con razas eslavas. El interés de Hitler por Grecia era puramente estratégico: prohibió que se bombardearan ciudades (ni hablar de Atenas) y lamentó tener que luchar con medios hermanos raciales. Si no hubieran intervenido los ingleses, le confesó a Goebbels, nunca habría tenido que auxiliar a Mussolini. Hitler ya desde “Mein Kampf” admiraba el mundo clásico, mientras que odiaba al cristianismo “porque había paralizado todo lo que tiene de noble la humanidad”; aplaudía la majestuosidad de la arquitectura helénica “su claridad, brillantez y belleza” y detestaba el oscurantismo y “el misticismo impreciso” de la arquitectura gótica. La afinidad electiva entre el estado nazi y la idea griega no impidió el expolio: el tabaco griego desempeñó un papel trascendental, además se enviaban minerales especiales (cromo), aceite de oliva y seda. Alrededor del 50% del aceite, todo el cromo, 60% de la bauxita, 24% del antimonio, y el 21% del cobre que consumía el IIIº Reich procedía de Grecia. El país vivió así un triple saqueo, multinacional. Antes de que estallara la guerra Grecia importaba la mayoría de sus alimentos, así que no fue extraño que a fines de 1941 se desatara una hambruna amplia y brutal. El balance final es impresionante: la ocupación, entre 1941 y 1945, se saldó con 460 poblaciones arrasadas, 60.000 homicidios de hombres, mujeres y niños, 65.000 deportaciones a Auschwitz de judíos de nacionalidad griega (en especial de Salónica) – con la ayuda de la Wehrmacht, por cierto –, y un total de 800.000 muertes, 600.000 de las cuales por falta de alimentos que las fuerzas de ocupación habían requisado, evacuado o destruido sistemáticamente. El 10% de la población estaba sin hogar. Para darnos una idea: el ciclo de dictadura, invasión, ocupación, resistencia, represalias y guerra civil produjo entre la población civil griega (que antes de la guerra era de siete millones de personas) que se perdiera una vida de cada 14. Una ratio sólo superada por la URSS. Para señalar el contraste la proporción de pérdidas civiles humanas de Alemania fue de 1/15, Francia de 1/77 y Gran Bretaña 1/125.

“Yo tenía un camarada”: El himno de las Waffen SS, “Ich hatt’ einen Kamarade”, sonaba estridente en la estación de ferrocarril de Atenas. A pesar del ánimo derrotista ante el cambio de suerte en la guerra, la pieza es ejecutada con brío por la banda militar de la 4. SS-Polizei-Panzergrenadier-Division. Los veteranos verdugos voluntarios cantaban “Yo tenía un camarada, nunca lo hallaré mejor, que en la gloriosa jornada, iba firme en la pisada, al redoble del tambor. Una bala, compañero. ¿Para quién es de los dos? Era el diálogo postrero, y bajo el plomo certero, cayó tendido a mis pies. Hace un esfuerzo y, en vano, quiere mi mano estrechar. Duerme en paz, querido hermano. La Patria quiere mi mano para volver a atacar”. La división fue creada en octubre de 1939 y sus miembros eran funcionarios de la corrupta Ordnungspolizei, la policía regular del Reich. Alrededor de 15.000 ex policías pasaron a ser miembros plenos de las SS. Fue usada para tareas de seguridad en la ocupación de Polonia (realizando algunos trabajos sucios) y como reserva frente a la línea Maginot en Francia. Cruzó el río Aisne desde la zona del Rin en junio de 1940, tuvo escaramuzas con pequeñas unidades francesas en retirada y tomó el pueblo de Les Islettes en el gran bosque de Argonne. La división tuvo el honor de desfilar por los Champs Elysées en París. Tras la rendición de Francia, fue envíada a Prusia para entrenarse y formar parte de la reserva de la futura invasión de la URSS. En la guerra total contra Stalin, al ser una división de segundo nivel (tanto en personal como en equipamiento, mezcla de ropas de policía con armas robadas a los checos), le tocó luchar en el Rollbahn más débil, el grupo de ejércitos Norte, Heeresgruppe Nord, tomando parte en el avance hacia Leningrado. En un terreno inhumano, lleno de pantanos, tierras bajas y mosquitos feroces, intervino en el aniquilamiento de ejércitos soviéticos en torno a Luga. La ciudad fue conquistada al precio de enormes bajas, incluida la de su comandante, el SS-Gruppenführer Arthur Mülverstadt, un hijo de campesinos y héroe en la Primera Guerra Mundial. Murió despedazado por fuego de artillería. Su muerte es importante para las estadísticas: fue el primer general de las SS muerto en acción durante la Segunda Guerra Mundial. En 1942, casualidad, participó en las acciones en el río Wolchow junto con los voluntarios fascistas españoles de la 250º Einheit spanischer Freiwilliger (la División Azul), aniquilando el 2º Ejército Soviético. La división se gana una fama de ser confiable y de dureza moral (es decir: podía asesinar sin escrúpulos). Ya en 1943 retrocede al sur del lago Ladoga, resitiendo el intento de envolvimiento soviético en Kolpino. Los sobrevivientes son envíados de vuelta a Alemania, donde se los refuerza con voluntarios de Holanda. En mayo del ’43 es enviada a los Balcanes para realizar trabajos de contrainsurgencia en el norte de Grecia; ya en esos primeros contactos con civiles aparecen las primeras denuncias por su conducta criminal y atrocidades en la región de Klissura.

Masacre: primer acto: Según el testimonio de Georg Koch, un miembro de la Geheime Feldpolizei (GFP) de la Wehrmacht que acompañaba a las tropas SS, en la mañana del 10 de junio en vehículos de todo tipo (la mayoría requisados en los países ocupados) se conformó una caravana de siete vehículos que llegó a Distomo desde su cuartel en Livadeia. Sus miembros eran de la 2ª compañía del 2º batallón del 7º regimiento. En el camino detienen a varios hombres, doce en total, bajo al acusación de traficar en el mercado negro y se los llevan con ellos. En el cruce de caminos Distomo-Amfissa se le unen sesenta vehículos más. En ese cruce se dice que Edipo mató a su padre. La columna atraviesa el pueblo sin incidentes y se estaciona en la plaza central. Convocan al alcalde y el cura y le exigen información sobre los guerrilleros de la zona. Un estilo calcado de las Aktion en Ucrania. Sin información fidedigna, se colocan puestos de control en las salidas y en las elevaciones en torno a Distomo. Al mediodía dos vehículos alemanes salen con dirección al monasterio de Ossio Loukas, donde son emboscados por la guerrilla del E.L.A.S., el Ejército Popular de Liberación de Grecia, brazo armado del E.A.M. (Frente de Liberación Nacional, creado por el Partido Comunista griego en septiembre de 1941, después que Hitler traicionará a Stalin). Recordemos que la guerrilla comunista griega fue la más numerosa y activa, quizá más que los yugoeslavos de Tito o los míticos maquis franceses. Se trataba de la 11º compañía del 3º batallón del regimiento 34. La escaramuza duró más de dos horas; la guerrilla se repliega y desaparece en las montañas.

Masacre: segundo acto: Los alemanes tienen siete bajas fatales, incluyendo un oficial intérprete de nombre Teo, que muere de sus heridas en el mismo Distomo. La furia comienza: son fusilados sobre el frente de la escuela primaria los doce aggiotistas detenidos por la mañana. Al frente del SS-Hauptstrumführer Fritz Lautenbach, que había cumplido el mes anterior veintisiete años, los soldados recorren desorbitados las calles desiertas del pueblo disparando y pateando puertas. Según sea la ocasión asesinan a sus ocupantes, los incineran dentro, ahorcan o violan. No hay diferencias frente a la muerte: mujeres, ancianos, niños, bebés de sólo días, todos tienen su particular Gólgota. La escena es propia de la leyenda de Heródoto. Al final del día el recuento es de 218 civiles muertos de manera brutal. Ninguno era combatiente. La lista es odiosa: 47 bebés y niños menores de doce años, 91 mujeres, 60 hombres ancianos y diez matrimonios. El informe de Koch contradice el reporte del SS-Hauptstrumführer Fritz Lautenbach, al mando provisorio del grupo de combate (su jefe ausente era el SS-Standartenführer Schümers). El mismo mes de junio una delegación de la Cruz Roja visita Distomo para investigar el incidente y encuentra todavía cuerpos balanceándose de los cipreses en la carretera. La Wehrmacht se ve obligada a abrir una investigación encabezada por un enviado especial, un tal Neubacher, que acusa a Lautenbach de falsificar el reporte militar del incidente. A Neubach no se le ocurre entrevistar a civiles griegos o a sobrevivientes. Al ser interrogado Schümers, formalmente al mando de la compañía pero no presente en la acción punitiva y técnicamente culpable de falsificar el informe, afirmó que su unidad actuó correctamente bajo circunstancias extremas. La masacre, en su Weltanschauung, es considerada una “necesidad militar” bajo la evidencia de la colaboración estrecha entre la guerrilla y los habitantes de Distomo. Ante la Operación Bagration, que destruyó todo el grupo de ejército alemán en el centro de la URSS, la división es reforzada y enviada al sur de Belgrado en agosto de 1944. En violentas acciones defensivas mueren en combate tanto Lautenbach como Schumers. El caso judicialmente deberá esperar el fin de la guerra. La división fue lentamente empujada por el embate soviético hacia el oeste, estableciendo una línea de frente en la actual Eslovaquia. Nuevamente transferida hacia el sector de Pomerania, luchó y quedó rodeada en el cerco a la ciudad de Dantzig, de dondé escapó milagrosamente por barco hacia Swinemünde. Después de un corto período de descanso fue transferida a la zona del río Elba, donde se rindió al ejército americano en mayo de 1945 en Witterberg-Lenzen. Los ex miembros de la división que quedan con vida realizan una reunión de camaradería todos los años en Austria. Hoy en día los reclamos continuan, los descendientes han exigido indemnizaciones que la justicia alemana no reconoce (y su instancia superior, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tampoco). Los muertos siguen esperando una reparación justa de los vivos.

Contrainsurgencia y guerra justa: los llamados juicios de Nuremberg, políticamente correctos pero judicialmente caprichosos, no sólo le permitieron a los Aliados conocer la profundidad y amplitud de la guerra de clases y étnica desatada por los alemanes, sino aprender de los eficaces métodos nazis de contrainteligencia, cooptación de colaboracionistas y lucha antiguerrilla. El general especialista en guerra psicológica, padre de los métodos americanos modernos de “guerra de baja intensidad”, Mr. Robert McClure, estaba convencido que los alemanes habían demostrado ser unos maestros insuperables en la guerra sucia y que los EE.UU., un imperio todavía joven, tenía mucho que aprender de los métodos de las Waffen-SS y la Wehrmacht. La “American Special Warfare Doctrine” perfeccionaría aún más los métodos de aterrorizar poblaciones civiles díscolas y, lo que es más importante, cómo cooptar facciones locales para combatir ya sea la desobediencia civil o la resistencia partisana. El estudio del Department of the Army, A Study of Special and Subversive Operations” (1947) fue un trabajo pionero donde las enseñanzas de ocupación y contrainsurgencia de los alemanes en la URSS como en Grecia y Francia fueron sintonizadas a las realidades de la Guerra Fría. Fue durante treinta años el libro de cabecera de la política norteamericana de contención. El texto señalaba que “los medios de contrarrestar las actividades y los movimientos de resistencia demandan una especial consideración. Nuestras fuerzas han tenido poca experiencia combatiendo un enemigo subterráneo y activo. Estos problemas que enfrentaron los alemanes y las medidas empleadas por ellos en la guerra de contrainsurgencia debería ser estudiada. Es muy posible que una futura guerra nos encuentre ocupando un territorio hostil en el que exista actividad clandestina. O quizá nos encontremos en un territorio amistoso (posiblemente los Estados Unidos) enfrentando a un enemigo, mientras que al mismo tiempo, fuerzas guerrilleras hostiles operan a nuestras espaldas”. La intromisión de los EE.UU. en la guerra civil griega (1944-1949), junto a Gran Bretaña, permitió aplicar algunas de estas enseñanzas en la que se considera la primera gran campaña antiguerrillera de la “Cold War”. En el estudio de la U.S. Army de la colección German Report Series, “German Antiguerrilla Operations in the Balkans (1941-1944)” provee una detallada panorámica de la contrainsurgencia del movimiento guerrillero en Grecia y una revelación de las actitudes americanas hacia las tácticas y percepciones alemanas. Una de las lecciones más analizadas y detalladas fueron las Aktion de la Wehrmacht y las SS en Grecia: las tácticas de combate antiguerrilla diferían muy poco de las aplicadas en la URSS. Unidades autónomas eran fijadas en áreas circunscritas para dejar fuera de combate a los partisanos. Reservas móviles de veteranos (equivalentes a las RDF, Fuerzas de Reacción Rápidas actuales) incluyendo tropas especiales de montaña, se mantenían alertas y en guardia (“ready-to-go”) para socorrer puestos atacados o entrar en escena durante rebeliones prolongadas. Las operaciones eran llevadas a término por unidades de elite “search-and-destroy” y “hunter-killer”, igual que lo hacen hoy en Afghanistán, Colombia o Irak. La más efectiva arma contrainsurgencia fue para los americanos el Jagdkommando (destacamento de rangers) similar al que masacró Distomo, diseñado para buscar y aniquilar bandas de guerrilla. Su composición era una mezcla de veteranos endurecidos con jóvenes voluntarios. Eran grupos de tareas provisionales asignados a objetivos específicos. Físicamente duros, políticamente leales y entrenados para vivir sin logística durante largos períodos, no dependían de las columnas de aprovisionamiento. Los Jagkommandos aparte operaban como pseudo-guerrillas, cuando la situación lo requería (haciendose pasar por civiles, etc.). Las defensas pasivas de los alemanes fueron copiadas y mejoradas no sólo por los EE.UU. Gran Bretaña, y la URSS sino por la Francia imperialista tanto en Indochina como en Algeria: estaban centradas en una red regional de Stützpunkte (puntos fuertes) que aseguraban carreteras, líneas férreas, instalaciones, cada diez km. promedio. Los puntos fuertes eran pequeñas fortalezas, fuertemente armadas, situadas en la proximidad de posibles blancos de la guerrilla. Patrullas armadas se movían a diario entre estos puntos. Zonas de fuego libre (free-fire), en las cuales se podía dispara sin preguntar, se establecían en las áreas rurales (5 km. de cada lado de la carretera) y de 200 metros en áreas urbanas (como hoy en Irak). Pero, como en Distomo, el terror era también la característica principal de la política de ocupación. Toma de rehenes, desapariciones, tortura, ejecuciones públicas, quema de aldeas, reasentamientos violentos, fueron ejecutados blandiendo el principio jurídico de la “responsabilidad colectiva”. Varias acciones de represalias totales se citan en este estudio del ejército norteamericano, manual de texto básico de la contrainsurgencia. Lo curioso es que el horror de las acciones es minimizado, presentado como necesario y eficaz, y la descripción de las víctimas inocentes es eufemísticamente disfrazada con la etiqueta, no de población civil, sino de “communist suspects”. Otra enseñanza positiva fue la de la política de nacionalización de la represión, utilizando la vieja máxima cesarista “divide et impera”, aplicándola en todos los Balcanes. Si en la URSS se trataba de las minorías nacionales oprimidas por los bolcheviques (lituanos, letones, rutenos, ucranianos, etc.) en Grecia la represión también fue compartida con milicias armadas provenientes ya de minorías nacionales (como los búlgaros), de minorías étnicas (los valaquios), de grupos anticomunistas griegos (el monárquico EDES) o de voluntarios filofascistas (como los batallones de seguridad de Laconia). Políticas similares que se aplicaron por las diversas potencias coloniales después de 1945, perfeccionando el modelo, en todas las intervenciones a lo largo del mundo hasta llegar hoy a Irak.

Una canción para Argyris: Distomo inspiró una película. El director suizo Stefan Haupt recuerda en el documental “A song for Argyris” la masacre de Distomo a través de la vida de un niño griego que perdió a sus padres y a treinta familiares. El documental, estrenado en 2007 en España, retrata la vida real de Argyris Sfountouris, uno de los niños sobrevivientes de Distomo. Tenía tres años y medio cuando presenció la muerte de sus padres, hermanos, tíos y primos. Se escondió en un tonel de aceite. El joven fue seleccionado por la Cruz Roja entre miles de huérfanos y pudo trasladarse a Suiza. Fue internado en el instituto Pestalozzi. Aquél fue el lugar donde pudo vislumbrar un posible futuro, aprender con su actividad en el periódico del colegio, e incluso participar en una película, la titulada “Nuestro pueblo”, que se estrenó en el Festival de Cannes, y que ganó el Oso de Oro en la primera edición de la Berlinale, en 1951. Argydis obtuvo un postgrado en matemáticas y ejerció de profesor y de traductor del griego al alemán. ¿Cómo llegó Haupt a conocerlo?... “Conocí a Argyris Sfountouris hace diez años, trabajando como director de teatro, llevando a la escena “Ascetismo”, del autor griego Nikos Kazantzakis (más conocido en Europa por su novela “Alexis Sorbas”). En aquel momento me surgió la necesidad de contactar con una voz masculina que pudiese leer los pasajes en griego al principio y al final de la representación de “Ascetismo” lo cual encontré en la persona de Argyris Sfountouris. Como él mismo también era escritor, se ofreció para ayudarme a comprender el texto. Quedé encantado de conocerlo pero la sorpresa mayor vino cuando, años después, me enteré que la traducción que habíamos utilizado para la representación era, de hecho, obra suya. Simplemente, lo que había ocurrido es que el nombre del traductor había sido omitido el libro de bolsillo de la traducción alemana... Con todo, la sensibilidad de Argyris, su miente despierta y su “universalidad” me impresionaron. La alegría que depositaba en todo lo que hacía contrastaba con la historia de su vida, que gradualmente me fue explicando y que se me quedó totalmente grabada. Una historia que, para mi, se convirtió en una especie de cristal de lupa, enfocando candentemente muchas situaciones actuales. Unos cuantos años más tarde, pasé el verano del 2003 en Creta, en casa de la familia de mi mujer, que es griega. Hacía poco que los americanos habían invadido Irak. Fue entonces cuando empecé a plantearme seriamente tomar la historia de Argyiris como punto de partida para un proyecto cinematográfico…la vida de Argyris Sfountouris me conmueve. Aunque conozcamos que ha habido docenas de víctimas en un ataque terrorista, miles de heridos por una bomba o 64 millones de personas muertas durante la Segunda Guerra Mundial, la cantidad de víctimas, al final, toma un incomprensible y extraño aire de ficción, y todo parece virtual a nuestros ojos. Los destinos humanos no nos tocan de cerca, no nos llegan, ya que la actual avalancha de información provocada por los medios de comunicación toca alguna tecla en nosotros que nos deja simplemente sin palabras, perplejos. Nos resulta difícil y se nos hace extraño tener realmente en cuenta a las víctimas, ya que es como si una nueva concepción se hubiese instalado dentro de nuestra consciencia aconsejándonos que es mejor evitarlas. Pero ser una víctima sí te transforma totalmente, no solo en cuanto al dolor de la pérdida, de la destrucción de la integridad y la seguridad personal. Además de todo esto quiere decir que, como víctima, estuviste en el sitio equivocado en el momento equivocado… Otra pregunta nos acecha a todos en silencio: ¿Seríamos nosotros capaces de tales actos? Buscando respuestas y explicaciones, encontramos relativismos. Además, parece que exista una especie de barrera emocional que nos previene siempre de hurgar en nuestro propio pasado histórico y observarlo de manera crítica. El pasado está ligado a una comunidad y el sentimiento de pertenencia no se puede arriesgar. Una voluntad recta de autocrítica podría significar la auto expulsión de la comunidad, el ostracismo o quedarse solo e indefenso. A Song for Argyris coge una de entre centenares de historias, insistiendo en que la escogida sirva como ejemplo. Tan pronto como se coge una historia personal, que lleva un nombre propio, un rostro y una historia, todo se vuelve más comprensible”.

Un marxista hecho poeta: Distomo también inspiró poesía. Yannis Ritsos nació en 1900, de joven fue maldecido por la tuberculosis y la miseria en un destino cruel. Ha sido estimado como parte del cuarteto de grandes poetas griegos del siglo XX, junto a Kostis Palamas, Giorgos Seferis y Odysseus Elytis. El poeta francés Louis Aragon calificó una vez a Ritsos como “el más grande poeta de nuestra época”. Fue propuesto nueve veces para el premio Nobel de literatura. Su proletarización radical (fue sucesivamente mecanógrafo, auxiliar de bibliotecas, calígrafo) y la influencia ideológica en los círculos de clase media del mito bolchevique lo empujaron a afiliarse al partido comunista griego en la década de los años ’20. En 1934 publica su primer libro de poesía, “Tractor” (“Τρακτέρ”), donde curiosamente nunca se nombra a la máquina agrícola. Siguiendo la senda de otro poeta izquierdista, su maestro Varnalis, se mezclan elementos programáticos, odas a la industrialización stalinista y un intento de superar la antinomia “propaganda vs. poesía”. Su objetivo no es tanto criticar la cultura burguesa tout court sino invalidar esa actitud dominante en la cual el arte no puede tener ningún fin utilitario (político). Ritsos innova con el verso libre. Liberándose de las formas tradicionales, introduciendo la sátira y los mitos helénicos. En 1936 su estilo ya está depurado y escribe su tercera obra “Epitafios” (“Επιτάφιος”), un largo poema que circuló de manera clandestina. El poema es uno de los primeros largos monólogos donde el narrador es introducido por un preámbulo en prosa. La que habla es la madre de un joven trabajador de la industria del tabaco asesinado por la policía de la dictadura militar de Metaxas en Salónica en mayo de 1936. La musa inspiradora, otro tema obsesivo en su poesía, fue una foto de portada en el diario comunista “Rizospástis”, donde una mujer desconsolada abraza a su hijo con los brazos caídos, ya muerto, sobre los adoquines de la calle. Ritsos admiraba toda la iconografía de la religión ortodoxa griega y mucho simbolismo en su poesía se refiere tanto a la madre María como a Cristo. Para Ritsos la imagen era una Pietá proletaria y auténtica. Las primeras partes del poema aparecieron en la misma revista tan sólo dos días después de la represión. La huelga de los trabajadores del tabaco, la industria más sensible de la época, se había saldado con una dura represión y muertos y heridos. El tabaco era la principal fuente de riquezas y de exportación de Grecia en esos años (uno de sus principales clientes era la Alemania de Hitler que a su vez le enviaba armas a la dictadura). Luego de su versión original en entregas, Ritsos la re-escribió y fue editada en forma de libro. El ejemplar fue prohibido buena parte de la edición quemada por la dictadura. Pero la importancia de este poema reside en su forma métrica: utiliza las quince sílabas de la tradición poética oral (pentadecasílabo), la forma en que los epitafios y lamentos (moirolói) son compuestos y recitados actualmente en los pueblos griegos. El estilo epigramático, de procedencia griega pura, no desapareció del arsenal literario de Ritsos jamás. Además el epigrama podía ser utilizado en sus dos usos populares: como epitafio de un héroe o como recuerdo de un suceso. Ritsos fundó allí sus poemas más políticos, para él “la poesía debe ser una guía en la lucha y en la felicidad, un arma en manos del pueblo y una bandera en manos de la libertad”. Ha sido con justicia calificado como un gran retórico, un retórico de la exageración, donde cada palabra cancela y supera el poder y el énfasis de las anteriores, en un vertiginoso descenso. Ritsos no sólo escribía poesía (la escribía literalmente, con una preciosa caligrafía a mano de estilo evangélico-bizantino) sino que había sido actor, bailarín y excelente pintor. Y siempre militante. Su carrera literaria después de la guerra suele dividirse, curiosamente, no por su evolución formal o estilística sino por sus períodos de encarcelamiento. El primero durante la guerra civil griega (1945-1952); el segundo con la llamada “Dictadura de los Coroneles” (magistralmente retratada en la película “Z” de Costa-Gavras), entre 1967 y 1974. Es en estos períodos durante los cuales se forja la enorme reputación mundial de Ritsos como poeta universal: “El hombre del clavel” (1952); “La sonata a la luz de la luna” (1956); “Los barrios del mundo” (1957), hasta “Grecidad” (1966). Las tragedias griegas y las letanías de las ceremonias religiosas se reflejarán en el ciclo que comienza con “Orestes” (1962) y concluye con “Phaedra” (1975). En su última época oscilará entre el poema corto, epigramático, inspirado (las musas juegan un papel preponderante en la fantasía literaria de Ritsos) y el poema monólogo largo (a lá Cavafy), trabajado y pulido a mediano plazo. En los ’80 incursiona en la novela con nueve libros unidos en una saga titulada “Iconografías de Santos Anónimos” (1983-1985). “Epigrama por Distomo” fue escrito después del fin de la ocupación alemana y ante la vista del primer monumento erigido a sus víctimas. Su pathos refleja las palabras de Argydis “cuando a los tres años y medio te quedas en la calle, tu casa ha ardido, y tus padres han muerto, da igual que las hermanas, los abuelos y las tías se ocupen de ti. El mundo se hunde igualmente, todo lo que conoces, y el sentido de la vida. Entonces te preguntas lo que aún hoy me pregunto: ¿Con qué derecho? ¿Quién es el responsable y quién se encarga de que esto no se repita?”. Como se puede ver en las fotos de la época se trataba de una plataforma rectangular con una columna de mármol en la cual se esculpieron por orden alfabético los nombres de las 218 víctimas. Ritsos recorrió en silencio todos los lugares de las masacres y escuchó testimonios de familiares y amigos. Inmediatamente escribió el epigrama:

Epigrama por Distomo

“Aquí está el suelo amargo de Distomo.

Oh, tú pasajero, dondequiera que camines ten cuidado–

aquí duele el silencio, y duele la piedra de cada camino,

del sacrificio y la crueldad del hombre.

He aquí una simple columna, de mármol,

toda cubierta por nombres descendientes,

y la gloria los eleva,

sollozo a sollozo, escalón por escalón, a la más alta de las escaleras”


(Traducción del inglés y el francés de NGV)

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